Uruguay dispuesto a celebrar el 61 aniversario del Maracanazo con un triunfo

  • Uruguay ha celebrado sesenta veces de todas las maneras imaginables la mayor hazaña futbolística de su historia, el Maracanazo, y cuando se cumple el 61 aniversario de aquel hecho, este sábado, sueña con hacerlo en Santa Fe, con una victoria ante Argentina en los cuartos de final de la Copa América.

Enrique Escande

Buenos Aires, 15 jul.- Uruguay ha celebrado sesenta veces de todas las maneras imaginables la mayor hazaña futbolística de su historia, el Maracanazo, y cuando se cumple el 61 aniversario de aquel hecho, este sábado, sueña con hacerlo en Santa Fe, con una victoria ante Argentina en los cuartos de final de la Copa América.

El Maracanazo del 16 de julio de 1950 es, para los futboleros uruguayos, como la llegada de Colón a América (12-10-1492), la Toma de la Bastilla (14-07-1789), la capitulación de Alemania y el final de la Segunda Guerra (entre abril y mayo de 1945) y la caída del Muro de Berlín (9-11-1989).

Los celestes provocaron una de las más fuertes conmociones del fútbol planetario cuando derrotaron a Brasil por 1-2 en la final del Mundial de 1950 disputada en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, construido poco antes del comienzo de ese torneo. A eso se le llamó Maracanazo.

Unos 200.000 espectadores, con el cotillón en las manos dispuestos a desatar la fiesta del campeonato local, se quedaron mudos cuando Alcides Ghiggia marcó el tanto de la victoria a los 79 minutos.

Jules Rimet, entonces presidente de la FIFA, reconoció tiempo después: "Todo estaba previsto, excepto el triunfo de Uruguay. Al término del partido yo debía entregar la copa al capitán del equipo campeón. Una vistosa guardia de honor se formaría desde el túnel hasta el centro del campo de juego, donde estaría esperándome el capitán del equipo vencedor (naturalmente Brasil)".

"Preparé mi discurso y me fui a los vestuarios pocos minutos antes de finalizar el partido (estaban empatando 1-1 y ese resultado clasificaba campeón al equipo local). Pero cuando caminaba por los pasillos se interrumpió el griterío infernal".

"A la salida del túnel, un silencio desolador dominaba el estadio. Ni guardia de honor, ni himno nacional, ni discurso, ni entrega solemne. Me encontré solo, con la copa en mis brazos y sin saber qué hacer".

"En el tumulto terminé por descubrir al capitán uruguayo, Obdulio Varela, y casi a escondidas le entregué la estatuilla de oro, estrechándole la mano y me retiré sin poder decirle una sola palabra de felicitación para su equipo... ", recordó el dirigente.

El célebre escritor uruguayo Eduardo Galeano, que tenía nueve años en 1950, precisa que "El fútbol es la única religión de verdad en un país ateo como el Uruguay".

"Este país pequeño es el que decretó la jornada de ocho horas de trabajo antes que en Estados Unidos. El primero en América Latina en tener ley de divorcio, separación de la Iglesia del Estado, educación pública gratuita y obligatoria y nacionalización de servicios públicos".

"El país era además un inmenso campo de deportes. Tal vez, ahí pueda encontrarse la explicación para que con escasísima población fuera campeón Olímpico en 1924 y 1928 y campeón mundial en 1930. Cuentan en Uruguay que cuando se le da una palmada a un recién nacido para que estalle en su primer llanto, el bebé responde llamativamente con un estruendoso grito de gol".

El periodista montevideano Diego Lucero (1901-1995), testigo del hecho en el palco de la prensa del Maracaná, ha dicho que "aquella hazaña no tiene parangón. Es imposible imaginar en el fútbol algo parecido. Los futbolistas uruguayos alcanzaron la gloria con la que sueñan alguna vez todos aquellos que tuvieron un balón en los pies".

Argentina-Uruguay, en el estadio del club Colon de Santa Fe, a orillas del río Paraná. Circunstancia y lugar propicios para el desarrollo de un sueño uruguayo, a 61 años de una hazaña incomparable.

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