El BdE mejora su previsión, pero advierte del riesgo de un parlamento muy dividido

Hernández de Cos
Hernández de Cos
EFE

El Banco de España mejora su previsión de crecimiento para la economía española este año. Es la buena noticia de las proyecciones que acaba de publicar la entidad. Si bien del informe se extraen varias conclusiones, entre ellas, que se mantiene un ritmo de crucero que va a permitir la prolongación de la actual fase expansiva, pero que la desaceleración que ya ha empezado se agrava en 2020 y 2021. Y en un contexto global plagado de amenazas, el ámbito nacional no está exento de riesgos. ¿El más peligroso? Cada vez más fuerzas políticas influyendo en la toma de decisiones de política económica en el Congreso de los Diputados.

En su informe de proyecciones macroeconómicas 2019-2021 el supervisor eleva en dos décimas su previsión de avance del PIB para este año, hasta el 2,4%. El pasado mes de marzo había estimado un crecimiento anual del 2,2%, sin embargo, con la información disponible a estas alturas del ejercicio, el pronóstico varía por las revisiones al alza del PIB del primer trimestre y de las proyecciones para el segundo.

En clave optimista, el supervisor dibuja así un escenario en el que la actividad sigue mostrando una "notable fortaleza" que se traducirá en una "prolongación del actual periodo expansivo". Eso sí, mantiene la senda de desaceleración prevista para 2020 y 2021, cuando el avance anual del PIB pasará a caer al 1,9% y al 1,7%, respectivamente.

Pero este panorama no está exento de amenazas. Al contrario, el organismo que dirige Pablo Hernández de Cos avisa de que los riesgos "continúan orientados a la baja y su intensidad ha aumentado en los últimos meses". Según advierte en el informe, "las incertidumbres proceden sobre todo del contexto exterior", donde, de hecho, algunos riesgos ya han empezado a materializarse: el proteccionismo, las tensiones geopolíticas, una salida del Reino Unido de la Unión Europea sin acuerdo que podría comportar "consecuencias severas" para ambas partes, los paquetes de estímulo en China, la política fiscal en Italia...

Hasta ahí el contexto internacional al que, por supuesto, España no es ajena. Pero el ámbito nacional también presenta riesgos para el Banco de España, que advierte de que "el elevado grado de fragmentación parlamentaria, que viene produciéndose desde hace varios años, introduce una mayor incertidumbre acerca de la orientación futura de las políticas económicas y de la adopción de reformas que aumenten el potencial de crecimiento de la economía".

Un potencial que, en principio, se espera que la economía española "siga superando holgadamente", lo que permitirá que siga "reabsorbiéndose el todavía elevado volumen de desempleo". En este sentido, aunque se prevé una disminución progresiva del ritmo de creación de puestos de trabajo en el horizonte analizado, en parte provocada por el impacto de la subida del salario mínimo a 900 euros, el incremento de la ocupación permitirá que continúen observándose reducciones adicionales de la tasa de desempleo, hasta dejarla en el 13,8% en 2019, en el 12,4% en 2020 y en el 11,8% en 2021.

Crisis en el comercio global

El supervisor espera que el crecimiento siga sustentado sobre el dinamismo del consumo privado, en un contexto de condiciones financieras todavía favorables, aunque anticipa "cierto endurecimiento de los criterios de concesión del crédito". A la par, prevé una nula aportación de la demanda externa ante la debilidad del mercado mundial.

Se trata, sin duda, de un momento especialmente delicado para la actividad comercial española, lastrada por la desaceleración ya más que evidente de los intercambios globales. Así, "tanto las exportaciones como las importaciones han mostrado en la etapa más reciente una notable pérdida de dinamismo, con ritmos de avance que, en el tramo inicial del año, han sido significativamente inferiores a los anticipados hace tres meses". Esto unido al daño que han hecho al comercio "las dificultades idiosincrásicas por las que atraviesa la industria del automóvil", sector clave por su elevado grado de participación en las cadenas de valor mundiales.

Sobre las cuentas públicas, el supervisor espera que el déficit se reduzca en solo una décima en 2019, hasta el 2,4%, resultado neto de la mejora del componente cíclico y de un deterioro del componente estructural de magnitudes similares. Asimismo, los efectos favorables del ciclo económico permitirán una mejora gradual del déficit en los dos próximos años (1,8% y 1,6%), sin embargo se deberá exclusivamente al ciclo y el saldo estructural permanecerá en "niveles muy elevados". Malas noticias, toda vez que España ha logrado salir del procedimiento por déficit excesivo de la Comisión Europea y debe vigilar ahora precisamente el desfase estructural y la elevada deuda pública.

Mejora de los salarios

Con todo, el BdE hace una proyección interesante. En su análisis revela que las rentas laborales seguirán creciendo en el futuro próximo, si bien su incremento "tenderá a descansar más en la recuperación de los salarios reales que en la generación neta de puestos de trabajo, a diferencia de lo observado en los últimos años". Es decir, por primera vez en años crecerá la masa salarial total no porque haya más empleo, sino porque suban los sueldos. Pero esta composición del crecimiento de los ingresos laborales es, paradójicamente, menos propicia para el avance del consumo, porque la propensión marginal al gasto, en este caso, es menor, según concluye el informe.

Entonces, ¿van a subir los sueldos? Sí, el BdE asegura que a lo largo del horizonte de proyección (2019-2021) se espera un repunte de los crecimientos salariales con respecto a los observados en los últimos años, hasta tasas superiores al 2% en cada uno de los tres años. Esta aceleración sería resultado tanto de la aplicación de las recomendaciones del último Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) como de la subida del salario mínimo. Todo ello, en un contexto de incrementos de la productividad todavía reducidos.

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