Ruanda, ¿esperanza brillante o país oprimido?

  • Los niveles de salud, educación y económicos en el país centroafricano avanzan notablemente, pero el autoritario Paul Kagame controla la libertad de expresión.
Las ONG anuncian nuevas pruebas sobre los crímenes de Kagame
Las ONG anuncian nuevas pruebas sobre los crímenes de Kagame
Andrew Meldrum, Kigali (Ruanda) | GlobalPost
Andrew Meldrum, Kigali (Ruanda) | GlobalPost

Grúas de construcción se vislumbran a través de las colinas de esta ciudad, mostrando dónde se están construyendo torres de gran altura a un ritmo que coincide con el rápido crecimiento económico de Ruanda.

Coches, autobuses y motocicletas-taxis aceleran por las autovías, mientras los vendedores venden bolsas de zanahorias, coles y judías. Kigali parece en cada rincón una capital africana cada vez más próspera.

De repente, un hombre joven pasa de largo con una cicatriz en forma de cuña en el cráneo. La cálida sonrisa de una mujer no puede ocultar la cicatriz punzante en su cara.

Esta es Ruanda en la actualidad: un animado progreso atormentado por el genocidio de 1994 en un país en el que unos 800.000 tutsis fueron masacrados. Alrededor del 10 por ciento de la población del país fue asesinado durante 100 días de matanzas. La mayoría fueron asesinados a machetazos y la mayoría eran de la minoría tutsi.

Los avances brillantes de Ruanda en el crecimiento económico, la salud y la educación son impresionantes. Las mujeres han ganado poder económico y político, con una de las tasas más altas del mundo de representación política, con más del 50 por ciento. Sin embargo, los logros impresionantes de Ruanda también se ven manchados por su legado de horror.

El presidentePaul Kagame personifica la dualidad de Ruanda.

Inteligente, diligente y comprometido, Kagame ha llevado a Ruanda del caos al orden y ha puesto al país en el camino hacia la seguridad y la riqueza. Sin embargo, Kagame es autocrático, intolerante con las críticas y su gobierno es combativo con la prensa.

Algunos críticos del Gobierno han sido asesinados, algunos de ellos en el exilio. Otros han sido encarcelados en Ruanda, como la líder de la oposición Victoire Ingabire, a la que están juzgando por ser -presuntamente- una defensora del revisionismo genocida.

El Gobierno de Kagame niega cualquier implicación en los asesinatos de sus críticos. Y de los encarcelados, el Ejecutivo dice que la ley no hace más que seguir su curso.

El Gobierno desalienta el debate abierto sobre el genocidio y sobre las tensiones étnicas de Ruanda que se despliegan entre los tutsis, que representan alrededor del 15 por ciento de la población, y los hutus, que representan el 85 por ciento.

El Ejecutivo está dominado por los tutsis, una situación que parece garantizar el resentimiento continuo hacia los hutus. Está desaconsejada una discusión abierta sobre ésta y sobre cualquier otra diferencia entre hutus y tutsis; a aquellos que hablan de ello públicamente se arriesgan a ser detenidos acusados de revisionismo genocida.

"Cuando se trata de discutir las relaciones entre tutsis y hutus, 17 años después del genocidio, escuchas la misma respuesta una y otra vez: "Ahora todos somos ruandeses", dice un residente de Kigali que lleva años en la ciudad.

"Es la única respuesta con la que la gente se siente segura", asegura. "Es increíble cómo muchas personas se adhieren a la línea de Kagame. Se crea esta extraña sensación de que estamos en una "Ruanda perfecta" donde la gente sólo dice lo que es aprobado -, pero tú sabes que es mucho lo que acecha debajo".

"Ruanda es un país de relatos de duelos. Es una esperanza brillante o un país represivo dirigido por un dictador", dice un diplomático en Kigali. "Estos puntos de vista opuestos están más marcados que en la mayoría de los países africanos... El Gobierno de Kagame ve el crecimiento económico como la vía fundamental para proteger su seguridad".

2Pero ahora estamos empezando a ver algunos acontecimientos políticos", continúa. "Hay nueve partidos de la oposición, pero ¿llegarán a alguna parte? La gran pregunta es si Kagame se presentará a un tercer mandato en 2017. ¿O se retirará y dejará que otra persona coja el timón?".

Kagame fue reelegido en agosto de 2010 por un difícilmente creíble 93 por ciento. Muchos grupos de derechos humanos y democráticos denunciaron que las elecciones se vieron empañadas por la violencia y la represión.

Dos figuras de la oposición fueron asesinadas y una atacada en circunstancias sospechosas. A varios candidatos de la oposición se les negó el permiso para participar. Kagame niega con firmeza cualquier manipulación electoral o la violencia.

La atención está ya centrada en laselecciones de 2017

Se puede comprender la importancia crucial de si Kagame se presentará para un tercer mandato cuando se mira a la vecina Uganda, donde el presidente Yoweri Museveni ha extendido su gobierno durante más de 25 años, y ha aumentado la represión allí. Más hacia el sur, en Zimbabue, Robert Mugabe se ha mantenido en el poder durante 31 años, arruinando la economía de su país en el proceso, y con el coste de una violencia generalizada, asesinatos y otros abusos contra los derechos humanos.

Kagame atesora públicamente que no tiene planes de cambiar la constitución de Ruanda por lo que podrá postularse para otro mandato.

"No me encontrarás como presidente cuando llegue 2017", dijo Kagame, en una entrevista con International Reporting Project. Sin embargo, añadió un matiz que sugirió que podría haber un vacío legal. "Hagamos predicciones sobre 2017 cuando lleguemos al año 2017".

Sin embargo, pueden ser más significativas las declaraciones de dirigentes del partido gobernante Frente Patriótico Ruandés de Kagame pidiendo permanecer en el poder.

Los fieles del partido no dicen cosas que Kagame no quiera oír, por lo que muchos en Ruanda temen que, con la bendición de Kagame, su partido esté iniciando una campaña para mantenerle en el poder.

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