Eslabón base de la cadena

Alerta roja en el sector alimentario: la guerra y la sequía tambalean el cereal

Productores y comerciantes ya descuentan una mala cosecha por las condiciones climáticas, con una caída de la producción nacional del 15%, al que se une la falta en el mercado del grano ucraniano, ruso e indio. 

Campo de trigo
Alerta roja en el sector alimentario: la guerra y la sequía tambalean el cereal. 
Pixabay

La invasión rusa de Ucrania ha puesto patas arriba el tablero económico mundial por su repercusión en dos actividades clave: la energía y la agricultura. El primero, por la importancia de Moscú en el suministro de gas y petróleo a Europa y, el segundo, por el peso que ejercen los dos países implicados en el conflicto bélico en el mercado global del cereal. Aunque este problema parecía resuelto en España con el aumento de las compras a otros emisores como Brasil y EEUU, para compensar el vacío de la siembra ucraniana, la falta de lluvias golpea a los campos de trigo que, a las puertas de comenzar la recogida de la cosecha, ya anticipa una menor producción.

La Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (Accoe) estima entre un 10% y un 15% menos de volumen con respecto al año pasado, por las altas temperaturas y las pocas precipitaciones. En la misma línea, desde la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) ya anticipan que los datos serán malos. León, Zamora y Salamanca son las tres provincias más castigadas dentro de Castilla y León, a la que se suma Valladolid, que cifra en 170 millones de euros las pérdidas en la recolecta de este 2022. "Es un año complicado, en el que los costes han llegado a multiplicarse un 300%", comenta a este medio el presidente de Asaja Cádiz, Pedro Gallardo, quien lamenta que el repunte del precio no llega a cubrir el encarecimiento de los gastos que conllevan las plantaciones.

A nivel nacional, se produjeron en 2021 un total de 8.645 toneladas de trigo. Esto le sitúa en cuarta posición en la lista de principales países de la UE, por detrás de Francia (36.366,6), Alemania (21.459,2) y Rumanía (11.893,6), según datos de Statista. Clasificación que posiblemente cambie este año después de que el país galo esté sufriendo una sequía histórica que afecta de lleno a España, al ser su principal proveedor. A ello se une el hecho de que el nivel de consumo de este producto ha aumentado más en los últimos años que las extensiones de terreno en las que se cultiva, por lo que las circunstancias actuales solo vienen a agravar un problema que ya existía, según explica a este medio el secretario general de la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (Accoe), José Manuel Álvarez.

Con el Mar Negro, considerado el granero de Europa, fuera de juego, e India, segundo productor del mundo, cerrado en banda a vender al exterior por decreto ante la ola extrema de calor que registra, para esta campaña (2021-2022), el Consejo Internacional de Cereales (IGC, por sus siglas en inglés), prevé una comercialización mundial de cereales de 416 millones de toneladas, lo que supone un descenso anual del 2%, que se ha visto marcada "parcialmente" por el conflicto bélico. La menor oferta se ha traducido en un repunte de su precio, que ya se negocia a coste de oro. Según los datos de Accoe, solo en España, el trigo blando a coste de almacén se ha incrementado en las últimas dos semanas un 5,97%, y la tonelada ya se comercia al por mayor en 406,35 euros, mientras que el maíz duro se ha reducido en un ligero 1,46%, hasta los 505 euros. Para hacerse una idea del incremento, la primera semana de invasión (del 21 al 27 de febrero de 2022) el blando se situaba en los 226,94 euros y el duro 287,50 euros. 

Si bien desde el sector intentan hacer un llamamiento a la tranquilidad, dado que no contemplan el desabastecimiento en el país, el problema viene por el hecho de que este alimento representa un eslabón básico de la cadena alimentaria. De la cesta de la compra que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), la explicación de las partidas que más suben viene condicionada por esta situación. Entre ellas se encuentran los aceites y derivados, con una variación anual del 48,4%, así como los cereales (+13,7%) y el pan (+10,1%). Además de emplearse en la fabricación de múltiples productos como la pasta o las harinas, también supone una de las principales fuentes de alimentación para los animales, por lo que su encarecimiento tiene efectos en toda la economía. "La situación supone una dificultad añadida para la ganadería, porque muchas explotaciones no pueden hacer frente a la compra de esa materia prima para el ganado", detalla a La Información el responsable de cultivos herbáceos de la COAG, José Roales, quien añade que se trata de "un problema muy serio". 

Con millones de toneladas de trigo y otros cultivos varados en Ucrania sin posibilidad de ser exportados a los mercados internacionales, sobre todo a países de África y Oriente Medio, más dependientes de esas entregas, todo apunta a que su precio continuará creciendo y tensionará aún más los mercados. El ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, ya ha avisado de que la guerra y sus efectos durarán "muchos años", ante lo que invita a prepararse para una crisis alimentaria que ya se nota en el norte de África. 

Mientras en el Foro Económico Mundial, celebrado esta semana, los expertos ya pronosticaban un repunte del precio del trigo del 40% para este año y advertían de que la carne podría rebasar niveles inéditos, el Kremlin chantajea a Europa con ordenar la salida de trigo de sus puertos si levantan las sanciones, algo que, por ahora, parece poco probable. La propuesta no es baladí. Rusia es el mayor exportador mundial de trigo, y Ucrania, el quinto. Juntos suministran el 14% del consumo mundial y más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales, según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Putin tiene la llave de la paz y de la seguridad alimentaria global. 

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