México defiende especies marinas amenazadas por mercado negro en China

La luna iluminaba las aguas del Golfo de California cuando se detuvo el bote de la Marina de México. En la penumbra, los navales acechaban con sus binoculares a cazadores furtivos que buscan especies marinas para traficarlas hasta horizontes tan lejanos como Asia.

La armada (marina de guerra) opera en las costas de San Felipe, un pueblo pesquero del noroeste de México, buscando trampas prohibidas para atrapar totoabas, un pez gravemente amenazado de extinción cuyas vejigas natatorias son disecadas y vendidas por decenas de miles de dólares en el mercado negro de China, pese a un veto internacional.

El gobierno de México reforzó los patrullajes en el Golfo de California desde hace un año porque, además de este tráfico de totoaba, las trampas también han causado la casi extinción de su vaquita marina, la marsopa más pequeña del mundo.

La alarma cundió en 2014, cuando un estudio encontró menos de 100 vaquitas en la zona, frente a las 200 de 2012, anticipando la desaparición de la especie para 2018. Científicos divisaron 25 ejemplares en octubre, pero dos aparecieron muertos en marzo.

Durante un reciente recorrido naval, al que fue invitada la prensa, manadas de delfines emergían de entre las aguas y ballenas rociaban agua desde sus espiráculos. Pero no se avistó una sola vaquita marina.

El cetáceo de 1,5 metros, que se caracteriza por tener un anillo oscuro alrededor de los ojos y una boca que pareciera sonreír, tiende a evadir el contacto con los humanos.

"Hemos andado navegando bastante y no ha sido posible" avistar alguna, dice el capitán Federico Castro, a cargo de un buque patrulla equipado con un poderoso radar que transmite información a embarcaciones más pequeñas para interceptar trampas o cazadores furtivos.

Aunque encuentran redes todos los días, las autoridades aseguran que han podido ganar terreno contra los cazadores desde el veto de dos años impuesto por el presidente Enrique Peña Nieto en abril de 2015 para la pesca con redes en un radio de 13.000 km2, lo que representa una expansión diez veces mayor del territorio refugio de la vaquita marina.

Un barco patrulla, una docena de lanchas motoras, dos aviones y un helicóptero peinan el área junto con agentes de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

"Tenemos todavía la esperanza de que la vaquita marina se pueda recuperar. Hay menos incidencia en la pesca ilegal", dice Joel González, director general de inspección y vigilancia de vida silvestre de la Profepa.

Las autoridades hallaron más de 500 redes en el último año. Cuando el área protegida era mucho más pequeña, se conseguían entre 350 y 500 anualmente.

Los marinos dicen que las redes miden entre tres y diez veces el tamaño de un campo de fútbol y que no sólo atrapan totoabas, sino también delfines, tortugas y leones marinos.

Por otro lado, las autoridades han arrestado a casi a 80 personas por caza furtiva y se han incautado de más de 100 botes y cientos de vejigas natatorias.

Según González, China recién empezó a reconocer el problema del tráfico de totoaba en enero, y ahora colabora con autoridades de México y Estados Unidos para intercambiar información.

En Hong Kong, un reportero de la AFP encontró un comercio que ofrece vejigas natatorias o buche de totoaba a lo largo de las agitadas calles dedicadas a la venta de mariscos disecados. Sin embargo, los productos estaban escondidos.

La tendera mostró una foto de buche cuyo precio ascendía a decenas de miles de dólares, y pidió un adelanto antes de dar el producto.

"Lo tenemos en nuestras reservas, pero nos tomará unos días traerlo aquí", dijo.

Pese al veto internacional de comercio, la tendera dijo que el buche puede llevarse hasta China Continental desde Hong Kong "para uso personal y cuando se trata de pequeñas cantidades".

Algunos comerciantes dicen que la mano dura de las autoridades chinas los están disuadiendo de vender los codiciados productos, mientras que otros aseguran que aunque no los exhiben en vitrina, sí los tienen en sus reservas.

"La gente ha recibido multas. Yo no tomaré riesgos, así que no lo vendo", dijo uno de los comerciantes.

Preparado en sopa, se cree que el buche cura una serie de padecimientos gracias a su alto contenido en colágeno: desde artritis, malestares del embarazo hasta afecciones cutáneas.

Cada vejiga se vende entre 1.500 y 1.800 dólares en México, un precio que asciende hasta los 5.000 dólares en Estados Unidos y entre 10.000 y 20.000 en Asia, según autoridades estadounidenses.

Los pescadores venden las vejigas natatorias a los traficantes, quienes las almacenan en poblados fronterizos antes de transportarlas a Estados Unidos o enviarlas a través de servicios de paquetería o en maletas a Asia, explica González.

Entre los compradores se encuentran chinos o estadounidenses de origen chino, añade.

En 2014, un hombre de California fue sentenciado a un año de prisión luego de que las autoridades le incautaran 27 fauces halladas en su auto cuando se encontraba en la frontera de México y Estados Unidos y otras 214 fauces en una casa, por un valor total de 3,6 millones de dólares.

Sunshine Antonio Rodríguez, presidente de la cooperativa pesquera de San Felipe, estima que la solución es legalizar la pesca de totoaba con ciertas restricciones y crear un mercado legal para los clientes de Asia.

Rodríguez negoció compensaciones para los 1.200 pescadores locales, quienes reciben del gobierno entre 750 y 2.130 dólares mensuales por cabeza, a cambio de renunciar prácticamente a todo tipo de pesca.

Para Rodríguez, es una "grosería" culpar a los pescadores del peligro que corre la vaquita, pues la contaminación y la misma naturaleza podrían haber influido.

"Sin embargo, es un compromiso como mexicanos y como gobierno, debemos de tratar de salvarla", concluyó.

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