Bruselas mete presión a Draghi y ahonda en la fractura norte-sur

    • Ha rebajado su previsión de inflación para este año hasta el 0,8% y hasta el 1,2% en 2015,muy lejos en los dos casos del objetivo del 2% del BCE.
    • Según las previsiones de Bruselas,España mantendría una elevada tasa de paro del 24% y una deuda pública del 104% en 2015.
De Guindos espera una "creación intensa de empleo" que reduzca el paro
De Guindos espera una "creación intensa de empleo" que reduzca el paro

Las previsiones de primavera de la Comisión Europea han puesto negro sobre blanco el gran problema de la zona euro: la fragmentación cada vez más evidente entre la Europa rica que crece con cierta alegría y en la que los precios renquean pero no asustan, y las penurias de los países periféricos, donde las economias se recuperan a paso de tortuga y donde los procesos de desapalancamiento de los estados, las empresas y las familias hacen sonar con fuerzas las cadenas del fantasma -los precios bajaron en España un 0,1% en marzo y avanzaron un 0,4% en abril por el efecto de la Semana Santa- de la deflación.

Bruselas ha metido el dedo en la herida que más duele a Mario Draghi, justo antes de la reunión de mayor del Banco Central Europeo (BCE). Para empezar, ha rebajado su previsión de inflación para este año hasta el 0,8% y hasta el 1,2% en 2015, muy lejos en los dos casos del objetivo del 2% del BCE. La debilidad de la demanda, la debilidad de los mercados emergentes y los precios energéticos están detrás de un tijeretazo a las expectativas que es todo un toque de atención para Draghi.

Y lanza una segunda andanada cuando calcula que la fuerte subida del euro en 2013 se llevó tres décimas de la tasa de inflación. La fortaleza de la moneda única persiste, y es uno de los grandes focos de preocupación en una zona euro en la que la recuperació está cogida con alfileres. Parece que el BCE no está por la labor de escuchar los avisos en la reunión de este jueves, por más qeu la Comisión siga viendo -aunque "muy lejano"- riesgo de deflación.

Lo cierto es que los grandes riesgos de la economía europea no preocupan en exceso a Alemania y el resto de los países ricos. La razón es que la crisis no es igual para todos, y muy especialmente para la gran locomotora germana, que crece a ritmos del 2% con un superávit comercial del 7%. Lo que le interesa a Alemania es exactamente lo que no necesita la periferia europea. Incluida una subida de los tipos de interés.

"Cuando más tiempo mantengamos bajos los tipos de interés, más riesgos habrá. Aferrarnos a esta política más tiempo del necesario no debe ser una opción para nosotros", aseguraba hace menos de un mes el presidente el Bundesbank, Jens Weidmann. Toda una declaración de intenciones que supone que lal menos de palabrael poderoso banco central germano abandona a su suerte al sur de Europa, convencido de que la Europa pobre recuperará competitividad a golpe de deflación.

Un golpe que sería muy duro para España, que está reclamando tipos bajos y medidas no convencionales para reactivar una economía que ofrece signos cada vez más elocuentes de recuperación, que sin embargo podrían ser insuficientes para reactivar el empleo. Según las previsiones de Bruselas, España mantendría una elevada tasa de paro del 24% y una deuda pública del 104% en 2015.

Cifras que dejan bien a las claras las dificultades a las que se enfrenta el BCE a la hora de poner en marcha estrategias comunes para una Eurozona en la que los intereses de Berlín o Amsterdam nada tiene que ver con los de Madrid o Roma. Al menos mientras los grandes desequilibrios de la zona euro no pasen factura a las grandes economías.

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