Empresas estratégicas en peligro

Los campeones nacionales pliegan velas y se atrincheran en España para la crisis

El Gobierno apuntala un escudo regulatorio para defender la 'españolidad' de un puñado de empresas estratégicas pero llega tarde para blindar un tejido industrial frente al avance de Alemania y Francia.

Pedro Sánchez en la UE
Los campeones nacionales pliegan velas y se atrincheran en España para la crisis.
EFE

A veces una sola operación tiene la virtud de ilustrar una época. BBVA se esforzó durante dos décadas en hacerse un nombre en el mercado financiero más competitivo del mundo: el de Estados Unidos. El apasionante viaje iniciado durante el cambio de siglo, en pleno proceso de internacionalización de la economía española y de sus más pujantes empresas, llegó a su fin la pasada semana con el anuncio por parte de la entidad azul de la venta por 9.700 millones de BBVA USA a PNC Financial. El banco que preside Carlos Torres utilizará esos recursos para apuntalar la amenazada estructura de capital de la entidad y también para sufragar la ya iniciada operación de adquisición de Banco Sabadell, es decir, para reforzarse en España.

El repliegue por parte de una empresa española de las posiciones abiertas en otros países durante los años de vino y rosas no puede calificarse de fenómeno puntual. Otro de los gigantes empresariales domésticos, Telefónica, inició hace meses un proceso de retirada gradual de Latinoamérica en busca de reducir la pesada carga de su deuda financiera y de reorientar su estrategia de negocio; las grandes constructoras españolas llevan desde la Gran Crisis financiera de hace una década colocando sus filiales en el extranjero para volcar su efervescente actividad internacional en la adjudicación y gestión de concesiones; y las grandes empresas domésticas del sector energético como Iberdrola, Naturgy o Repsol han ido vendiendo del mismo modo sus filiales en otros países para hacer caja a lo largo de los último años.

Ya sea por aliviar la pesada carga de las deudas acumuladas en muchos casos para financiar precisamente ese despliegue internacional, por fortalecer su frágil capitalización bursátil, por un cierto cambio de paradigma en la actividad económica global que les genera incertidumbre o por minimizar los riesgos de la creciente ola proteccionista en todo el mundo, el caso es que los 'campeones nacionales' que se lanzaron a conquistar el mundo entre finales del siglo pasado y principios de éste viven ahora un repliegue y parecen jugar a la defensiva en un mercado en el que ya no operan como compradores sino como objetivo del apetito de los inversores

campeones nacionales
 
 

Alguno de los principales analistas del ámbito industrial español advierte que lo que esta ocurriendo es un proceso de "acomodo" empresarial desde el año 2015, en el que la clave para España está en saber cuál es su papel en la cadena de valor de Europa y del mundo. "Un campeón nacional tiene sentido para la política económica de un país si es un actor relevante tanto en la cadena de valor doméstica como en la internacional, y ese papel lo estamos perdiendo al salir de Iberoamérica y volver a España sin un plan de repliegue industrial definido", aseguran. 

La crisis pandémica ha multiplicado los riesgos de que España se deje por el camino alguno de sus 'campeones nacionales'. El pasado mes de febrero el Ibex superó la barrera psicológica de los 10.000 puntos, poco después sobrevino el coronavirus y desde entonces la capitalización bursátil de las 35 empresas cotizadas más poderosas del país se ha desplomado cerca de un 40%. El Gobierno no esperó mucho para reaccionar. En el primer Real Decreto de medidas económicas aprobado para paliar los efectos de la crisis, Sánchez y Calviño recuperaron la figura de la 'acción de oro' para hacer pasar por la revisión previa de Moncloa cualquier operación corporativa de una empresa extranjera no europea que pretendiera tomar más del 10% del capital de una empresa cotizada española o pusiera encima de la mesa más de 500 millones para tomar el control de una no cotizada. El mecanismo inicialmente transitorio tardó menos de dos meses en convertirse en permanente y se remachó esta pasada semana con la decisión de ampliar transitoriamente ese control gubernamental previo a las grandes operaciones corporativas sobre empresas españolas a los inversores UE. 

¿Está el Gobierno tratando de proteger a nuestros 'campeones nacionales'? "La protección de empresas en pocas ocasiones se produce de forma explícita", explica Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas. "Sí sucede que hay algunas empresas y sectores que se consideran estratégicos en cada país y puede que algunos sectores se cuiden más que otros para mantener una competitividad propia y también un ámbito de decisión más integrado". Y es cierto que la norma gubernamental hace referencia a empresas de sectores estratégicos, como también es cierto que su enumeración es tan amplia que hay pocas grandes empresas que no entren bajo ese paraguas...si es que hay alguna.

Fuentes empresariales admiten que en los primeros compases de la crisis hubo una fuerte presión por parte del Ibex y de las organizaciones empresariales al Gobierno para crear un instrumento que protegiera a las empresas más estratégicas del país de posibles inversiones oportunistas de capital extranjero aprovechando la debilidad de su capitalización bursátil. El hecho es que ese 'escudo corporativo' que en principio se pensó únicamente para el estado de alarma, después se hizo permanente y ahora alcanza ya no sólo a los inversores de fuera de la UE sino también a los europeos.

Frente a esa protección interna, desde el sector energético advierten que la clave está en no perder el ritmo de otros países europeos, con más base industrial y que han replegado antes que España, pero con un plan predeterminado para no quedar atrás en sectores estratégicos a nivel mundial. "Alemania alienta el plan de resiliencia porque ha decidido que la Unión Europea, al menos con los países de su entorno, debe ser un actor mundial y fagocitar a quien haga falta; Francia va en solitario, pero con la misma idea, y ya es más relevante que España en Latinoamérica; y nosotros seguimos sin saber qué papel vamos a jugar en ese contexto y que campeones nacionales debemos poner en liza", explica uno de los principales analistas del sector.  

El síntoma de la concentración bancaria

Desde el mundo de la empresa se insiste en que se trata de una solución coyuntural y que el discurso de los 'campeones nacionales' casa mal con un contexto en el que tanto la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) como la Comisión Europea velan de manera estricta por garantizar la adecuada competencia en los mercados. Sin embargo, resulta que en España se ha abierto un proceso de fusiones bancarias que 'amenaza' con concentrar cerca del 70% del mercado en solo tres grandes entidades y ese proceso ha sido aplaudido cuando no alentado desde el Banco de España y observado con complacencia desde el Gobierno de Pedro Sánchez. Todo ello en puertas de lo que se anuncia como una concentración del sector a nivel europeo.

La entrada, si llega a producirse, de los fondos europeos es otro de los factores que determina esa redefinición de los 'campeones nacionales'. Desde empresas como Iberdrola, Endesa o Acciona se subrayaba esta semana en el Foro de los Ingenieros de Caminos la oportunidad que representa esta inyección de fondos para impulsar la creación de un tejido industrial doméstico en sectores de futuro como las energías renovables o la economía digital. "No podemos permitirnos que pase lo mismo que en el año 2007 con las fotovoltaicas - en relación al mayor peso de inversores extranjeros en las ayudas al desarrollo de esa tecnología -, no podemos permitirnos no aprovechar esta oportunidad para impulsar y desarrollar el tejido industrial nacional", advirtió el director de Cambio Climático de Iberdrola, Gonzalo Sáenz de Miera en ese foro.

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