Informe Trimestral

El BdE rebaja al 3,7% la inflación este año pese a la presión de los alimentos

Eleva tres décimas el avance del PIB previsto para este año al 1,6% y apunta a que, con la evolución de la afiliación a la Seguridad Social y la mejora de la confianza, la economía crecería al 0,3% hasta marzo.

Pablo Hernández De Cos, gobernador del Banco de España
Pablo Hernández De Cos, gobernador del Banco de España
Europa Press

El Banco de España rebaja más de un punto su previsión de inflación este año hasta el 3,7%, pese a la presión que seguirá ejerciendo los precios de los alimentos. En ese nivel se situará de media la tasa general después de cerrar el pasado ejercicio en el 8,3%, gracias al abaratamiento de las materias primas energéticas previsto para los próximos meses y al efecto base de comparar con unos meses, los inmediatamente posteriores a la invasión rusa de Ucrania, en los que la subida de los precios se desbocó. La entidad estima que los alimentos se encarecerán de media un 12,2% este año, frente al 7,8% que había calculado en diciembre. La entidad estima que los precios de estos productos aún no han tocado techo, si bien lo harán a lo largo del año. 

El último Informe Trimestral de la Economía española publicado este miércoles por el regulador rebaja, de hecho, 1,2 puntos la tasa de IPC general en relación a su estimación previa, en un contexto en el que también mejora tres décimas el avance previsto del PIB hasta el 1,6%. El BdE prevé que el país recupere los niveles de crecimiento previos a la pandemia de Covid-19 en la segunda mitad de este año, esto es, antes de lo que había contemplado en un primer momento.

En lo que respecta a la inflación subyacente, que excluye de su cómputo la evolución de los precios de la energía y de los alimentos frescos, empezará a moderarse en torno a la primavera, si bien en el promedio del año aumentará una décima con respecto a la observada en 2022, hasta el 3,9%. El BdE explica que la moderación progresiva de esta tasa responderá a que irán desapareciendo las distorsiones que todavía persisten en las cadenas globales de suministro, al impacto gradual de las subidas de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo en la demanda y a la progresiva traslación —con un cierto retardo— del abaratamiento de los costes energéticos a los precios del resto de bienes y servicios. Con todo, el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, incide en que "todavía quedan presiones importantes tanto en la subyacente como en los alimentos".

Como resultado de todo lo anterior, las tasas de inflación subyacente alcanzarán promedios anuales del 2,2% en 2024 y del 1,8% en 2025. De cara al año que viene, la reducción en la tasa de inflación general será mucho más modesta, hasta el 3,6% —antes de descender nuevamente en el último año del horizonte de proyección hasta el 1,8%—, debido, sobre todo a una nueva aceleración del componente energético una vez que expiren las medidas desplegadas por los gobiernos para suavizar los efectos de la crisis.

De momento, en lo que va de ejercicio, la economía española habría mantenido "un grado de dinamismo similar" al que registró en la segunda mitad del año pasado. Así, la evolución favorable de la afiliación a la Seguridad Social y la mejora de los indicadores de confianza sugieren, entre otros factores, que el ritmo de avance del PIB podría haberse incrementado ligeramente, hasta el 0,3%. Esto, a la vez que persiste una cierta "debilidad en las dinámicas macrofinancieras" de la economía. Entre ellas, el organismo capitaneado por Pablo Hernández de Cos señala los dos escollos que siguen limitando el gasto de los hogares y empresas: la persistencia de tasas de inflación elevadas y la subida del precio del dinero.

A la revisión al alza del crecimiento de cara a este ejercicio contribuye el efecto arrastre por la mejora de datos del cuarto trimestre del año pasado que pusieron en evidencia los datos de Contabilidad Nacional Trimestral, publicados por el Instituto Nacional de Estadística (cuando la economía avanzó al 0,2%, igual que entre julio y septiembre). Pero, además, la entidad señala que los supuestos referidos a los mercados exteriores y a las variables fiscales "son ahora algo más favorables para el crecimiento en el año en curso", lo que compensaría el impacto negativo asociado al alza de tipos. En contraposición, los cambios en los supuestos se traducen en una revisión a la baja cuatro décimas en el avance del PIB de cara a 2024.

Las proyecciones macroeconómicas terminaron de elaborarse a principios de marzo, antes de la reciente aparición de tensiones en los mercados financieros internacionales y contemplan un fortalecimiento gradual de la actividad económica en nuestro país en los próximos trimestres. Al incremento en el ritmo de avance contribuirán, junto con las menores presiones inflacionistas, la reapertura de la economía china, la relajación de los cuellos de botella en las cadenas de suministro global y la puesta en marcha de un volumen creciente de proyectos de inversión vinculados al programa Next Generation EU. El impacto favorable de estas dinámicas sobre la actividad será especialmente visible en 2024 y 2025, cuando el PIB avanzará un 2,3% y un 2,1%, respectivamente. 

Los riesgos, por Ucrania y las turbulencias financieras

El Banco de España señala que en un contexto de incertidumbre muy elevada, los riesgos sobre estas proyecciones "están orientados a la baja en términos de la actividad económica y aparecen equilibrados con respecto a la inflación". El principal riesgo está en la evolución geopolítica de la guerra de Ucrania, puesto que podría dar lugar a nuevas perturbaciones de oferta negativas similares a las sufridas en 2022. Preocupa también que puedan producirse turbulencias adicionales en los mercados financieros, con efectos a la baja sobre actividad y los precios. Estas se darían a través de un doble canal: un empeoramiento de la confianza de los agentes económicos y un tensionamiento de las condiciones financieras más intenso de lo anticipado.

Por otro lado, una hipotética traslación más rápida de los descensos recientes del precio de la energía al resto de los precios de consumo (en España y en el resto de la Eurozona) favorecería una menor inflación y un mayor repunte de la demanda interna, al impulsar las rentas reales y reducir la necesidad de una política monetaria más agresiva. En sentido contrario, aunque se han atenuado los riesgos de que se agrave la persistencia del actual episodio inflacionista, "no se puede descartar aún que se produzca un proceso de realimentación entre los crecimientos de los precios y los salarios". De momento, la entidad constata que los salarios siguen registrando incrementos moderados en los primeros meses de 2023, mientras se observa "un cierto repunte de los márgenes empresariales" en el último año, aunque "con una elevada heterogeneidad entre sectores y empresas".

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