Relativiza el impacto de la crisis

La alternativa al PIB que gusta a Calviño y que afirma que estamos como en 2018

El nuevo indicador del INE que aspira a medir el nivel de bienestar de los ciudadanos y no solo la producción económica concluye que el año de la pandemia fue el tercero mejor en términos de bienestar desde 2008.

La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
L.I.

Lo que dicen las frías cifras del Producto Interior Bruto (PIB) - el indicador que se utiliza en todo el mundo para medir el avance de las economías- es que el desplome económico desencadenado por la pandemia hizo retroceder a la economía española hasta niveles del año 2016 y probablemente nos mantenga en unos niveles de bienestar inferiores a los que existían antes de la Covid hasta finales de 2022 o principios de 2023, en función del vigor que demuestre el crecimiento en los próximos meses. Pero esto no son más que números. La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ya advirtió hace apenas unas semanas que el PIB es un indicador importante, "pero no refleja adecuadamente factores clave del progreso económico, como la sostenibilidad ambiental, la digitalización o la cohesión social".

Precisamente para incorporar todas esas dimensiones que echa de menos la vicepresidenta primera del Gobierno y muchas más a la medición de la prosperidad de la economía española el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha desarrollado el Indicador Multidimensional de Calidad de Vida (IMCV), cuyos primeros datos se han publicado hace apenas unos días y que muestra una foto bien diferente a la antes mencionada. Según el IMCV, la calidad de vida de los ciudadanos españoles experimentó en efecto en 2020 la mayor caída de la serie histórica iniciada en el año 2008, pero ello no ha impedido que el año de la pandemia figure a ojos de este indicador como el tercero mejor de los últimos 14 años en términos de calidad de vida y bienestar de los ciudadanos o que concluya que el nivel de bienestar fue en 2020 equiparable al que había en España en 2018.

"Nuestra concepción del bienestar y la prosperidad está evolucionando y es necesario actualizar nuestras herramientas analíticas para tener en cuenta diferentes variables y calibrar adecuadamente el crecimiento potencial y la resiliencia de una economía". La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, formuló esta declaración de intenciones el pasado 25 de octubre en el marco del seminario 'Beyond GDP: monitoring the recovery', una jornada de altísimo nivel - contó con la presencia del comisario europeo de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni; de la economista jefe del Banco Mundial, Carmen Reinhardt; o del premo nobel Joseph Stiglitz - convocada para promover la utilización de herramientas estadísticas más completas que el PIB para medir el nivel real de bienestar de los ciudadanos más allá de la capacidad de producción de la economía y que al Gobierno le vino de perlas en plena polvareda por el fuerte recorte a la baja del crecimiento del segundo trimestre del año por parte del INE, que entre otras cosas se llevó por delante las previsiones de crecimiento sobre las que el Ejecutivo había construido su recién presentado proyecto de Presupuestos. 

En ese contexto de agitación estadística, la vicepresidenta primera del Gobierno cuestionó la validez de la Contabilidad Nacional (el dato de PIB de toda la vida) a la hora de estimar el nivel de bienestar real de un país e instó a la elaboración de indicadores más completos, que tengan en cuenta dimensiones relacionadas con la sostenibilidad, la capacidad de una economía para investigar, la calidad de sus sistemas sanitarios o educativos, el clima empresarial o la percepción sobre la calidad de vida de los ciudadanos, para actualizar, modernizar y afinar la medición de la riqueza y el bienestar de las economías.

El Ministerio de Economía ya ha empezado a hacer eso en sus informes de situación económica, que ya no sólo muestran la evolución del PIB, la producción industrial o los concursos de acreedores sino que incluyen indicadores como el porcentaje de energía renovable generada, la extensión de redes de comunicaciones de última generación o indicadores de cohesión social. Pero es el Instituto Nacional de Estadística (INE) el que ha desarrollado un nuevo indicador experimental que concreta los anhelos de la vicepresidenta y completa los datos tradicionales como la evolución de las rentas de los ciudadanos - que no deja de ser la participación de éstos en el PIB - con otras dimensiones como la población en riesgo de pobreza, la percepción de los ciudadanos sobre su situación económica, la calidad de la educación o la sanidad, el entorno ambiental o las relaciones sociales. 

"Visión panorámica" de la calidad de vida en España

El IMCV agrega en total 55 indicadores de nueve dimensiones diferentes (condiciones materiales de vida, trabajo, salud, educación, ocio y relaciones sociales, seguridad física y personal, gobernanza y derechos básicos, entorno y medio ambiente y experiencia general de la vida) con el objetivo de "ofrecer una visión panorámica de la calidad de vida en España" y permitir establecer comparaciones territoriales y también entre grupos poblacionales, y también con otros países de la Unión Europea.

Desde esa perspectiva multimensional el indicador concluye que en el año 2020 el nivel de bienestar de los ciudadanos se resintió por la pandemia 'ma non troppo'. Se percibe un retroceso muy significativo en la dimensión de Salud, que se configura a partir de ocho indicadores y que mostró una tendencia negativa muy acusada en la esperanza de vida al nacer, la percepción individual de la salud o las necesidades no satisfechas por los cuidados médicos; y también en la de 'Condiciones Materiales de Vida', no tanto por el retroceso en el nivel de renta como por las dificultades para llegar a fin de mes o para hacer frente a los pagos.

Sin embargo, el indicador experimental del INE concluye que en 2020 las condiciones de trabajo de los españoles mejoraron - pese a los más de tres millones de trabajadores que llegaron a estar sostenidos por los ERTE -, al parecer por la reducción de la temporalidad en el trabajo y sobre todo por el retroceso en el número de trabajadores que declaran hacer jornadas de trabajo largas o muy largas...por motivos obvios. El IMCV también reporta avances en la dimensión 'Educación' por el repunte del porcentaje de trabajadores que percibieron algún tipo de formación y por la reducción de la tasa de abandono escolar durante el año de la pandemia.

En conjunto el indicador sitúa el nivel de bienestar en 2020 en un nivel muy similar al del año 2018 mientras que desde la perspectiva del PIB España se situó el año de la pandemia un 6,7% por debajo del nivel de prosperidad económica alcanzado en 2018, es decir, ofrece una fotografía mucho más suave de la crisis generada por la pandemia. El INE admite, no obstante, que se trata de un indicador en construcción y que está sometido al escrutinio de los usuarios con el fin de afinar su metodología.

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