Desde la anterior crisis

Adiós a la aventura americana: cada vez menos gente cambia de casa en EEUU 

La National Association of Realtors revela que a final del pasado año había 1,07 millones de viviendas a la venta. Es un 23% menos que en el mismo periodo de 2019 y es el nivel más bajo en tres décadas.

Una fila de viviendas en una zona con mucha demanda de San Francisco (California).
Una fila de viviendas en una zona con mucha demanda de San Francisco (California).
La Información

La movilidad forma parte del carácter distintivo de los estadounidenses. Es lo que les lleva a buscar constantemente nuevas oportunidades para tener una vida mejor y prosperar, incluso si eso significa hacer las maletas para trasladarse de costa a costa. Es esencial para el dinamismo de su economía. Pero a mediados de los años 1980 empezó a caer en picado. La pandemia está acelerando ese proceso hacia un estancamiento que tiene importantes implicaciones.

El mercado inmobiliario refleja ese cambio. Los estadounidenses se quedan más tiempo viviendo en sus casas, lo que está provocando a su vez que el inventario disponible esté en mínimos históricos y que los precios estén en máximos pese al golpe de la crisis. Un reciente análisis de la inmobiliaria Redfin muestra que uno de cada cuatro propietarios reside en la misma casa desde hace más de 20 años. La media es de 13 años, cuando no llegaba a nueve hace solo quince años. 

Y eso pese a que hubo muchos estadounidenses que se lanzaron en 2020 a la compra de un hogar más grande en los suburbios para poder trabajar en remoto durante el confinamiento. La escapada de las grandes ciudades como Nueva York o Los Ángeles impulsó así las ventas a niveles que no se veían desde antes de la crisis por las hipotecas basura. Pero al mismo tiempo hay potenciales vendedores que temen sacar al mercado sus viviendas en el momento erróneo. 

Los datos más recientes de la National Association of Realtors revelan que a final del pasado año había 1,07 millones de viviendas a la venta. Es un 23% menos que en el mismo periodo de 2019 y es el nivel más bajo en tres décadas. Si lo que se toma como referencia es el ritmo de esas ventas, bastaría con algo más de dos meses para eliminarlo por completo. La carestía de vivienda provocó que el precio medio subiera un 15% en el año, hasta los 311.000 dólares.

La acción de emergencia de la Reserva Federal para sostener la economía durante el confinamiento también está provocando que los estadounidenses se lo piensen antes de mudarse. Encontrar una nueva casa en un mercado tan constreñido hace más atractivo quedarse quieto y refinanciar lo que queda de las hipotecas aprovechando que los tipos de interés están por los suelos, para remodelar sus viviendas. La hipoteca más popular en los EE UU tiene un plazo a 30 años. El tipo fijo para estos préstamos ronda el 2,92% y las solicitudes de refinanciación están en este momento en niveles récord, de acuerdo con la Mortgage Banker Association. Subieron un 11% durante la última semana de febrero, como si los propietarios estuvieran pensando que van a perder la oportunidad de conseguir mejores términos para sus préstamos. La demanda es un 60% a la de hace un año.

Hay también un factor demográfico en juego que alimenta este ciclo, vinculado a la ola de jubilaciones entre la generación del baby boom. Muchos mayores se siguen sintiendo bien de salud y optan por permanecer en activo, por lo que están decidiendo permanecer en sus casas en lugar de desplazarse a comunidades de retiro o prefieren comprar algo más pequeño para las vacaciones. Eso impide liberar inventario, como explican los agentes inmobiliarios. 

El dinero barato, sin embargo, no impresiona a los compradores. Las solicitudes de hipotecas para adquirir una nueva vivienda están planas en el arranque del año. Y aunque crecieron algo más de un 15% cuando se compara con la situación previa a la pandemia, ese ritmo se modera. Los datos de la MBA reflejan que ese bajo inventario es aún más estrecho en la parte baja del mercado. Esto provoca que las ventas de inmuebles de segunda mano estén cayendo desde el verano. La demanda y el efectivo están ahí. 

Glenn Kelman, el consejero delegado de Redfin, dice en todo caso que nunca vio un mercado tan sobrevaluado y esta situación se mantendrá al menos hasta el próximo verano, lo que seguirá metiendo aún más presión al alza de los precios a medio plazo. O al menos hasta que la oferta empieza a crecer con la llegada de nuevas propiedades al mercado. "En algún momento se tendrá que volver a la normalidad", aventura. Los expertos del sector inmobiliario evitan hablar de una nueva burbuja en el mercado inmobiliario como la que estalló en 2007. 

Y aquí entra en juego el factor de la movilidad. El 60% de las rentas que ganan más de 100.000 dólares al año pueden permitirse trabajar en cualquier lugar de los EE UU. Pero incluso con la llegada de la vacuna o la apertura de los restaurantes, "algunos decidirán seguir trabajando en los suburbios a tres horas de sus oficinas. Otros ni siquiera irá". Y como señala Kelman, la tendencia que se observa desde hace cuatro décadas no va a cambiar. "En los años 1950", recuerda, "el 7% de los estadounidenses se desplazaba cada año por el país". De ahí se redujo al 4% en 2010, tras la crisis financiera. El pasado año volvió a repuntar al 8% por el efecto fuga a los suburbio o ciudades como Austin, Phoenix, Salt Lake City o Sacramento. La cuestión ahora está en entender durante cuánto aguantará la espuma.

Mostrar comentarios