Hagan juego, menores: "Me gasto toda la paga en apuestas, pero no soy un yonqui"

Un hombre en un salón de juego. / EFE
Un hombre en un salón de juego. / EFE

Son poco más de las 11.00 en el barrio de Vallecas de Madrid. Unos metros más allá se vislumbra, entre las casas, el estadio del Rayo. Si se mira hacia el otro lado, a 200 metros, el Instituto Vallecas I. Estamos en la Avenida de la Albufera, la arteria principal del populoso barrio madrileño. Dos jóvenes charlan en la puerta de un local de apuestas. Hay muchos en el barrio, hasta 44, según el estudio de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM). Dentro, un jubilado, Antonio, juega a la ruleta. "Vengo algunos días y me juego algunos euros. Me divierto, pero ni mucho menos me juego la pensión aquí. Soy viudo y paso el tiempo aquí". Asegura, sin embargo, que "hay días que me encuentro en el salón a jóvenes que quizás debería estar en el colegio".

Los chavales no tienen muchas ganas de hablar y menos de dar sus nombres: "Es mejor que no sepan en el instituto que venimos aquí… Y nuestros padres tampoco". "¿Qué hay gente que dice que los locales de apuestas son la nueva droga que hay en los barrios?", repite uno de ellos ante la pregunta del periodista. "Yo no soy un yonqui", asegura uno de los dos chavales, el que lleva la voz cantante, antes de reconocer que se gasta en el juego, "casi todo lo que me dan mis padres a la semana", 20 o 30 euros. "Unas veces gano y otras pierdo". El otro chico, con voz temblorosa, se encoge de hombros y dice: “yo no juego, solo acompaño a mi amigo”. Y, ante un pregunta sobre su edad, se van... "Se acaba el recreo". En tres minutos están otra vez dentro de las aulas tras haber pasado el recreo con una papeleta de apuestas en la mano en vez de comiéndose un bocadillo.

María, una vecina del barrio, "de toda la vida", los ve salir corriendo hacia el instituto. “Los locales de apuestas son como la peste en Vallecas, los hay por todas partes. No son buenos para la juventud. Es como la heroína en los años 80. Yo he visto morir aquí a mucha gente con la droga y esto de las apuestas da mucho miedo. Los chicos están siempre a su alrededor. No controlan su edad a la entrada de los locales…”. El encargado del local, un hombre de mediana edad, no quiere hablar y solo se limita a decir que los chavales que estaban ‘de recreo’ en la puerta, "no han entrado". "No sé la edad que tendrían, aquí solo puede entrar quien acredite que es mayor de edad". Antonio, el jubilado, sigue jugando a la ruleta y al escuchar las palabras del encargado de la sala cierra los ojos y agacha la cabeza.

"Ya es un problema de salud pública"

La FRAVM, sin embargo, insiste: "la proliferación de casas de apuestas se ha convertido ya en un problema de salud pública en ciertos barrios de Madrid" -los de menor renta como Vallecas, Tetuán, Carabanchel, Usera, Ciudad Lineal-, donde se concentran más del 60% de este tipo de locales en la capital, "como pasó con la heroína en los años 80". Según el estudio que acaba de hacer público esta organización, 61 de los 400 locales de apuestas que hay en Madrid están situados a menos de 100 metros de un colegio o instituto... y la práctica totalidad de ellos a menos de 500. Hay que recordar que la Comunidad de Madrid aprobó hace unos meses un decreto en el que, entre otras cosas, establecía que ninguna casa de apuestas o salón de juego puede estar situada a menos de 100 metros de un centro educativo, aunque daba 10 años de moratoria a las empresas para adaptarse a la norma con el fin de que amortizasen sus inversiones.

La situación no es exclusiva de Madrid, la contrario: se repite en la mayoría de ciudades españolas. En los últimos días ha habido manifestaciones vecinales contra la proliferación de salones de juego en Valencia, Málaga, A Coruña, Granada, Córdoba...  Además de la capital de España. En Madrid, a principios de octubre, más de 3.000 personas se manifestaron en la calle Bravo Murillo –posiblemente la arteria de la capital con más locales de este tipo, hasta 16 en apenas 400 metros- contra los locales de apuestas.

El lema de la marcha era: ‘Fuera casa de apuestas de nuestros barrios. Ellos se lucran, la clase obrera se arruina’. "Esta calle simboliza", asegura Adrián Belaire, portavoz de la Plataforma Contra las Casas de Apuestas de Madrid, "lo que sucede en muchos otros lugares de España. La calle Bravo Murillo se ha convertido en un casino al aire libre". "No pararemos hasta que desaparezca la última casa de apuestas, se cierre la última web de juego online y se emita el último anuncio de casas de apuestas en los medios de comunicación", decía el manifiesto que se leyó al final de la marcha, que denunciaba también que las casas de apuestas se ceban en los barrios obreros, de menor renta, "donde se encuentra la población más vulnerable".

A raíz de estas protestas, la patronal del juego en España (CEJUEGO) lanzó un comunicado en el que afirmaba que la suya es una actividad "legal, regulada y normalizada". Según la patronal, "cumplen escrupulosamente" con la legalidad vigente y no buscan beneficiarse de las clases desfavorecidas ni de los jóvenes ni "un enriquecimiento injusto". La alarma social en torno a la presencia de menores en las salas de juego es "irreal" porque, según datos difundidos por CEJUEGO, de las 22.810 inspecciones realizadas en 2017 en la Comunidad de Madrid en estos locales "solo" se detectó la presencia de 22 menores. Hay que tener en cuenta que el sector del juego mueve en España casi 42.800 millones de euros al año, el 1% del PIB, solo en 2017 se jugaron online 13.600 millones de euros y en todo el territorio hay cerca de 3.000 salones de juego.

La revuelta vecinal contra las casas de apuestas que "colonizan nuestros barrios y están destrozando a nuestra juventud" coincide además con la sentencia del Tribunal Supremo del 5 de noviembre en la que el alto tribunal ha ratificado la nulidad de la normativa de la Comunitat Valenciana, que había impuesto una distancia mínima de 800 metros entre salones de juego. El Supremo, como ya hiciera en su día la Audiencia Nacional, asegura que las limitaciones a las actividades económicas deben ser "justificadas, proporcionadas y necesarias" por una razón imperiosa de interés general por lo que las administraciones pueden fijar distancias mínimas, pero no 800 metros.

Un casa de juego. / EFE
Un casa de juego. / EFE

Precisamente fue en Valencia donde la policía encontró más menores en salones de juego cuando, a principios de octubre, lanzó el operativo 'Two action days' en toda España, menos en el País Vasco, para prevenir la presencia de menores en salones de juego. En esta operación, la policía entro en 1.881 salones de juego y levantó 220 actas por irregularidades, como presencia de armas cortas o personas reclamadas por la justicia. Se encontraron 28 menores en dichos locales -6 en Valencia frente a los 4 de Madrid- aunque en esta Comunidad se detectó a 55 personas, mayores de edad, sin documentación.

Así, FEJAR, la federación que aúna a asociaciones y federaciones autonómicas que luchan contra las ludopatías, no quiere "que la sociedad se acostumbre a que menores se inicien en la práctica del juego de azar, principalmente en las apuestas, sin que exista concienciación, prevención y educación. Para la federación, en una sociedad supuestamente bien informada y formada es un gravísimo error que un menor no tenga una idea clara del riesgo que supone el juego en la vida de una persona, sobre todo, porque los adolescentes forman parte de un colectivo de personas muy vulnerables. (...) Esta insistencia comercial transmite a la juventud una situación de peligrosa normalidad en el juego de azar, asumiendo la acción de jugar con excesiva cotidianidad”.

Por ello, FEJAR lamenta que “solo ante la protesta vecinal o la movilización de la sociedad civil reaccionen las administraciones, cuando las asociaciones y la propia federación, mucho antes, han prevenido a las autoridades de las consecuencias que está trayendo el negocio del juego sin un necesario y riguroso control (…) Las administraciones no tienen en cuenta la realidad del mercado del juego y las fatales consecuencias que están causando, empezando por el colectivo de personas memores de edad”.

Mientras, en el barrio de Tetuán de Madrid cae la noche y, a pocos metros del colegio Pablo VI, ‘cercado’ por tres locales de apuestas a apenas 50 metros de su puerta, varios jóvenes (ninguno declara su edad) están en la calle este miércoles a las puertas de uno de los locales. Es el descanso del partido de la Champions Real Madrid-Galatassaray. "Lo vemos ahí y alguna apuesta hacemos", dicen. "La cerveza es más barata que en los bares, vemos el fútbol y apostamos algún euro… ¡pero poco, eh!", dicen. Es el juego y los jóvenes. Según el estudio, '¡Hagan juego, menores!', de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, de 2017, el 62,1% de los menores de 18 años aseguraba haber jugado a algún juego de azar en los seis meses anteriores a la encuesta, de ellos, las apuestas deportivas y las quinielas son las más frecuentes. Para este estudio, el 2,8% de esos jóvenes, según diversos parámetros, entraría dentro de la calificación de juego patológico.

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