El cerco a Sirte y Bani Walid coloca a los rebeldes ante una crucial decisión

  • La autoridad rebelde libia, criticada y con aparentes divisiones internas, afrontará en las próximas horas una prueba de fuego que puede determinar no solo el éxito de la revolución, sino también amenazar el proceso de transición.

Javier Martín

Trípoli, 9 sep.- La autoridad rebelde libia, criticada y con aparentes divisiones internas, afrontará en las próximas horas una prueba de fuego que puede determinar no solo el éxito de la revolución, sino también amenazar el proceso de transición.

Tras más de una semana de infructuosas negociaciones, en la medianoche de este viernes expira el segundo ultimátum dado a las ciudades de Bani Walid y Sirte, aún en poder gadafista, para que capitulen de forma pacífica.

Las noticias de las últimas horas apuntan a que los leales al antiguo régimen que se atrincheran en ellas no parecen dispuestos a claudicar sin presentar antes una sangrienta resistencia, hecho que colocaría a los rebeldes ante un complejo dilema.

Este es: dilatar el proceso negociador, con el deterioro de autoridad que podría acarrear o dar un golpe de mano, aunque eso conlleve una masacre que a la larga pueda fortalecer la oposición gadafista.

Así lo dejó entrever ayer el propio primer ministro del Consejo Nacional de Transición (CNT), Mahmud Yibril, quien acusó a los gadafistas de haber aprovechado la tregua para reforzar sus posiciones y armarse.

En su primera rueda de prensa en Trípoli desde que la capital fuera conquistada, Yibril advirtió de que "la guerra por la liberación de Libia no ha terminado todavía" y con el rostro serio y preocupado destacó que "aún queda por librar la batalla más importante: la de la reconciliación nacional".

Pese a que insistió en que "no existen diferencias" entre el mando militar y la cúpula política, su intervención dejó sensaciones contrarias.

Yibril alertó de que, aunque los rebeldes dominan casi toda la franja norte del país y controlan las principales localidades, grandes porciones del territorio, en particular las zonas desérticas del sur, continúan fieles al ex hombre fuerte de Libia, Muamar al Gadafi.

"No podemos olvidar que aún existen ciudades en poder del antiguo régimen. Quizá hay que gente que piensa que todo ha acabado y que el antiguo régimen ha desaparecido", advirtió.

En esta zona meridional casi despoblada, que cubre miles de kilómetros de dunas y piedras salteadas de decenas de pequeños oasis, se cree que está escondido el huido dictador, quien en los últimos días ha aireado varios mensajes de audio en los que promete una "larga guerra de guerrillas" e insta a sus leales a combatir.

"Es muy posible que todavía haya gente en áreas remotas que no conozca bien la situación y que crea que Gadafi va a volver. Pero eso ya no es posible", explica a Efe una fuente militar rebelde en Trípoli que prefiere no ser identificada.

En esta tesitura, la captura y muerte de Gadafi y de sus hijos más belicosos, Seif al Islam y Saadi, es fundamental para las nuevas autoridades, tal y como admitió el propio primer ministro rebelde en su comparecencia ante los medios.

Del paradero del coronel y de sus hijos nada cierto se sabe desde que a finales de agosto abandonaran de forma precipitada la capital, al parecer en dirección al sur.

Algunos fuentes lo han situado consecutivamente en Sirte, en el oasis de Bani Walid, en la ciudad desértica de Sebha y en un área de grandes dunas y rocosas cordilleras cercana la frontera con Chad y Niger.

E incluso en éste último país, a donde esta semana llegó un convoy militar libio cargado de dinero, oro y armas, con una docena de altos cargos del régimen y al mando de un jefe tribal tuareg cercano al tirano.

Sin embargo, el Gobierno de Niamey ha negado que en la caravana estuviera el excéntrico tirano.

En cuanto a los hijos, los rebeldes están "casi seguros" de que están en Bani Walid, localidad del desierto que sufre desde hace días un asedio militar que la ha dejado sin electricidad, agua corriente, medicinas, comunicaciones y con escasos alimentos.

"Está todo preparado para entrar. Solo esperamos la orden", confirmó este viernes a Efe un comandante rebelde que espera desde hace semanas en el puesto avanzado de la Wishata, a uno 30 kilómetros del oasis.

Una orden que pondría final a días de incertidumbre y acabaría con el deseo de los rebeldes de lograr una rendición pacífica que causara un efecto dominó entre las fuerzas gadafistas y sentara las bases para un reconciliación nacional quizás más sencilla.

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