Venta del club provocará la mayor revolución en 95 años de vida del Valencia

  • Empresas con nombres como Cerberus, Mériton, Wanda o Zolotaya, desconocidos hasta hace poco para el valencianismo, aspiran a ser elegidas propietarias del Valencia CF, en una decisión que está previsto se adopte mañana y que puede provocar la mayor revolución extradeportiva del club en sus 95 años de vida.

Alfonso Gil

Valencia, 16 may.- Empresas con nombres como Cerberus, Mériton, Wanda o Zolotaya, desconocidos hasta hace poco para el valencianismo, aspiran a ser elegidas propietarias del Valencia CF, en una decisión que está previsto se adopte mañana y que puede provocar la mayor revolución extradeportiva del club en sus 95 años de vida.

Se trata de compañías con denominaciones exóticas que hasta ahora poco o nada han tenido que ver con Valencia, que proceden de países lejanos y en algunos casos sin tradición futbolística y que, sobre todo, son ajenas a lo que ha supuesto el Valencia durante casi un siglo de vida.

Un total de veintidós patronos, diez de ellos de carácter institucional, once de libre designación y el presidente del club, Amadeo Salvo, son los encargados de elegir la que consideren mejor opción para una entidad que, si finalmente se produce el cambio societario, dará un giro sin precedentes a su trayectoria histórica.

El Valencia fue un club de fútbol propiedad de sus socios desde 1919 hasta 1992. Entonces pasó a ser de sus accionistas como sociedad anónima deportiva y a partir de ahora puede dar paso a un nuevo ciclo con la entrada en vigor de una fórmula inédita para la entidad en el caso de que la propiedad pase a manos de una empresa.

El futuro del Valencia tanto a nivel institucional como en su vertiente deportiva pasaría a depender del interés y el acierto de su nuevo propietario, así como de su capacidad para hacer rentable su inversión a través de los éxitos deportivos del club.

Para comprender el estado de la cuestión actual, en mayo de 2014, hay que remontarse a la transformación del club en sociedad anónima deportiva en octubre de 1992, lo que propició un escenario desconocido en la entidad, en la que títulos, acciones y juntas dejaron en el pasado a asambleas, socios y compromisarios.

Poco después hubo una ampliación de capital a la que siguió un periodo de mala gestión y endeudamiento a mitad de la primera década del siglo XXI bajo la presidencia de Juan Soler, lo que dio paso, después de su marcha, a una nueva ampliación de capital en 2009, justo al comienzo de la etapa de crisis económica.

En esta ampliación, la Fundación Valencia CF suscribió el 75 por ciento de los títulos gracias a un préstamo concedido por Bankia -entonces la caja de ahorros valenciana Bancaja- con el aval de la Generalitat.

Prueba de que la situación económica del club era desastrosa fue la paralización en febrero de 2009 de las obras del nuevo estadio iniciadas dos años antes y que todavía no se han reanudado.

Tras la ampliación de capital, el club presidido entonces por Manuel Llorente empezó a trabajar en la disminución de la deuda, proceso en el que la principal aportación fue la venta de jugadores importantes.

Así, futbolistas como Juan Mata, David Silva, David Villa o Jordi Alba fueron algunos de los que salieron del club antes de que hace año y medio la Fundación reconociera su incapacidad para hacer frente a la devolución del préstamo con Bankia, que ya ascendía a noventa millones de euros.

Inicialmente el aval del préstamo por parte de la Generalitat propició el pago de 4,5 millones de euros de intereses a Bankia, pero cuando el juez declaró nulo ese aval, la situación se complicó y dio paso al actual periodo de recursos jurídicos en torno a si la Generalitat es o no es avalista de la operación.

El Valencia tiene esta temporada un presupuesto de noventa millones de euros, ha hecho su peor campaña deportiva desde su descenso a Segunda División en 1986 y en su última junta de accionistas informó de una deuda de 276 millones.

El asunto de la venta afecta por tanto a un club muy endeudado, a una Fundación sin recursos para devolver el préstamo y centrada en un proceso teóricamente ajeno a su naturaleza, a una Generalitat que inicialmente avaló la concesión del préstamo a la Fundación y a una entidad financiera, Bankia, heredera de la que realizó la operación pero cuya realidad actual poco tiene que ver con Bancaja.

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