El pasado 26 de mayo, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), activó la voladura definitiva de la burbuja inmobiliaria española, un artificio que crearon, mano a mano, entidades financieras y promotores.
Hasta ahora, quienes han pagado casi todos los platos rotos han sido los segundos, como evidencian los concursos de acreedores de gigantes como Martinsa y Habitat, o zoombies como Reyal y Metrovacesa, cuya vida artificial durará lo que dicten sus banco acreedores.
El problema es que éstos van a empezar a sufrir en su carnes, con la misma crudeza, los excesos del pasado, debido a la decisión que tomó MAFO aquel 26-M. Porque las endémicas cuentas de bancos y cajas van a tener que cubrir con dinero contante y sonante el 30% de cada crédito moroso que esté dos años en su cartera.
Eso es provisionar, meter efectivo en una hucha rota para intentar tapar el agujero. Y los números hablan por sí solos sobre el impacto que tendrá en bancos y cajas: este año su beneficio se reducirá en una media del 10% por la nueva política, y el próximo, mejor no pensarlo.
El roto es más grande de lo que muchos quieren aceptar. Se estima que bancos y cajas tienen prestado a promotores y constructores la escalofriante cifra de 445.000 millones de euros, de los cuales, casi una cuarta parte (97.000 euros) no se recuperará, según las estimaciones del Consejo Superior de Cámaras.
Corte en canal
Hasta ahora, las entidades financieras tenían hasta seis años para provisionar el 20% de los créditos morosos. De ahí que muchas entidades ni siquiera tengan cubierto este primer listón, porque la normativa permitía pasar la patata caliente al futuro. Y ellas lo hacían, ahogadas por la falta de liquidez y el exceso del ladrillo.
Pero, de golpe, van a tener que elevarlas hasta el 30% en un plazo de apenas año y medio. El Banco de España estima que, de media, el sector tendrá que incrementar un 2% sus provisiones este año y un 7% el próximo. Pero ésta es la media, lo que significa que un importante grupo de cajas (sobre todo) y bancos (en menor medida) van a tener que doblar el dinero que metan en la hucha rota.
Entre los bancos más afectados por este cambio figuran Sabadell (el primero en abrir la caja de los truenos de las fusiones bancarias) y Popular. Según el banco de inversión Nomura, el primero verá cercenarse un 55% sus previsiones de beneficio este año por la nueva normativa, mientras que el segundo sufrirá un recorte del 34%.
Sólo estos dos ejemplos permiten confiar en un baile de fusiones entre la banca mediana, como ha ocurrido con las cajas, dirigido a cumplir el famoso "la unión hace la fuerza" y buscar la solvencia vía matrimonios.
Una cita a la que también está invitado Pastor, ya que apenas tiene provisionados el 14% de sus activos inmobiliarios. Después vienen Sabadell, (15,5%), Popular (20%), Bankinter (22%) y Banesto (25%), mientras que los grandes, Santander y BBVA, están por encima del 30%.
El problema añadido es que las entidades sólo tienen una vía para quitarse de encima tanto ladrillo, y es sacar al mercado estas viviendas con una rebaja similar a la que han tenido que provisionar. Lo comido por lo servido. Pero pinchan definitivamente la burbuja y no siguen comiéndose su beneficio en forma de provisiones.
Porque, mientras España continue con sus escalofriantes cifras de paro, la demanda seguirá estancada. Y el Ejecutivo ya ha advertido que dentro de tres años, en 2013, cuando ya tengamos un déficit saneado y técnicamente hayamos salido de la crisis, habrá un 16% de desempleados, muchos de larga duración. Y eso es sinónimo de más morosidad...y más provisiones. Toca mover ficha.
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