En Carrizo de la Ribera (León)

La 'Baviera' española afronta la ley seca por la crisis en el consumo de cerveza

Los efectos de la pandemia, con caídas del 40% en las ventas por el cierre de los bares, y las nuevas negociaciones por el precio de la materia prima cuestionan el lugar donde se produce el 95% del lúpulo.

Un estudio muestra que el lúpulo podría ayudar a reducir el riesgo de cáncer de mama
Un estudio muestra que el lúpulo podría ayudar a reducir el riesgo de cáncer de mama.
EP

Carrizo de la Ribera (León) y, en general, la ribera del río Órbigo, es la ‘Baviera española’. Dicho de otra forma, es la capital de la cerveza en nuestro país. Todo, después de que hace ya muchas décadas, en los años 50 del siglo XX, un grupo de personas de la zona apostara por el cultivo del llamado ‘oro verde’, el lúpulo; indispensable en la fabricación de la cerveza. Entonces fueron Francisco ‘el Carrero’, Quico ‘Jato’, Francisco ‘el Molinero’ e Isidoro ‘Pirolo’ los cuatro pioneros que se liaron la manta a la cabeza y plantaron en su pueblo una planta trepadora, hasta cierto punto extravagante, y de aroma intenso.

Hoy, en un pueblo que no pasa de los 2.250 habitantes, hay cerca de 250 productores y se elabora alrededor de 1.000 toneladas anuales de lúpulo, el 95% de todo el país, que sirve para fabricar el 50% de la cerveza que se hace en España, y el cultivo se ha convertido en el auténtico motor económico de la localidad, al generar unos ingresos, a 4,2 euros la tonelada, de más de 4 millones de euros anuales. 

"Carrizo vive del lúpulo. Es su sostén económico", reconocen los lugareños. Por comparar, Baviera es la gran productora de lúpulo en Europa y, dentro de la UE, España (prácticamente solo con León) ocupa el sexto lugar, pero si se tienen en cuenta solo las variedades amargas (porque el lúpulo, añadido a la cebada es lo que da amargor y cuerpo a la cerveza) ocupa el tercer lugar con el 4,2% de la producción, por detrás de Alemania (85,3%) y Polonia (5,8%), según datos del Ministerio de Agricultura. 

A orillas del Órbigo, el cultivo del lúpulo, una planta trepadora que alcanza hasta los ocho metros de altura, ocupa unas 550 hectáreas de terreno. Y como en Múnich, también tiene su particular ‘Oktoberfest’, la ‘Feria del lúpulo y la cerveza’, que se celebra todos los años, desde hace 15, el último fin de semana de julio y atrae a la localidad a 50.000 visitantes y a los cuatro grandes grupos cerveceros de España: Heineken-Cruzcampo, Mahou-San Miguel, Estrella Galicia y Damm, así como a un buen número de cerveceros artesanales. No obstante, y como tantos otros eventos, este año no se podrá celebrar por la pandemia de la Covid 19, tal y como hizo oficial el Ayuntamiento de la localidad este pasado miércoles. 

Además, el virus también ha puesto en peligro y llena de incertidumbre sobre el futuro a la industria agrícola del lúpulo, pues el cierre del canal hostelero ha propiciado que el consumo de cerveza haya bajado en España un 40% en los últimos meses. Y si no se consume cerveza no hace falta lúpulo para fabricarla. Bien lo saben en el Reino Unido, donde la industria del lúpulo teme por su futuro después de que el cierre de los pubs por la pandemia haya hecho descender drásticamente el comsumo de cerveza. Y en la ribera del Órbigo se tientan la ropa. 

En Carrizo de la Ribera, también azotado por la crisis económica que ha traído la pandemia, el paro alcanzaba este mes de mayo el 12,93%, tres puntos porcentuales más que hace dos meses. Si la agricultura del lúpulo quebrara, "el desastre aquí sería de proporciones bíblicas", vaticina un ‘lupulero’ y "nos veríamos obligados a emigrar".En los años ochenta del siglo XX, sólo en la provincia de León, había más de 1.500 hectáreas destinadas a su cultivo, obteniéndose más de 2.000.000 kilos de producto. Sin embargo, se produjo un descenso paulatino en la superficie y en la producción, debido, entre otras razones, al envejecimiento del sector (la edad media de los cultivadores de lúpulo en 2007 era de 53 años). 

En la última década, además de haberse estabilizado la superficie en torno a las 550 hectáreas se ha reducido la edad media de los cultivadores a 49 años. La distribución del lúpulo cultivado en León está mayoritariamente regulado por la multinacional Hopsteiner, que en 2015 se hizo con el 80% del capital de la Sociedad de Fomento del Lúpulo de León (Saefl), previamente en manos de cerveceras españolas como Heineken España, Mahou-San Miguel o Grupo Damm. 

Precisamente a finales de febrero y principios de marzo, justo antes de que la pandemia nos encerrara en nuestras casas, los agricultores de la SAT Lúpulos de León, que agrupa a los productores, mantenían un litigio con la multinacional que les compra la producción. El precio que Hopsteiner España paga a los agricultores leoneses por el lúpulo es de 4,20 euros el kilo,mientras que en Alemania oscilan entre los 6 y los 6,50 euros/kilo. Una situación que desde León no entienden y aseguran que "la variedad", principalmente la Nugget,"y la calidad es la misma o incluso es mejor el lúpulo leonés". 

La importancia del lúpulo en León ha atraído hasta a algunos artistas, como la madrileña (aunque afincada en León) Susana Cámara, que ha llegado a realizar una exposición en San Sebastián sobre la planta del lúpulo. "El cultivo del lúpulo en León, tal y como lo conocemos hoy en día, responde a una estrategia nacional para abastecer la demanda de la industria cervecera, sobre todo a raíz del bloqueo de la importación de lúpulo alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Responde a unas políticas de cultivo y consumo que transformaron el territorio y su memoria", explica. La artista añade que "las flores femeninas de la planta se utilizan en la elaboración de la cerveza, para equilibrar el dulzor de la malta de cebada, estabilizar la espuma y facilitar su conservación mediante el efecto antibiótico de los ácidos alfa de su lupulina; una mezcla de aceites esenciales y resinas de color ámbar, aroma especial y sabor amargo. Sin embargo, la planta tiene también propiedades medicinales y su olor induce el sueño". 

Mientras, en Carrizo esperan que podamos dejar atrás la pandemia, que el canal Horeca se recupere, se vuelvan a abrir los bares y se consuma cerveza. Incluso, con ocasión de la inauguración de la Feria del lúpulo y la cerveza del pasado año, la misma que este año no se ha podido celebrar, el presidente de la Diputación de León, Eduardo Morán, decía que "debemos recordar que la ribera del Órbigo es la zona con la mayor densidad de población rural de Castilla y León y eso ha sido y es posible, en buena medida, gracias al cultivo del lúpulo al que se rinde homenaje en este evento".

De cualquier manera, agricultores que llevan cuatro décadas cultivando lúpulo, dudan del futuro del mismo: "Es un trabajo que requiere mucha dedicación, es muy manual y poca gente se quiere dedicar a ello, no hay casi relevo generacional, tiene poca rentabilidad y se necesitan cultivos grandes, de varias hectáreas, para poder sobrevivir. Con cantidades pequeñas no sobrevivimos. El precio no es rentable para tener poca cantidad de hectáreas", aseguran.

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