La cerámica de Talavera gana puntos con la Unesco... pero se ahoga por la industria

  • Los artesanos se quejan de la guerra de precios que sufren por la fabricación industrial y no ven salida por la falta de relevo generacional.
'Tierras de Cerámica' presenta este jueves el Proyecto Unesco de reconocimiento de la artesanía de Talavera y Puente
'Tierras de Cerámica' presenta este jueves el Proyecto Unesco de reconocimiento de la artesanía de Talavera y Puente

El XIV Comité Intergubernamental de la Unesco acaba de declarar los procesos artesanales de la cerámica de Talavera de la Reina (83.000 habitantes) y El Puente del Arzobispo (1.300 habitantes) en España como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y, de esta forma, lo inscribe en la 'lista representativa' mundial. El reconocimiento a esta actividad artesanal de casi seis siglos de antigüedad llega, sin embargo, en uno de sus más críticos momentos. Hoy en día apenas una treintena de talleres  y no más de 100 personas mantienen viva la tradición de  la loza en la dos localidades toledanas (dos de los municipios con más paro de España con una tasa de desempleo que ronda el 30%) lastradas por la falta de relevo generacional, la cerámica industrial y la competencia de los productos chinos. 

"Este reconocimiento es una ayuda fundamental en este momento para garantizar el relevo generacional y proteger nuestras técnicas artesanales", aseguraba la alcaldesa de Talavera, la socialista María Agustina 'Tita' García Elez. "Bienvenido sea, pero el reconocimiento quizás llega tarde y la artesanía de la cerámica de Talavera y Puente del Arzobispo es posible que esté abocada a la desaparición", asegura desde su taller artesano de Talavera, Pablo Adeva.

Pablo creó en 1981, junto a sus hermanos Yolanda y Francisco Javier Adeva Seijas, Cerámica Adeva, con el objetivo de hacer una obra digna de la antigua cerámica de Talavera, aplicando las enseñanzas de su padre Pablo Adeva Martín, alumno de Ruiz de Luna -verdadero renovador e impulsor de la loza talaverana-, de 1945 a 1961, y Premio Nacional de Cerámica Artística en 1975. Cuenta Pablo cómo la actividad alfarera de Talavera era tal en el siglo XVII que "el ayuntamiento emitió un bando regulando que unos hornos debían de cocer el barro unos días y otros hornos otros por la humareda que se formaba en la ciudad". Y es que hace cuatro siglos "de la cerámica en Talavera vivían unas 3.000 o 3.500 personas". La actividad vivió otro momento de esplendor a principios del siglo XX cuando "existían cinco o seis fábricas con más de 100 trabajadores cada una", pero en la actualidad "apenas habrá unos 15 talleres en Talavera y otros tantos en Puente del Arzobispo y en cada uno de ellos trabajarán una, dos o tres personas...", cuenta Pablo Adeva.

Aunque hay vestigios arqueológicos de cerámica en la zona desde el neolítico, la tradición ceramista de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo -que la familia Gaitán, de Talavera, llevó a Puebla (México) cuando emigró a aquellas tierras- se ha mantenido inalterable y con la misma técnica desde hace seis siglos, más allá de la sustitución de los hornos de leña por los eléctricos y la no utilización de materiales prohibidos ahora. Como curiosidad, uno descubre que una cerámica es de Talavera, entre otras cosas, por su característico tono azul cobalto, mientras que la de Puente del Arzobispo suele estar decorada en tono verdoso. Cosas de los distintos tipos de óxido que se utilizan en la coloración.  

"Que venga más gente"

Para hacer una pieza media como un jarrón se puede tardar un mes de trabajo. Un jarrón de talla media, unos 40 centímetros, y tras el que hay centenares de horas de trabajo, puede tener un precio de unos 160 euros; un plato cerca de 30, un azucarero 8 y un imán, la pieza más pequeña, 3,5 euros. "¿Pero cómo podemos competir si encuentras un imán en un 'chino' por 1,5 o 2 euros?", explica Belén de la Cal, que cuenta con un taller en Puente del Arzobispo. "Nos han dejado abandonados", se queja, "y ahora tenemos que trabajar como si fuéramos grandes empresas de producción en serie, cuando nosotros somos talleres artesanos. Quizás nos ha faltado marketing como el que supo hacer el maestro Ruiz de Luna en Talavera y Pedro de la Cal, el hermano de mi abuelo, en Puente, que junto a un obrero de Ruiz de Luna, Francisco Arroyo, impulsó el trabajo cerámico aquí".

"Que hayamos sido declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es bueno", explica Yolanda Adeva, "y positivo, pero esperemos que no se quede solo en el título sino que se logre algo tangible que repercuta en los artesanos y en toda la actividad". En general, "la gente no aprecia la diferencia que hay entre la cerámica artesanal y la industrial. Mucha gente ve una pieza y cree que sale así como por arte de magia. Nosotros hemos puesto un cristal en la tienda, como en las cocinas de los grandes restaurantes, para que la gente vea el taller, el trabajo de los artesanos... Y las personas que se acercan se quedan boquiabiertas. ¿Ah, pero esto era así? No lo sabía, dicen".

De la misma manera, no creen en Talavera que el reconocimiento de la Unesco pueda hacer que su cerámica aumente los precios y ello redunde en el negocio de los artesanos. "Los precios ya están ajustados y no estamos en una época para subir los precios de las piezas. Simplemente con que venga más gente y compre más ya nos daríamos por satisfechos", aseguran los hermanos Yolanda y Pablo Adeva y corrobora Belén de la Cal desde Puente del Arzobispo.

No hay relevo generacional

Eso sí, todos los artistas del barro coinciden en algo: "No hay relevo generacional. Los talleres son familiares y las nuevas generaciones tienen ya otros modos de vida y otras inquietudes y no siguen la tradición. "Esto puede acabarse en cualquier momento porque no hay gente para seguir la tradición y estas técnicas ancestrales. Hay una escuela de cerámica en Talavera, pero no enseña la cerámica tradicional, que es un oficio que se ha aprendido siempre entrando en los talleres o fábricas de aprendiz y empapándote del oficio desde abajo. Además este tipo de oficios son vocacionales", reflexiona Yolanda Adeva.

Su hermano Pablo, que se dedica a pintar las piezas, lo corrobora: "De la cerámica artesanal se puede vivir, porque decir lo contrario sería faltar a la verdad, pero muy justito". Pablo, que habla con pasión de su oficio, un oficio que produce "verdaderas obras de arte", incide en la falta de relevo generacional y de ayudas institucionales para el mantenimiento de esta artesanía ancestral. "Haría falta crear, por ejemplo, un grado de FP de la cerámica de Talavera, hacerla atractiva a los jóvenes, porque yo lo veo en mi familia. Mis hijos van por otros derroteros. ¿Qué pasará con nuestro taller y nuestra tienda cuando nosotros nos jubilemos o ya no estemos? Y como nuestro caso el del 90 0 100% de los talleres".

Pablo Adeva reflexiona en voz alta y habla además de otras ayudas que podrían suponer un impulso a la loza talaverana. "Todos tenemos que pagar impuestos y nosotros también, pero podría haber una reducción del IVA o recuperar la tarifa eléctrica nocturna, que ya no existe... Todo sea para lograr mantener una actividad artesanal que se pierde irremediablemente". 

Mostrar comentarios