Lucha por la autonomía tecnológica

China y EEUU avivan la guerra de los chips con España a la caza de inversores

España busca la inversión externa para la fabricación de microchips y semiconductores que permitiría abastecer el sector del automóvil el cual representa un 12,3% del mercado mundial de estos componentes.

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China y EEUU avivan la pugna por los chips con España a la caza de inversores
Europa Press

La importancia geopolítica del sector del microchip ha recrudecido una guerra tecnológica entre las dos potencias mundiales: EEUU y China, de la que acabamos de ver otro capítulo. Este mismo viernes la potencia presidida por Joe Biden limitaba la importación y venta de productos de Huawei y ZTE. En este contexto, Europa no ha querido quedarse atrás ya que es consciente del valor estratégico de este sector en la industria del automóvil, que demanda cada vez más microchips. Recientemente, el Gobierno de Pedro Sánchez ha redoblado los esfuerzos en busca de grandes inversores internacionales que fabrican estos componentes en España para la industria automotriz, de la que el país es el octavo productor mundial.

Las ventas mundiales de semiconductores (el principal componente necesario para construir microchips) se dispararon en los últimos tres años según el informe “State Of The U.S. Semiconductor Industry” realizado por la American Semiconductor Industry (ASI). Tras unas ventas relativamente fuertes de 440.400 millones de dólares en 2020, la facturación aumentó una tasa récord del 26,2% en 2021, alcanzando los 555.900 millones de dólares.

El incremento exponencial de la demanda, precedió a los problemas en la cadena de suministro de este producto causados en el ojo del huracán de la pandemia. Sin embargo el Consejo General de Ingenieros Industriales en España explica que hay otros dos importantes factores que han provocado la escasez mundial de microchips: el crecimiento de sectores como las comunicaciones con el despliegue de 5G y el impulso a la movilidad eléctrica en un mundo asestado por una crisis energética catapultada por la guerra en Rusia y el cambio climático.

Taiwán y China, líderes del tan codiciado mercado

Resulta irónico que un componente tan pequeño involucre a una cadena de montaje tan vasta. Taiwán y China acaparan este mercado, eso sí, cada uno a su modo. China es el mayor extractor de silicio, un elemento indispensable para la creación de los chip semiconductores. Europa tiene externalizada la mayoría de la producción de los materiales indispensables (critical raw materials) a China. José L. Costa-Krämer, investigador del Instituto de Micro y Nanotecnología del CNM CSIC, apunta a ‘La Información’ que esta decisión no solo busca minimizar costes sino que también desvincula a Europa del sector minero que da “mala prensa” en plena transición ecológica.

Taiwán por su parte representa más del 60% de la producción mundial de microchips, con su empresa líder TSMC. Los intereses geoestratégicos han creado, según desvela a este medio Costa-Krämer, una “cortina de silicio” que protege a Taiwán de su anexión a China. EEUU no puede permitirse perder el liderazgo tecnológico en los chips ante una China que retiene el poder en su tecnología puntera.  

Biden, la otra cara de una misma moneda

La intrincada lucha por el dominio de la industria de los microchips ha desvelado pocas diferencias entre la política comercial de Biden y Trump. Antes de que Trump perdiera la presidencia, se enfrascó en una guerra comercial con Pekín al aumentar los aranceles sobre la mayoría de las importaciones chinas y endurecer las condiciones de apertura de empresas chinas en EEUU.

El presidente estadounidense Biden, aprobó en agosto del 2022 el “Chips and Science Act”, una ley diseñada para impulsar la competitividad de EEUU ante la hostil perspectiva de escasez de semiconductores, que sirve además como protección nacional ante la inminente amenaza que representa el creciente mercado chino en la producción del bien más cotizado del sector tecnológico. Siguiendo con esta política, Biden impuso el pasado 7 de octubre nuevas restricciones al mercado chino. La Subsecretaria de Comercio Thea D. Rozman Kendler aseguró entonces que estas acciones eran estrictamente necesarias para proteger ''la seguridad nacional y los intereses de la política exterior de EE.UU.”.

UE en busca de la autonomía industrial

Tras la pandemia y la guerra en Ucrania, Europa, como el resto del mundo, ha comenzado una metamorfosis en sus relaciones comerciales. El desabastecimiento global obligó a los 27 estados miembros a replantearse una política comercial en la que la interdependencia se perseguía. Ante el golpe de realidad la UE ha comenzado el desarrollo de una nueva política exterior basada en la autonomía estratégica.

La Unión Europea siguió los pasos de Estados Unidos y presentó el European Chips Act, que pretende servir de palanca para su compleja transición tecnológica. Según la Comisión Europea esta ley “reafirmará la competitividad y la resiliencia de Europa en las tecnologías y aplicaciones de semiconductores, y contribuirá a lograr la doble transición digital y ecológica”. Se pondrán a disposición de este proyecto más de 43.000 millones de euros entre inversiones públicas y privadas. Con esto la UE espera poder ser productor del 20% del mercado mundial de microchips en 2030.

La importancia de los microchips para España

Según el informe “State Of The U.S. Semiconductor Industry” la mayor parte de los microchips se utilizan para el funcionamiento de los ordenadores, un 31,5% de la demanda global. La categoría de la comunicación (teléfonos móviles) alcanza el 30,7%. El sector del automóvil representa un 12,3% del mercado de los microchips. En penúltimo lugar encontramos la industria, que necesita un 12% del mercado y en último lugar, los gobiernos utilizan un 1% de los microchips producidos.

Según Bruselas, la UE se encuentra entre los mayores productores mundiales de vehículos de motor. Este sector proporciona puestos de trabajo directos e indirectos a 13,8 millones de europeos, un 6,1% del empleo total de la Unión. La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) aporta un beneficio comercial anual de 79.500 millones de euros a la UE. Considerando el peso que tiene este sector en la Unión Europea y la transición hacia coches eléctricos (importante para cumplimentar los objetivos de descarbonización) se comprende el afán que tiene Europa para reducir su dependencia en la industria de los microchips ya que, tal y como indica Costa-Krämer, eliminar la dependencia es un objetivo inasequible en un mercado tan intrincado. “Es imposible para Europa hacerlo solos, la inversión necesaria es demasiado grande para ser acometida” indica. 

"Tenemos que tender a la interdependencia” pero debemos hacerlo con países que consideremos “amigos”

El informe “El sector del automóvil en España: estratégico y en transformación” publicado por Caixabank, asegura que España es un “referente a escala mundial”. Con casi 2,27 millones de vehículos fabricados en 2020, es el octavo productor mundial. En abril, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció una inversión de más de 11.000 millones de euros para la producción e investigación de los microchips y semiconductores tras reconocer que estos productos son necesarios para “todos los sectores tecnológicos y por tanto adquieren una importancia geoestratégica mundial en un contexto de transformación digital".

Es por esto que, en un mercado tan “opaco y complejo” como es el de los microchips y su red de suministros, Europa no puede permitirse quedarse fuera, apunta Costa-Krämer. “Tenemos que tender a la interdependencia” pero debemos hacerlo con países que consideremos “amigos”, zanja.

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