Éxodo desplazados del este de Ucrania persiste pese acuerdo de alto el fuego

  • Los desplazados del conflicto en las regiones separatistas de Donestk y Lugansk siguen llegando a distintas zonas de Ucrania, como Odessa, que ya alberga a cerca de 15.000, pese al reciente acuerdo de alto el fuego.

Isabel Saco

Odessa (Ucrania), 30 sep.- Los desplazados del conflicto en las regiones separatistas de Donestk y Lugansk siguen llegando a distintas zonas de Ucrania, como Odessa, que ya alberga a cerca de 15.000, pese al reciente acuerdo de alto el fuego.

A pocos días de cumplirse un mes de la firma del acuerdo para el cese de las hostilidades entre el Gobierno ucraniano y los líderes separatistas, el persistente flujo de desplazados genera cada vez más tensiones en Odessa, mítica ciudad portuaria del Mar Negro y de mayoría rusohablante.

Allí la población vive en los últimos meses con el dilema de la solidaridad o la disensión con sus compatriotas prorrusos.

Odessa sufrió un suceso trágico relacionado con el levantamiento de los separatistas en la región oriental de Ucrania cuando una manifestación prorrusa fue atacada a principios de mayo por radicales proucranianos.

Los prorrusos se resguardaron en la Casa de los Sindicatos y los radicales con cócteles molotov prendieron fuego al edificio causando 46 muertos y cerca de 200 heridos.

"Doscientos desplazados siguen llegando a diario de Donbass (región que comprende Lugansk y Donestk)", afirma el religioso Petro Serdichenko, quien dirige en Odessa una organización caritativa que ha ayudado a medio millar de desplazados desde el pasado abril.

Según cifras aportadas por las autoridades de Odessa al Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, a esta ciudad han llegado hasta ahora 14.700 desplazados, de los que 2.000 provienen de Crimea, península que Rusia se anexó el pasado marzo.

"El flujo no para y creemos que estas personas se quedarán durante el invierno porque la infraestructura en Donestk y Lugansk está destruida, las escuelas están cerradas, igual que los hospitales y las tiendas. Y nadie sabe cuándo será la reconstrucción", opina Serdichenko.

De la Iglesia Pentecostés, Serdichenco dirige desde hace más de dos décadas la fundación "Los Buenos Samaritanos", que a raíz del conflicto ha sumado a sus actividades habituales -centradas en prisiones, orfanatos, asilos de ancianos y el funcionamiento de una escuela- la acogida de "inmigrantes" del este.

Para ello ha abierto, en las afueras de Odessa, dos centros de recepción, uno con capacidad para 200 personas y el otro para un centenar, que hasta ahora han acogido a unas 500 personas debido a la constante rotación de los residentes.

Muchos han regresado a la región del este, pero su sitio es ocupado de inmediato por otros que llegan o, más adelante, son ellos mismos los que regresan a Odessa al comprobar que las condiciones son inviables en los lugares donde residían.

Serdichenko, sin embargo, no oculta las dificultades de tratar con estos desplazados, incluso para un religioso como él.

"La gente de Odessa ha abierto sus corazones a los inmigrantes y muchas familias los han recibido, pero ellos piden más. Dicen que les debemos esa ayuda porque les hemos bombardeado, lo cual no es cierto", comenta.

Los desplazados se refieren en sus reclamaciones a los ataques de las fuerzas gubernamentales contra la milicia prorrusa, en un conflicto que ha afectado gravemente a las poblaciones civiles, hasta el punto de haber causado el éxodo de más de 300.000 personas hacia otras zonas de Ucrania, mientras que otro tanto ha solicitado asilo en Rusia.

Para la gente en Odessa, explica el director de "Los Buenos Samaritanos", es difícil asumir "el carácter duro de los llegados de Donbass, sus maneras poco amables, muy distintas a las del resto de ucranianos".

Según Serdichenco, para su trabajo con las víctimas del conflicto armado la fundación no recibe contribuciones ni del Estado, ni de organizaciones internacionales o de la iglesia, únicamente ayuda privada, a través de donaciones, así como la entrega de ropa y otros artículos de primera necesidad.

La empresaria Ilona Zgurova, quien desde hace varios años dirige un negocio de importación de joyas de Dinamarca, es más directa en sus opiniones y critica que ahora la población de Odessa "tiene que pagar para mantener a los desplazados, en lugar de invertir en su propio desarrollo".

"La gente de Donestk y Lugansk estuvo a favor de los prorrusos porque querían recibir dinero de Rusia, que les prometía pensiones tres veces más altas de las que se reciben en Ucrania. Ahora deben pagar por la opción que tomaron", dijo a Efe.

Zgurova es la presidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias de Odessa, gran parte de ellas muy activas en la ayuda a los soldados que fueron heridos en el frente de batalla y que han sido transferidos aquí para su recuperación.

"Odessa es un puerto y la mentalidad de su gente es de negocios. Nosotros pensamos que es mejor una mala paz que una buena guerra y que había que llegar a compromisos", opina con respecto a la decisión del Gobierno central de otorgar tres años de autonomía a las regiones del este, entre otras concesiones.

A la espera de la estabilización de la situación política, las organizaciones que ayudan a los desplazados se preparan para adaptar las instalaciones de cobijo temporal para el invierno ante la constatación de que el retorno definitivo tomará tiempo.

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