Misrata paga un alto precio en la guerra antiyihadista en Libia

En Libia pocas ciudades han pagado un precio tan alto en la batalla contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) como Misrata, donde son muchos en llorar la pérdida de un familiar.

De esta ciudad costera del oeste procede la mayoría de los combatientes que luchan en Sirte, el principal feudo del EI, a unos 200 km más al este.

Además Misrata alberga el cuartel general de la ofensiva lanzada el 12 de mayo por las tropas del gobierno de unión nacional (GNA) para reconquistar Sirte. Balance: 300 combatientes muertos y 1.800 heridos, la mayoría originarios de la ciudad.

"En Misrata, cada familia tiene un mártir", afirma Echteui Jalifa ante la tumba de su primo, caído en combate.

"Mi papel de abogado se acabó. Es la hora del combate", le dijo antes de partir hacia Sirte. Se llamaba Abderrahman al Kisa, tenía 54 años y fue ministro de los Mártires del Consejo Nacional de Transición (CNT) durante la revuelta de 2011 contra el régimen de Muamar Gadafi antes de presidir el colegio de abogados libio en 2012.

Su hijo Ali, de 22 años, cuenta que dos días después de su partida recibió una llamada telefónica anunciándole la muerte de su padre.

"Me dijo: 'me voy a Sirte'. Era por convicción. Se fue el lunes y se murió el miércoles", refiere Ali, el mayor de cinco hermanos, mientras mira fotografías del difunto.

"La gente de aquí honra a los mártires. Pero espero que la guerra se acabe. Es lo que desea cada libio, que esta guerra termine y el país se levante", añade Ali al Kisa, cabizbajo.

Misrata vive muy pendiente de la batalla de Sirte, conquistada por los yihadistas en junio de 2015.

La ciudad ya perdió muchas vidas durante la revuelta popular de 2011, que concluyó con la captura y la muerte violenta de Gadafi en octubre de ese año, tras décadas en el poder.

Las milicias de Misrata están integradas principalmente por exrebeldes que se negaron a deponer las armas después de la guerra de 2011. Tienen armamento de calidad: aviones MiG, tanques y helicópteros de ataque.

El domingo pasado, las fuerzas del GNA anunciaron la "cuenta atrás" para el asalto "final" a los yihadistas atrincherados en el centro de Sirte. Cuentan con el apoyo de bombardeos aéreos de Estados Unidos.

Pero los yihadistas oponen resistencia con francotiradores emboscados, coches bomba y kamikazes.

Abdalá Ehmeda, de 66 años, tiene nueve hijos. Cuando aún estaba saboreando la vuelta de uno de ellos del frente en Sirte, otro se fue.

En total se fueron cuatro de sus hijos. Uno, periodista, nunca volvió. Abdelqader murió con 30 años mientras cubría los combates.

Sentado en el salón, Abdala conserva una copia del diario local que publicó un homenaje a Abdelqader, acompañado de fotografías.

De vez en cuando mira las fotos y luego cierra el periódico, con lágrimas en los ojos.

Se había casado hace año y medio. Su vida no fue fácil. "Resultó herido de bala durante (la revuelta) de 2011, fue secuestrado en 2013 y al final murió en Sirte. Su vida es como la de muchos libios que defienden su país", dice su padre.

Los que combaten al EI en Sirte son "gente que lucha por su patria", afirma el sexagenario. "Nadie acepta de buena gana perder a un hijo (...), pero la victoria mitigará el dolor de haber perdido a Abdelqader".

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