Piden una solución al Gobierno

Casi 25 años en Abengoa: "La situación es exasperante tras toda una vida aquí"

Cerca de 11.000 trabajadores podrían perder sus puestos de trabajo si la empresa sevillana no consigue encontrar una forma de garantizar su supervivencia, después del 'no' de la SEPI a concederle un rescate.

Fuensanta, trabajadora de Abengoa por casi 25 años.
Casi 25 años en Abengoa: "la situación es exasperante tras toda una vida aquí". 
Cedida

La crítica situación de la multinacional sevillana ante la decisión de la SEPI de no conceder el rescate de 249 millones de euros a su filial Abenewco 1, trasciende el plano económico y adquiere un matiz humano al estar en juego 11.000 puestos de trabajo a nivel nacional e internacional. Esta semana, Abengoa ha tomado la decisión de convocar un preconcurso de acreedores de Abenewco y otras 26 filiales con el fin de ganar tiempo y evitar la liquidación de la empresa. Así se abre un plazo de cuatro meses en los que encontrar una salida que evite el cierre de la compañía, mientras todas las esperanzas de los trabajadores están puestas en la reunión de este lunes entre la Junta de Andalucía y el Gobierno central, que buscará una solución que garantice su supervivencia.

Fuensanta, de 56 años, califica la situación de “exasperante”, “no sabemos que hacer, para dónde tirar, estamos a la espera, pero a cada nueva negativa la situación se complica”. Después de casi 25 años en Abengoa, 23 de ellos de manera ininterrumpida, reconoce que no es la primera vez que ve peligrar su puesto de trabajo tras las sucesivas crisis que ha sufrido la compañía, aunque siente que “la luz al final del túnel es cada vez más floja”. Sus primeros dos años en la empresa se vieron truncados tras el fin de la ‘Expo’ de 1992 lo que le hizo regresar a Almería, su provincia natal. Fuensanta recuerda su regreso a Abengoa en el año 1999 cargado de ilusión, “yo trabajaba en un departamento nuevo, el de desalación, no había mucha gente que supiera de eso y acudíamos a muchos congresos”, rememora. Con el paso de los años, señala que hubo un fuerte aumento de la competencia, en un sector al que cada vez se sumaban más empresas, aunque no fue hasta 2015 cuando sus compañeros y ella pensaron por primera vez “esto se va al garete”.

Desde entonces, ha visto su vida condicionada ante el temor a recibir la siguiente carta de despido, vacaciones en casa de los abuelos, menos salidas de ocio, hasta su hijo se plantea renunciar a estudiar el grado superior de mecánico de aviones, ya que solo lo ofrecen centros privados. Fuensanta explica que nunca se había implicado demasiado en las reivindicaciones sindicales, pero su actual situación, como divorciada con una hija de 15 y un hijo de 19 años a cargo, le hizo sentir la necesidad de pelear por su puesto de trabajo. Como ella, cientos de trabajadores se han movilizado ante la que podría ser la última crisis de Abengoa. En las últimas semanas, varios representantes del Comité han llegado a encerrarse en la sede de la SEPI para demandar una respuesta por parte del Gobierno estatal. Tras recibir el ‘no’ definitivo de la sociedad estatal, trasladaron su protesta al centro de la capital andaluza, en la Plaza de España de Sevilla, donde comenzaron una acampada que finalizó tras conocerse la noticia de que la Junta de Andalucía y el Gobierno accedían a reunirse el 4 de julio.

Rosalía de 40 años, está en la semana 38 de un embarazo marcado por la incertidumbre de no saber cuál va a ser su situación laboral en el corto plazo, frente a la posibilidad de que la empresa en la que lleva trabajando 16 años eche el cierre. “He estado muy nerviosa, tristona en ciertos momentos, porque piensas que es mala suerte”, admite. Rosalía es hija de trabajadores de Abengoa, ambos dedicaron más de 40 años a la empresa que le abrió las puertas al acabar la carrera de Turismo. Desde entonces, comenta que ha visto reducirse el departamento de viajes al que pertenece de doce personas a cuatro y que ante esta profunda crisis no puede evitar estar pendiente de las novedades que le van transmitiendo sus compañeros, “dentro de la felicidad a nivel personal, no estoy al 100% en lo que tendría que estar ahora mismo como habría estado si la empresa hubiese ido bien”. Además, confiesa sentirse culpable al no poder acompañar físicamente al resto de empleados por su avanzado estado de gestación.

La situación de Santiago, en cambio, es algo diferente. Es soltero y no tiene hijos, pero eso no le libra de tener que hacer frente a un alquiler cada mes. A sus 28 años, cuenta con un grado en tecnologías industriales y está terminando un máster en organización industrial, con el que ya suma tres. Es consciente de que su perfil es atractivo y está demandado en el sector, sin embargo, cree muy probable que un nuevo puesto conllevase tener unas peores condiciones de las que goza en Abengoa, aunque se siente privilegiado frente a la situación de muchos de sus compañeros. Santiago explica que el hecho de que Abengoa ya se encontrase en una situación comprometida cuando entró como becario, hace poco más de un año, le hizo adquirir desde el primer momento responsabilidades que en otra situación no habría ejercido, como trabajar en la planta de Rabigh (Arabia Saudí), nada más firmar el contrato al finalizar su beca, “eso no lo puede decir mucha gente a mi edad”, afirma.

Fuensanta, Rosalía y Santiago se encuentran en momentos vitales muy diferentes, aunque también lo ha sido su paso por Abengoa. Aun así, los tres destacan lo positiva que ha sido su experiencia en la empresa, en la que la amistad forjada con sus compañeros ha jugado un papel muy importante. “Estoy muy agradecido con la compañía, tanto por darme la oportunidad como por el trato”, afirma Santiago. “He conocido a un montón de personas en el trabajo, a nivel internacional, tengo muy buenos amigos, algunos de ellos incluso se fueron hace tiempo de la empresa”, dice Fuensanta, “si al final no conseguimos dar con una solución, eso es con lo que me quedo”.

Mostrar comentarios