Supondría 15,4 billones de euros

China tendría que dar su riqueza de un año para pagar el descalabro de la Covid

Los informes sobre su desinformación y mala gestión la hacen culpable de una pandemia que ha costado millones de vidas y de euros.

Trabajadores del Instituto de Virología de Wuhan, en China.
Trabajadores del Instituto de Virología de Wuhan, en China.
vía Europa Press

El 30 de diciembre de 2019, a la Organización Mundial de la Salud (OMS) detectó la primera información sobre unos brotes de una enfermedad respiratoria producida por un virus. Según la página web de la OMS, esto fue lo que pasó ese día. “La oficina de la OMS en China tuvo acceso a un comunicado de prensa en la web de la Comisión de Salud Municipal de Wuhan sobre unos casos de ‘neumonía viral’ en Wuhan. Siguiendo el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), la oficina de la OMS en China lo notificó a la oficina Regional del Pacífico Occidental de la OMS”.

Al día siguiente, el 1 de enero de 2020, la oficina de la OMS en China pidió a las autoridades sanitarias locales Información sobre los casos de neumonía atípica en Wuhan. Al mismo tiempo, activó su Equipo de Apoyo a la Gestión de Incidentes (IMST), como parte de su respuesta a emergencias, lo cual aseguraba la coordinación de actividades y la respuesta en los tres niveles de la OMS (cuartel general, sedes regionales, país) para emergencias de salud pública.

El 2 de enero, la OMS “informó a los socios de la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos (GOARN) sobre los brotes de neumonía en China. Los socios de GOARN incluyen las principales agencias de salud pública, laboratorios, agencias hermanas de la ONU, organizaciones internacionales y ONG”.

El 3 de enero, las autoridades chinas informaron a la OMS que había brotes de neumonía de un virus “sin identificar” en Wuhan. La OMS avisó a todos los países miembros de este brote y elaboró un informe sobre la enfermedad. El 9 de enero, las autoridades chinas afirmaron que era un coronavirus nuevo. El 11 de enero murió en China el primer infectado por coronavirus. El 13 de enero Tailandia reportó el primer contagio comprobado por coronavirus. El 15, Japón informó de lo mismo. Estados Unidos reportó su primer caso el 20 de enero. El 30 de enero, Italia informó de dos casos de coronavirus: dos turistas procedentes de China que entraron en Italia el 23 de enero.

En poco tiempo, los brotes pasaron a contagiar al mundo entero. Han pasado dos años de aquel aviso que se convirtió en una pandemia. Según los datos de la OMS, estas han sido las consecuencias hasta el 29 de diciembre de 2021:

-281.808.270 casos confirmados de COVID-19.

-Se incluyen 5.411.759 muertes.

Desde el principio, muchos expertos en litigios se preguntaron si se podía acusar a China de haber violado las leyes internacionales de salud, y si se le podría imputar una indemnización. De hecho, en el mundo de los seguros, los accidentes, tienen un coste. Los costes al final los pagan quienes han ocasionado el accidente, o su compañía de seguro. El argumento en este caso sería: si China ha sido el origen de este “accidente” a escala mundial, lo más lógico es que tenga que pagar por el daño. ¿Cuánto podría costar eso?

Primero habría que probar que China es la culpable y no ha cumplido los protocolos del Reglamento Sanitario Internacional (International Health Regulations). Habría que probar que informó falsamente de que no había contagio de humano a humano. Y eso se puede hacer. China empezó a reconocer el contagio humano-humano el 22 de enero de 2020. Eso retrasó todas las medidas de emergencia. El periodista español Juan Pablo Cardenal, que conoce bien China pues durante años fue corresponsal en Pekín, lamenta por teléfono que se perdiera un tiempo precioso pues las autoridades chinas taparon las evidencias. “El gobierno lo negó todo. Trató de ocultar los hechos”. Pone como ejemplo que China arrestó a los médicos que dieron la voz de alarma. “Si hubiera dado la voz de alarma antes, se habría limitado la transmisión del virus”. Cardenal cita un informe de la Universidad de Southhampton donde se afirma que si las intervenciones “se hubieran realizado una semana, dos o tres semanas antes, los casos podrían haberse reducido en un 66%, 86% y 95 %”.

Al parecer, el primer brote del que se tuvo noticia fue mucho antes de lo que el gobierno chino reconoció oficialmente: ese brote sucedió el 17 de noviembre de 2019, pues de esa fecha proceden documentos del gobierno chino no publicados y no confirmados, examinados por el periódico “South China Morning Post” (SCMP). Se trataba de una infección por virus cuyos síntomas coincidían con lo que luego se identificaría como COVID-19: un hombre de 55 años de la provincia de Hubei. En noviembre se registraron ocho casos similares, según el medio SCMP.

Ya en fechas tan tempranas como abril de 2020, un informe británico elaborado por Matthew Henderson, Alan Mendoza, Andrew Foxall, James Rogers y Sam Armstrong para la Henry Jackson Society de Reino Unido, afirmaba que “el mundo debería buscar emprender acciones legales contra la República Popular China por las violaciones del derecho internacional y sus consecuencias”. El informe tiene el inequívoco título de “¿Indemnización por coronavirus? Examen de la culpabilidad potencial de China y las vías de respuesta legal”.

El informe no ahorra palabras: China es la culpable. Se le pueden exigir responsabilidades. “La comunidad internacional ha reconocido desde hace mucho tiempo que, con respecto a las enfermedades infecciosas, las acciones de un estado pueden tener implicaciones materiales en otro. Como tal, un cuerpo de leyes, que infiere los deberes de las naciones para restringir la propagación de enfermedades, comenzó en 1892 con la Convención Sanitaria Internacional”, dice el informe británico.

Como miembro de la ONU, China se debería someter a la Corte Penal Internacional. “China podría rechazar la jurisdicción de la Corte. No obstante, podría presentarse tal reclamación y correspondería a China aceptar o rechazar la jurisdicción de la Corte”, dice el informe británico. Si China lo rechaza, entonces se le puede obligar a que acepte la disputa apelando al artículo 75 de la Constitución de la OMS que dice que cualquier desacuerdo entre las partes debe ser resuelto ante la Corte Penal Internacional.

Además, no era la primera vez que pasaba. El informe británico recuerda que China fue el epicentro de la anterior pandemia de SARS, en 2003, donde no actuó de modo transparente. “Pekín ha repetido muchos de los errores que cometió en 2003, cuando obstruyó el flujo de información en torno a la crisis del SARS, y al hacerlo empeoró la crisis. Ahora, a diferencia de entonces, China ha respondido desplegando una campaña de desinformación avanzada y sofisticada para convencer al mundo de que no es el culpable de la crisis y que, en cambio, el mundo debería estar agradecido por todo lo que China está haciendo, incluida una campaña masiva en Twitter, donde tiene decenas de miles de cuentas de bots a su servicio. China también ha engañado a la OMS”, dice el informe, y añade: “La verdad es que China es responsable de COVID-19, y si se presentaran demandas legales contra Pekín, podrían ascender a billones de libras”.

Si se presentaran demandas mundiales, ¿a cuánto ascenderían? Para empezar habría que calcular cual ha sido el impacto económico. Una información de “The Economist” fechada hace un año, en enero de 2021, afirmaba que el impacto en el PIB mundial sería de 10 billones de dólares (unos 8,8 billones de euros), es decir, siete veces el PIB de España. Pero claro, el mundo pasaba por la tercera ola y quedarían algunas más. Además, aún no conocían las variantes india y sudafricana, la delta y ómicron.

Siguiendo con el impacto económico, muchos países en vías de desarrollo se han empobrecido “Algunas estimaciones indican que de 65 a 75 millones de personas pueden haber ingresado en la pobreza extrema en 2020, con 80 millones más de desnutrición en comparación con los niveles prepandémicos”, afirma un informe de noviembre de 2021 preparado para miembros del Congreso de EEUU. “Además, algunas estimaciones indican que la disminución del comercio mundial en 2020 cobró un precio económico especialmente alto para las economías emergentes y en desarrollo dependientes del comercio”.

En términos humanos, ¿cómo se puede reparar una vida? ¿Cómo afrontar los cinco millones de fallecidos en estos dos años? En el caso de España, las compañías de seguros tienen unas tablas de indemnización en caso de fallecimientos en accidentes de tráfico. Van desde 51.741 hasta los 93.135 euros, según el despacho de abogados Indemnización por Accidente. Pero eso se aplica en caso de que una persona quedara viuda. Luego, hay que añadir cifras parecidas si ha fallecido un hijo, por lo cual esa suma se adjudica a cada progenitor. Y si el fallecido tenía hijos, hay que indemnizar a cada hijo con sumas parecidas, dependiendo de la edad. Con 89.405 fallecidos, y aplicando el cálculo más modesto (un solo sujeto que recibe la indemnización), eso supondrían 4.470 millones de euros.

Luego están los costes de los pacientes ingresados por COVID. Según un estudio realizado por José Luis Navarro Espigares, economista del departamento financiero del Hospital Universitario Virgen de las Nieves (Granada), el coste por paciente en un hospital público de Granada es de 18.692 euros.

A eso habría que añadir lo que la Sanidad pública pagó a la privada por desviar pacientes a estos servicios, lo que la sanidad pública se ha gastado de más, como el hospital Isabel Zendal de Madrid, o los miles de respiradores, trajes EPis, mascarillas y traslados. En ese coste, no se incluye el impacto de las enfermedades mentales en la población española, enfermedades como depresiones, o algo peor, los suicidios. Habría que añadir los fallecidos por no haber podido recibir tratamiento a tiempo de otras enfermedades como cáncer, ya que los hospitales estaban colapsados en los peores momentos de la pandemia.

El cálculo económico más fácil de hacer es el impacto en el PIB. El FMI preveía un crecimiento del 1,6% para España en 2020, lo cual hubiera puesto el PIB en 1,264 billones de euros. Pero al final terminó siendo de 1,121 con lo cual perdimos 141.000 millones de euros, o una caída del PIB del 11,3%. Pero eso solo por 2020. En 2021 España aún no ha alcanzado los niveles de 2019.

En resumen, como poco, China tendría que indemnizar a España con 145.000 millones de euros. Una cifra que se queda corta si se sumaran los restantes países del mundo.

Según un informe del Banco Mundial, el impacto en el PIB mundial de 2020 y 2021 sería al final de unos 10 billones de dólares, o sea, unos 8,6 billones de euros. Eso sin contar las indemnizaciones por fallecimientos y el gasto sanitario, algo incalculable.

En el caso sanitario, si se aplicaran al resto del mundo los mismos baremos por fallecimientos que España, la factura por la indemnización a las familias de los cinco millones de fallecidos le saldría a China por 400.000 millones de euros. Y aun así, sería una factura modesta porque los tribunales en EEUU son muy duros cuando se trata de imponer castigos a las empresas o al estado por negligencia. Las cifras son astronómicas.

Si a ello se añaden los 18.000 euros por paciente, aplicados en España por paciente hospitalizado, y si se multiplica por los contagiados en todo el mundo, darían casi 5 billones de euros. Sumadas las indemnizaciones por caída económica del PIB a las de los fallecidos y la manutención de los hospitalizados, daría en total unos 15,4 billones de euros o 17,4 billones de dólares. Teniendo en cuenta que el PIB de China en 2020 fue de 14,7 billones de dólares, los chinos tendrían que entregar al mundo todo su producto interior bruto durante un año y un trimestre adicional para pagar el coste en vidas, hospitalización e impacto económico del virus que lanzaron al mundo. Y sería una cifra modesta porque hay muchas variables más como la paralización del comercio internacional.

Además, China tendría que pagar una multa por apropiación y especulación. Mucho antes de que el mundo se pusiera en guardia, los chinos hicieron acopio de material sanitario. “Entre el 24 de enero y el 29 de febrero, China importó 2.020 millones de mascarillas y 25 millones de batas de protección. Su valor comercial alcanzó los 1.150 millones de dólares”, dice Cardenal, en un artículo que publicó en el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). “Las comunidades chinas de ultramar se abastecieron y exportaron todo ese material a China para ayudar a sus compatriotas, pues éstos vivían en febrero el peor momento de la enfermedad”.

Una vez sobrepasado su momento de peligro, las industrias chinas se dedicaron a fabricar y vender al mundo mascarillas y respiradores, algunas veces disfrazadas de donaciones. Fue entonces cuando el mundo descubrió que China es el mayor fabricante del mundo de hidroxicloroquina (principio activo recomendado para aliviar los síntomas del Covid), de vitamina C, y de la mayor parte de los antibióticos.

Pero durante todos estos meses, desde el principio de la pandemia, la propaganda china ha intentado desviar la atención y hasta aparecer como país donante y altruista. Como resume el informe británico de la Henry Jackson Sociecty: no hay duda; China es la culpable y debería pagar por ello.

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