(REPORTAJE) 290.000 LEGUAS DE CABLE SUBMARINO

Aunque se habla mucho de las telecomunicaciones por satélite, éstas solo representan el 3 por ciento del tráfico global de datos, frente al 97 por ciento que se realiza a través de cables submarinos de fibra óptica. Se calcula que hay 1,4 millones de kilómetros de cable submarino instalado en el fondo del mar, suficiente para dar 35 vueltas alrededor de la Tierra. Julio Verne se quedaría admirado con este viaje submarino de 290.000 leguas que realizan cada día nuestras comunicaciones.
Las telecomunicaciones mediante cable submarino celebran una efeméride. Se cumplen 150 años de la entrada en funcionamiento del primer cable transoceánico, que unía Irlanda y Terranova. A decir verdad, hubo un proyecto anterior 11 años antes, en 1855, pero que en solo 20 días se fue al garete.
Este primer cable transoceánico, al igual que el primero que se instaló en el Canal de la Mancha en 1852, estaba compuesto por hilos de cobre recubiertos de un material aislante denominado gutapercha, una técnica desarrollada por el ingeniero alemán Werner von Siemens.
La tecnología del cable submarino ha avanzado mucho en los últimos 150 años. Si en aquella época los cables solo eran capaces de transmitir mensajes cifrados en código Morse, ahora pueden llevar voz, datos o la señal de televisión a través de un tubo de acero recubierto con silicona que no tiene más de 10 centímetros de ancho y que en su interior contiene varios pares de hebras de fibra de vidrio.
Con esos pares de hilos de fibra pueden llegar a transmitir hasta 160 terabits de información por segundo, lo que equivale al contenido de 4.500 DVD. Con esa velocidad de transmisión no es extraño que el cable submarino esté ganando la partida por goleada al satélite, como explica a Servimedia Carlos Dasi, director de Tecnología (CTO, por sus siglas en inglés) de Telxius Cable, la filial de Telefónica dedicada a estas infraestructuras: “Con la tecnología actual, un solo par de fibras puede transmitir con un mayor ancho de banda que todo un satélite”.
El CTO de Telxius señala además que el cable submarino ofrece una menor latencia, que es el tiempo de propagación de la señal. Es lógico si pensamos, como indica Dasi, que “las comunicaciones por satélite tienen que enviar la señal hasta el espacio y regresar, mientras que las comunicaciones submarinas recorren un trayecto más corto”.
Es verdad que el satélite ofrece ventajas sobre el cable, como una mayor cobertura, pero un retraso de medio segundo frente al cable, aunque pueda parecer poco, es mucho en el competitivo mercado de las telecomunicaciones.
El cable submarino sigue siendo una infraestructura en alza. Según el informe Global Submarine Fiber Cable Market 2015-2019, publicado por la compañía de investigación de mercado Technavio, más del 97 por ciento del tráfico global de datos se realiza actualmente a través de cables submarinos de fibra, mientras que los sistemas de satélite solo suponen el tres por ciento restante.
Por su parte, el último Informe de la Industria de Telecomunicaciones Submarinas calcula que actualmente hay 1,4 millones de kilómetros de cable instalado en el fondo del mar, una cantidad con la que se podría dar la vuelta al mundo 35 veces.
El futuro del cable es prometedor. Los analistas de Technavio pronostican una tasa de crecimiento del siete por ciento anual del mercado global del cable de fibra para el periodo 2014-2019. La inversión media anual en este tipo de infraestructuras supera los 1.700 millones de euros.
ESPAÑA, ENCLAVE ESTRATÉGICO
Debido a su privilegiada situación geográfica, España cuenta con importantes infraestructuras de cable submarino. Concretamente, en Bilbao encontramos el cable Tata TGN, que distribuye la conexión entre varios países del oeste de Europa.
En el mar Mediterráneo hay otros cuatro puntos de conexión: Barcelona, Gabá, Valencia y Mallorca. Y en Estepona (Málaga) hay un punto para dos cables, uno que conecta con Marruecos y otro que une Europa con Asia. Por las Canarias también pasan cables que viajan a África y América.
Por otra parte, la estación de Conil de la Frontera (Cádiz) es la más importante de España y una de las más relevantes de Europa. Por ella pasan cables que conectan el Viejo Continente con África y América. De este búnker antinuclear, construido por Estados Unidos en 1968, en plena Guerra Fría, parte, por ejemplo, el cable Columbus III, que llega hasta la península de Florida.
En estos momentos se está desplegando desde la playa Sopelana (Vizcaya) un nuevo cable de 6.600 kilómetros de longitud, que atravesará el Atlántico con destino a Virginia Beach (EEUU). El cable 'Marea', que así se llama esta infraestructura, está siendo desplegado por Telxius a iniciativa de Microsoft y Facebook y se espera que esté operativo en octubre de 2017.
El responsable tecnológico de esta filial de Telefónica comenta: "Este proyecto generó gran interés en el mercado americano, pues todos los cables del Atlántico actualmente instalados están concentrados en el Norte (Nueva York y Nueva Jersey) y en el Sur (Florida). El 'Marea' será el primer cable submarino que llegue a la región llamada Mid Atlantic. Adicionalmente, desde Bilbao, la conectividad del 'Marea' se puede extender a diversos puntos de Europa”.
El 'Marea' será capaz de transmitir 160 terabits por segundo, una velocidad 16 millones de veces más rápida que una conexión doméstica común, lo que mejorará la experiencia de navegación de millones de internautas de todo el mundo.

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