Nuevo problema de conciliación familiar

Los campamentos de verano en la cuerda floja: "Aún no sabemos si abrir o cerrar"

  • Cuatro millones de niños acuden a estas actividades en España, en una industria que mueve 8.500 millones y da empleo a más de 200.000 personas.
El Ayuntamiento destina 13.000 euros a ayudas a grupos de música joven y campamentos
El Ayuntamiento destina 13.000 euros a ayudas a grupos de música joven y campamentos

Carmen (16 años) y su hermana Ana (12) acuden cada verano, desde muy niñas, a un campamento en la montaña durante quince días en la segunda semana de julio con el grupo scout al que pertenecen. Además, desde que acaba el cole hasta el 15 de julio iban durante el día a uno de los denominados campamentos urbanos,  que imparte una empresa en el propio colegio en el que estudian las niñas. Este año, la crisis propiciada por la Covid-19 ha hecho que una y otra actividad se suspendan. Como tantas cosas.

Los padres de Carmen y Ana, José Antonio y María Jesús, son de los afortunados que han mantenido sus empleos pese a la crisis, pero en sus empresas ya les han comunicado que este verano, probablemente, por la situación que vivimos, no podrán cogerse vacaciones. "¿Qué hago yo con mis hijas?", se pregunta María Luisa. "¿Dejo de trabajar para estar con ellas?". Además, lanza una pregunta: "¿Serán seguros los campamentos este verano? ¿Podremos enviar a ellos a nuestros hijos con tranquilidad si es que finalmente se celebran?" 

Los campamentos para niños y adolescentes son al verano lo que los festivales, las  fiestas patronales o las vacaciones en la playa. Y como todas estas actividades, la pandemia generada por el SARS-COV2, las ha dejado, de momento, cerca de la suspensión.  Un drama para las familias de los 4 millones de niños que acuden a los campamentos cada año y para un sector que cuenta con 38.000 empresas, mueve al año 8.500 millones de euros y da empleo a 200.00 personas", según fuentes del sector. "No sabemos qué hacer. Si abrir o cerrar", confiesan estas mismas fuentes en un sector que, en buena parte, se está defendiendo de la situación a base de ERTEs, que "no sabemos si podremos revertir".

“Nuestras actividades entre marzo y junio, que suponen una buena parte de nuestro volumen anual de ingresos, ya están dadas por perdidas  y queda el mes de julio, que está por ver qué sucede", nos cuentan desde Natuaventura. Desde esta empresa, con 20 años de vida, explican que "ahora mismo podrían estar cerrando hasta cien reservas al día", a un precio medio de entre 450 y 650 euros, "pero en los últimos quince días apenas han hecho alguna. No sé si lo resistiremos", aseguran apesadumbrados".

Por ello, el Colectivo Campamentos de Verano ha pedido, mediante un manifiesto, llevar a cabo su actividad con la mayor normalidad posible haciendo un especial hincapié en la prevención higiénico-sanitaria. Reclama un calendario de adaptación para que todo el sector y que las familias puedan conocer con la mayor anticipación posible la situación que se van a encontrar este verano. Igualmente, el colectivo ha mostrado su apoyo y predisposición para poder facilitar el proceso de desconfinamiento y ayudar a las instituciones, familias y entidades del sector a que esta situación sea lo más factible, segura, cómoda y real posible.

Pero todo está en el aire. "Nosotros queremos garantizar la seguridad, proteger la salud y minimizar el riesgo de contagios entre los participantes en actividades de ocio educativo en el ámbito nacional. Los campamentos se realizan en lugares abiertos y controlados donde no accede ninguna persona ajena a la organización, lo que favorece nuestra labor de control y prevención en todo momento", afirma una portavoz del colectivo, Covadonga Berjón. "Somos un sector muy regulado, muy profesionalizado, y estamos preparados para poner en marcha todas la medidas que resulten necesarias", para que los más pequeños que "en estos meses tan duros de confinamiento han dado una verdadera lección de disciplina" puedan disfrutar de los campamentos. El sector de los campamentos de verano también solicita una legislación similar en todas las comunidades autónomas del territorio nacional y ayudas y subvenciones públicas para el mismo, "que está en una situación límite" debido a la pandemia. 

Mientras, el Instituto de la Juventud, dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales, ha elaborado un documento sobre las medidas que habría que tomar en las diferentes fases de desescalada si finalmente se pudieran celebrar los campamentos. Y en ellas se habla de medidas de higiene, distanciamiento, guantes, mascarillas, aforos limitados a un máximo de 100 niños en la fase 3 y  un monitor por cada 15 niños y hasta la posibilidad de controles de temperatura y test de control.

Pero la última palabra sobre la celebración o no de los campamentos de verano depende de Sanidad y el departamento de Salvador Illa no tomará una decisión hasta ver la evolución de la pandemia. José Manuel Fernández, portavoz de los Campamentos de Verano reconoce "la gran incertidumbre que tenemos todos. Nosotros estamos trabajando para garantizar la seguridad de los niños si hubiera campamentos, pero dependemos de las autoridades sanitarias. Las familias nos llaman, se interesan, pero no está habiendo matriculaciones, lógicamente, y nosotros queremos ayudar a las familias y echar a andar, pero..." Y es que los campamentos de verano son una de las mejores 'armas' para garantizar la conciliación de las familias, aunque todos los actores de esta historia reconocen que "lo primero es la seguridad y la salud".

"Para mí es implanteable ahora mismo un campamento de verano para mis hijos"; "siempre te da miedo mandar a los niños a un campamento en estas circunstancias, pero, ¿qué hacemos si trabajamos mi marido y yo?"; "no creo que haya campamentos este año y podamos enviar allí a las niñas y niños"; "igual es hasta bueno para su salud estar al aire libre después de varios meses encerrados en casa"... Son algunas de las reflexiones que se hacen los padres que habitualmente envían a sus hijos a campamentos durante los veranos. Incertidumbre. Y a ello se ha unido otra variable: la económica. El paro y la bajada de ingresos en la unidad familiar está azotando a muchos españoles que, en estas circunstancias, ni se plantean pagar 600, 700 u 800 euros para que sus vástagos pasen dos o tres semanas en un campamento.

"Primero es comer y luego lo demás. La situación no nos permite mandar a  los hijos a un campamento, como hacíamos habitualmente. Mi marido se ha quedado en el paro. Yo continúo trabajando, pero... Será mi marido quien los cuide y esté con ellos este verano. No hay posibilidad de campamento, aunque se celebren", explica Almudena, de 37 años, y empleada de banca del madrileño barrio de La Guindalera. "Es muy caro", sentencia. Algo que se multiplica de manera exponencial en el sector de los campamentos y cursos de idiomas el extranjero. Este año habrá pocos viajes a Irlanda, tan habituales por otro lado, de adolescentes españoles para aprender inglés.

En este sentido, el sector habla de ajustar costes y dar facilidades de pago a los asistentes si al final hay campamentos, pero esa es la mayor duda, que los pueda haber. Por ello las empresas esperan como agua de mayo, y nunca mejor dicho, que haya un milagro y los niños vuelvan a la escuela este curso. "Si vuelven a las aulas y no se contagian también puede haber campamentos". Pero a día de hoy, ni escuela ni campamentos. Y es que el Covid-19 cambió la vida a los españoles y a los ciudadanos de todo el mundo. También a los niños.  

Mostrar comentarios