La desinformación y las trabas burocráticas, grandes obstáculos para las ONG locales en Siria

EUROPA PRESS
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Organizaciones humanitarias sirias como Sham el Jair y los Cascos Blancos, el conocido grupo de voluntarios que proporcionan la primera línea de asistencia a las víctimas de los bombardeos, entran en 2017, el sexto año de la guerra en el país árabe, con un llamamiento a la renovación de la ayuda exterior, lastrada por el desgaste del conflicto, las confusas informaciones de la guerra que se han traducido en lo que denuncian como una campaña de desinformación sobre su labor, y las trabas burocráticas y logísticas que han obstaculizado la comunicación con agencias humanitarias internacionales.

Así se han expresado este viernes en la Casa Árabe de Madrid el responsable de ayuda humanitaria de Sham el Jair, Ahmad Fareku, y el ingeniero e integrante de los Cascos Blancos Abdelramán al Mawwas, quienes han puesto de manifiesto la importancia de la atención que proporcionan a la población siria a un inmenso coste personal.

"Calculo que hemos perdido a 170 compañeros desde que nos juntamos por primera vez", ha manifestado Al Mawwas, cuyo grupo, que este año ha sonado como posible galardonado al premio Nobel de la Paz por su labor humanitaria en el conflicto sirio, ha realizado una extensa labor de documentación sobre las víctimas de la guerra, a partir de estimaciones sobre un territorio donde el acceso a los medios de comunicación está vetado.

"Hemos documentado hasta el momento la desaparición de más de medio millón de sirios desde el inicio del conflicto", ha asegurado Al Mawwas, cuyo grupo ha atendido "a más de 82.000 almas... hombres, mujeres y niños", en medio de un escenario cada vez más peligroso por la intensificación de los bombardeos en los dos últimos años, que han dificultado enormemente sus capacidades operativas.

"Nuestras prioridades han cambiado con la evolución de la guerra. Al principio, las poblaciones recibían únicamente impactos de artillería, pero desde 2014 comenzamos a recibir bombardeos con barriles explosivos", ha indicado el ingeniero en relación a un tipo de arma empleada por el Ejército sirio, según denuncian ONG internacionales como Amnistía Internacional, consistente en barriles de combustible con metralla en su interior, cuya detonación alcanza a sus víctimas sin discriminación alguna.

A este tipo de armas se añaden otras más modernas --"nos han caído encima misiles de alta penetración diseñados para atravesar búnkeres antes de explotar", ha hecho saber Al Mawwas-- y nuevas tácticas de bombardeos destinadas a maximizar los daños, como por ejemplo la llamada "doble golpe"; bombardeos en pareja con quince minutos de dilación que impiden la atención inmediata a las víctimas del primer ataque.

ARMAS QUÍMICAS

Todo ello por no mencionar el uso de armas químicas, contra las que la población está desprotegida y las ONG carecen de un componente como es la atropina --"baratísima, por cierto", ha puntualizado Fareku, cirujano de profesión-- que podría minimizar los efectos de esta clase de armamento.

Fareku describe un escenario llamado "la inspiración de la muerte", poblado por "niños muertos que parecen dormidos". "Y sin las inyecciones de atropina no podíamos hacer nada. Cientos de personas podrían haber seguido con vida", ha lamentado.

A este escenario se añade la reducción de la ayuda internacional "en parte", ha estimado Al Mawwas, "al pésimo tratamiento de los medios de comunicación", incapaces de llegar a las zonas de un conflicto con múltiples epicentros, el último de ellos en la ciudad de Alepo, donde las ONG hablan de una catástrofe humanitaria. "Y hay zonas de Siria que podrían ser mucho peores", ha lamentado el ingeniero.

"Uno de los problemas que nos encontramos es la falta de contraparte", ha añadido Fareku en este sentido. "Muchas agencias internacionales no cuentan con la cooperación local por el alto grado de burocracia, así que nuestro enlace son asociaciones como la de Apoyo al Pueblo Sirio. Pero la ayuda internacional ha llegado muy tarde", ha lamentado.

Además, está la circunstancia de que los Cascos Blancos han estado recientemente en medio de lo que, según sus responsables, se trata de una campaña de desprestigio de su labor por parte del propio presidente sirio, Bashar al Assad.

En opinión del profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, Ignacio Álvarez Ossorio, también presente en la conferencia, la guerra en Siria es "objeto sistemático de desinformación", donde "algunas de las partes ha intentado matar al mensajero y no tienen el menor interés para que se transmita lo que sucede sobre el terreno", sin dar nombres. "El hecho incontrovertible es que Siria se ha convertido en la principal catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial", ha remachado.

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