Cien años de la Gran Guerra que acabó con la era dorada de la economía mundial

  • La primera gran contienda planetaria dejó huellas que cambiaron el curso del capital, el comercio y las relaciones entre naciones para siempre. 
Primera Guerra Mundial
Primera Guerra Mundial
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El próximo 11 de noviembre se cumplirán 100 años del final de la guerra que cambió el rumbo del mundo, el conflicto que acabó con la inocencia (y el romanticismo) de una prosperidad global y que se llevó por delante una era económica. En unos pocos días, los mismos que lucharon entre sí sobre el barro de las trincheras del Somme o en los bosques de las Ardenas se harán mil fotos juntos en un acto de conciliación. Algo impensable hace un siglo, cuando también se dieron la mano aquellas mismas naciones para sellar una paz que no hizo sino sembrar la verdadera catástrofe por venir apenas 20 años después.

Porque no hay duda de que la Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto más dañino para la humanidad, tanto en vidas perdidas (hasta casi 70 millones de muertos) como en impacto económico. Según el Fondo Monetario Internacional, fue la “más destructora” y la “más cara”, aunque pocos informes se han atrevido a calcular su coste real por ser una estimación inabarcable. Como mucho, un informe de Congreso de los Estados Unidos sí se lanzó a calcular el impacto solo para Estados Unidos en gasto militar: unos 4 billones de dólares (sí, con “b”), cuatro veces el PIB anual de España. Otros informes apuntan a que los americanos gastaron uno de cada cuatro dólares de la contienda, con la cifra podría elevarse a 12 billones solo en armamento, dos tercios del PIB total actual de la primera potencia mundial. Porque la reconstrucción es otra cosa. No hay forma de calcular eso.

Pues bien, la Primera Guerra Mundial fue el capítulo inicial de todo aquello. Para esta guerra sí hay un cálculo económico global (las víctimas humanas pudieron ser en torno a 40 millones), realizado por el FMI, que se sitúa en algo más de tres billones de dólares. Aunque eso, como ocurre con la Segunda, es solo una estimación muy somera. El verdadero impacto de la llamada Gran Guerra fue mucho más allá. Como diría J.R.R. Tolkien, que luchó como oficial en en el frente occidental y cuyas experiencias las plasmaría en forma de fantasía en 'El Señor de los Anillos', "una historia debe ser contada o no habrá historia, aunque las historias que quedan sin contar son las más emotivas". 

Como es imposible contar en monedas el impacto de la Primera Guerra Mundial, sirvan de ejemplo once consecuencias muy concretas (en honor al número once que marca esta efeméride):

1) El patrón oro, por los aires. Durante décadas, el oro marcaba el ritmo de las divisas de las principales potencias. Con la urgencia de la guerra y de afrontar su gasto, los países rompieron el molde y se pusieron a imprimir moneda propia. ¿La consecuencia? Esa temible hiperinflación a la que Alemania, como ninguna otra nación, teme al considerarla causante del ascenso de Adolf Hitler... pero esa es otra historia.

2) Comercio mundial. A lomos de la revolución industrial, el mundo vivía su mejor momento histórico del comercio. No sería hasta 1993 que se recuperaría el mismo ritmo que había alcanzado en 1913, justo antes de estallar la Guerra, según destacó Forbes en un especial de la contienda cuando se celebró el centenario de su comienzo.

3) Movimientos de capital. Misma situación que los datos globales de comercio. En este caso concreto, fue 1996 cuando se alcanzó la cota existente antes de la Gran Guerra. Entre otras cosas, porque apenas había restricciones a la inversión internacional en aquellos años de comienzos del siglo XX. Los recelos, la ruptura del eje de los viejos imperios, las reticencias, el resquemor por las condiciones impuestas para el armisticio... las fronteras no solo fueron físicas sino que se impusieron barreras reales -en forma de aranceles- al capital.

Primera Guerra Mundial
Los recelos y el rencor entre países levantó fronteras físicas y de capital. / Pixabay

4) Movimientos de personas. En paralelo a todo lo anterior, la libertad de movimientos de las personas quedó abolida. Los pasaportes, que eran apenas una rareza, se extendieron. Además, a partir de 1918 una cepa especialmente mortífera de la gripe asiática (aunque se llamaría 'gripe española') mató a millones de personas. Ya no era tan fácil moverse por el mundo.

5) Intervencionismo. Los gobiernos no solo descubrieron su capacidad para decidir en economía a la hora de darle a la máquina de crear moneda. También se dieron cuenta de las ventajas de romper con el modelo que se había ido imponiendo desde el Reino Unido y su liberalismo y se lanzaron a tomar el control de sectores clave. La guerra lo justificaba todo. Eso, desde el totalitarismo que se extendió bien a través del comunismo o del fascismo. También fue el momento, en aquellos años de entreguerras, de John Maynard Keynes y su apuesta por que el Estado podía -y debía- impulsar la economía con gasto y más gasto para impulsar la economía.

6) Impuestos. Por la guerra, cualquier cosa. Antes de 1913, lo máximo que Estados Unidos le requería a sus contribuyentes era un 7% de sus ingresos, según señala de nuevo Forbes. Tras la Gran Guerra hubo picos del 77% y hasta del 94% en la Segunda. En Gran Bretaña también afrontaron tasas que hoy serían impensables hasta que Margaret Thatcher, en los 80, lo bajó al 40% para los más ricos.

7) Regulación. El Reino Unido tenía un Gobierno casi sin reglas en lo que a economía se refiere. Como espejo en la que todas las potencias se miraban, se tendía a copiar la escasa sombra regulatoria. Hasta que pasó la Gran Guerra.

8) Reparaciones de guerra. Otro punto de encuentro entre los historiadores es que el Tratado de Versalles, con sus condiciones geográficas y económicas, encendieron el fuego lento que desembocó en los fascismos. Sea como sea, una cifra como ejemplo de lo que se exigió a los perdedores: en 1921, Alemania tuvo que pagar a los vencedores el equivalente al doble de sus ingresos totales en un ejercicio normal de antes de la guerra, en cálculos del FMI.

9) Hiperinflación: otro ejemplo práctico. Llegó un momento que a los alemanes le salía más rentable fundir sus marcos de oro y con ello pagar los productos básicos que pagar con la propia moneda.

10) Impacto en la producción. Los más de tres billones, en dólares actualizados a la inflación, de coste total en armamento y en esfuerzo de guerra de la primera contienda es una cifra diez veces superior a lo que se había gastado en todo el mundo en todas las guerras sumadas de los 30 años anteriores.

11) Deuda. El sistema entró en una espiral imposible. Estados Unidos se convirtió en el gran banco del mundo. Los países derrotados recurrían a la inminente nueva potencia mundial para pagar sus deudas y luego se endeudaban más pagar sus nuevas deudas. Este cuento de deuda sobre deuda termina siempre de la misma forma: el impago. Y entonces todo hace crac. Fue 1929 y luego vino la Gran Depresión y luego... luego vino la Segunda Guerra Mundial.

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