Alemania proclama firme oposición a estímulos fiscales antes de reunión del G20

  • El ministro alemán de Finanzas expresó el viernes antes de reunirse con sus pares del G20 en Shanghái su oposición a los programas de estímulo fiscal, defendidos por otras potencias como una fórmula de reactivación de la economía mundial.

El ministro, Wolfgang Schäuble, afirmó en un seminario que las medidas de flexibilización monetaria han demostrado ser "contraproducentes" y que los programas de estímulo fiscal mediante el aumento del gasto público "perdieron eficacia".

"El modelo económico basado en el endeudamiento ha tocado su límite", proclamó Schäuble, que sólo ve una salida en las "reformas estructurales".

Una advertencia que parece ir a contracorriente de muchos países que forman el club de potencias industrializadas y emergentes del G20, preocupados por la degradación de las perspectivas económicas a causa de la desaceleración de China, el derrumbe de los precios del petróleo y las materias primas y la agitación incesante de los mercados financieros.

Así, el Banco Central Europeo (BCE) parece decidido a redoblar sus esfuerzos para dar impulso a la zona euro y la Reserva Federal estadounidense (Fed) se muestra cada vez más prudente sobre la conveniencia de volver a subir sus tasas de interés, después de haberlas aumentado en diciembre por primera vez en nueve años.

El Banco de Japón (BoJ), por su parte, no vaciló en adoptar tasas negativas, con la esperanza de estimular el crédito y alejar el riesgo de deflación.

El banco central chino (PBOC) proclamó asimismo el viernes su voluntad de "conservar un margen de maniobra" para flexibilizar su política monetaria.

La receta de Schäuble para dinamizar la economía mundial es conocida: lanzar reformas estructurales, empezando por sanear "prudentemente" las cuentas públicas.

"Si quieren de verdad que la economía real se fortalezca, no hay un atajo posible sin reformas", declaró el ministro, para quien "pensar en nuevos planes de reactivación sólo nos distrae de las tareas reales a las que debemos aplicarnos".

Alemania es la principal economía de la Unión Europea (UE), pero sus socios no parecen dispuestos a compartir la intransigencia de Schäuble en materia de ortodoxia financiera.

El ministro francés de Finanzas, Michel Sapin, hizo saber desde Hong Kong que concuerda en que sería "inoportuno lanzar un programa global de impulso fiscal", pero consideró que los países con mayores capacidades presupuestarias deben utilizarlas para "sostener el crecimiento global".

El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ya en Shanghái, también tomó distancias con Berlín.

"Algunos comentaristas difunden el mito de que las políticas monetarias habrían agotado sus municiones", sin tener en cuenta que el mundo "corre el riesgo de verse atrapado entre un crecimiento mediocre, una inflación débil y tasas de interés sumamente bajas".

Las medidas de estímulo podrían permitir "ganar tiempo para poner en marcha las reformas estructurales", argumentó.

Esa posición coincide con el reciente llamado del secretario estadounidense del Tesoro, Jack Lew, a "recurrir de común acuerdo" a políticas de estímulo fiscal y monetario.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) admitió que las medidas de estímulo pueden resultar necesarias, pero que estas no excluyen la obligación de reformas.

"Las reformas estructurales, sumadas a medidas de apoyo a la demanda, siguen siendo sumamente deseables para reforzar de manera duradera la productividad y la creación de empleos", destacó un informe de esa entidad de 34 países, en su gran mayoría del mundo desarrollado.

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