¿Ataca Trump o devuelve el golpe? China, la Guerra Fría y la nueva batalla comercial

  • Entre 1945 y 1947, Washington y Moscú pasaron de una productiva cooperación, nacida en tiempos bélicos, a la más profunda confrontación.
Estados Unidos y China se enfrentan por el control comercial, ¿o hay algo más?. /Pixabay
Estados Unidos y China se enfrentan por el control comercial, ¿o hay algo más?. /Pixabay
Estados Unidos y China se enfrentan por el control comercial, ¿o hay algo más?. /Pixabay
Estados Unidos y China se enfrentan por el control comercial, ¿o hay algo más?. /Pixabay

"Los guerreros victoriosos primero ganan y después van a la guerra, mientras que los guerreros vencidos primero van a la guerra y después buscan ganar", señala Sun Tzu en 'El arte de la guerra'. Y no es fácil dilucidar quién fue el primero en golpear en la nueva guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Un análisis publicado en Foreign Policy aborda la cuestión desde un nuevo prisma, al buscar los paralelismos con el clima y las actitudes que llevaron a la Guerra Fría entre la Unión Soviética y EEUU, una competición que tuvo al mundo en vilo durante 40 años, en la que se peleó por el poder, la influencia y el control del orden global.

Hay un temor creciente a que Washington y Pekín hayan abierto un período de confrontación que pueda durar décadas, una especie de nueva Guerra Fría, que terminé alterando los esquemas más asentados del sistema internacional. 

La pregunta que nadie parece poder responder es si se trata de un conflicto iniciado por el actual inquilino de la Casa Blanca, acostumbrado a manejar la diplomacia como el dueño de un casino de Las Vegas, o es achacable al expansionismo del gigante asiático que lidera Xi Jinping.

Sobre la Guerra Fría se han escrito cientos de páginas y hasta la fecha han aparecido hasta cuatro corrientes que tratan de dar una explicación a los hechos, según iban apareciendo autores revisionistas.

Entre 1945 y 1947 Washington y Moscú pasaron de una productiva cooperación, nacida en tiempos bélicos, a la más profunda confrontación ideológica y geopolítica, que terminaría durando décadas. Hubo una primera teoría que señalaba el expansionismo ruso, el marxismo-leninismo y la impresionante paranoia de Iósif Stalin como causante de la división entre bloques.

La versión cambiaría al final de los años 50, en cierta medida por la desilusión que sembró la guerra de Vietnam, que hizo que los autores revisionistas cargaran la culpa del estallido en las ansias de expansión territorial estadounidense y su apología del mercado capitalista. 

Una tercera explicación mezcla parte de las anteriores, ya que se achacan errores a EEUU, pero se considera que la confrontación entre bloques fue trágicamente inevitable. Tras la Segunda Guerra Mundial, ambas potencias fueron conscientes de su poder, lo que unido a la defensa de divergentes sistemas políticos, experiencias históricas y conceptos de cómo preservar la seguridad, llevaron a esa competición.

Al final, la apertura de algunos archivos de la URSS tras la caída del Telón de acero impulsó una última oleada revisionista, que lideraron algunos historiadores como John Lewis Gaddis, y que terminó poniendo el acento en los soviéticos en general y en Stalin en particular. El georgiano era increíblemente desconfiado, estaba convencido de la debilidad de Occidente y tenía decidido poner al límite los límites de EEUU. En esta interpretación se considera que la respuesta del Oeste fue la correcta.

¿Y qué pasa con China?

En el momento actual, las tensiones comerciales marcan el ritmo de la relación entre Pekín y Washington, y todavía no está claro el culpable de la tensión que se ha instaurado. Los analistas no pueden negar que EEUU mantiene desde hace mucho tiempo una importante presencia militar en el área de Asia- Pacífico y ha sostenido algunas políticas como la defensa de los derechos humanos, que sin duda han sembrado la inquietud en el ambicioso régimen chino.

En paralelo, no se puede olvidar que Estados Unidos es el país que más ha hecho para el impresionante crecimiento de China, abriendo el camino para la entrada de Pekín en la Organización Mundial del Comercio, abriendo sus mercados a productos del gigante asiático y permitiendo la transferencia de tecnología.

Pero hay que situar el inicio del deterioro de las relaciones entre ambos países entre 2008 y 2009, en medio de la crisis financiera global, cuando Pekín percibe debilidad en la Administración Obama, e incrementa la presión en el Mar del Sur de China, el Mar de la China Oriental y en otras zonas.

Xi Jinping ha blindado su poder con una estrategia centrada en acallar a la disidencia, reforzar los controles políticos y dotar a las fuerza de policía de alta tecnología de vigilancia. Además, bajo el mando de Xi se ha reforzado el poderío militar chino y se han lanzado iniciativas como la de Belt and Road o el Asian Infraestructure Investment.

Claro que los expertos señalan la etapa de Hu Jintao como el período clave en el expansionismo chino, que ha derivado en la actual confrontación con EEUU. El crecimiento del poder -especialmente militar- de Pekín fue motivado inicialmente ante el temor de China a que Washington cambiase de enemigo tras acabar la Guerra Fría. Ese temor se cristalizó durante la crisis del Estrecho de Taiwán en 1995 y 1996, cuando Estados Unidos respondió a los intentos chinos de intimidar a Taiwán con el envío de dos grupos de ataque desde portaaviones cerca de sus aguas.

El crecimiento experimentado por China en tres décadas no tiene parangón en la historia moderna. Calculado en dólar constante, su PIB creció de 1,9 billones de dólares a 8,3 billones de dólares entre 1998 y 2014. Y en lo que al gasto militar se refiere, creció entre 1994 y 2015 desde el 2,2% hasta el 12,2% del gasto mundial total. La aparición del régimen de Pekín como una potencia es la causa más clara de la nueva actitud de Washington respecto al expansionismo del gigante asiático.

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