No había otra opción. La decisión del Ministerio de Fomento de suspender la privatización de los aeropuertos de Madrid-Barajas y El Prat era una obligación, ya que ninguna compañía estaba interesada en ellos.
Y el Gobierno anterior lo sabía. En octubre, las empresas se lo hicieron saber al anterior equipo, capitaneado por José Blanco, quien, ante la inmediatez de las elecciones generales, optó por dar una patada hacia delante, prorrogar al 31 de marzo la presentación de ofertas, y dejar que fuera el nuevo Ejecutivo quien digiriera esta patata caliente.
"Hace meses que ningún consorcio estaba trabajando en ofertas", señalan fuentes de la compañía. "Fomento ha tenido que parar el proceso ante la evidencia de que no se iba a presentar nadie", añaden desde otra empresa.
Los consorcios interesados en los aeropuertos denuncian que el modelo diseñado por el equipo de José Blanco era inviable, ya que apenas había margen de rentabilidad. En el caso de Barajas, la empresa apenas conseguía una ganancia del 6%; mientras que en El Prat raspaba el 10%.
A cambio, tenían que hacer frentes a unos costes de financiación próximos al 6%, lo que significa que, en el aeródromo madrileño, prácticamente iban a trabajar gratis; mientras que en el catalán apenas conseguirían una rentabilidad del 4%.
Modelo insostenible
El culpable de estos pobres números es el pago inicial que el anterior Ejecutivo quería imponer a la empresa que se hiciera con cada aeródromo: 3.700 millones en Barajas y unos 1.800 millones en el caso de El Prat. Además, cada año, el organismo privado que adquiriera los aeropuertos debía pagar al Estado el 20% de sus ingresos.
"Las cuentas no salían y, para colmo, se corría el riesgo de que nadie consiguiera la financiación necesaria debido a la crisis crediticia", apuntan fuentes del sector.
A esta falta de interés de las empresas se suma el descontento que siempre ha mostrado el PP hacia la forma en que el anterior Ejecutivo pretendía privatizar los aeropuertos, ya que éstos están considerados las joyas de la corona.
De hecho, Aena, sociedad que engloba todos los aeropuertos del país, genera 140.000 empleos directos y 440.000 empleos totales. Es el primer operador aeroportuario del mundo en número de pasajeros y el cuarto de Europa por número de vuelos, con 650 aerolíneas operando en sus infraestructuras y conectando 138 países.
El equipo de Pastor empezó el pasado fin de semana a estudiar el nuevo modelo de Aena, que sigue queriendo vender, pero bajo otro modelo.
Aunque todavía no ha desvelado sus planes, ya ha dejado saber que ve la red de aeropuertos como un todo y se opone a un modelo de rivalidad entre Madrid y Barcelona, como estaba diseñado hasta ahora.
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