La apuesta de los gobiernos por el coche eléctrico recortará el empleo del sector

Los británicos se olvidan del coche 'made in Spain' y las fábricas españolas lo sufren
Los británicos se olvidan del coche 'made in Spain' y las fábricas españolas lo sufren

Los coches con motor diésel continúan en caída libre y ya suponen solo el 46% de las ventas europeas en lo que va de año. En España el descenso supone un 20% respecto al 2012 y el gran beneficiado de la mala reputación de este combustible en los últimos meses está siendo la gasolina, que recupera cuotas de mercado de principios de siglo. La electrificación viene pujando con fuerza pensando en el largo plazo, aunque crece a ritmo lento en la penísula.

En el Salón del Automóvil que se celebra en Frankfurt, las marcas han presentado de forma grandilocuente los prototipos que pretenden que estén en la carretera en el año 2020. Esta primera generación, que no se fabricará en España, “va a transformar por completo la industria del automóvil”, como aseguró Matthias Müller, consejero delegado del grupo Volkswagen.

Los fabricantes están obligados a hacer una inversión milmillonaria y están dispuestos a hacerla. Pero para ello, Müller aseguró que la venta de “los diésel modernos son indispensables” para financiar los vehículos eléctricos. Entre Volkswagen, Daimler y BMW van a apostar unos 50.000 millones al coche eléctrico mientras explican que a día de hoy no es rentable por lo costoso de la tecnología y el desarrollo ¿Entonces por qué lo hacen?

Por un motivo económico a largo plazo. Cuando el coche eléctrico sea masivo, en torno a 2025, será mucho más barato de fabricar que un automóvil actual, ya que se necesitarán menos piezas. En consecuencia, los fabricantes necesitarán menos trabajadores en las líneas de producción. Un estudio realizado recientemente, estima que solo en Alemania, se perderán unos 600.000 puestos de trabajo relacionados con la industria del motor.

No solo en plantas de producción, sino también talleres, o fábricas de componentes y recambios. El ejemplo actual es Tesla, el fabricante de coches eléctricos más desarrollado en el mercado. Sus talleres (service center) son inteligentes y permiten arreglar el 80% de las averías de forma remota. Además, los coches reciben actualizaciones automáticas para evitar averías.

Varios países castigan al diésel

La apuesta de las marcas por el coche eléctrico viene dada, también, por el ‘veto’ que algunos países están dispuestos a imponer al diésel por los mayores valores de contaminación. El Gobierno chino quiere posicionarse como impulsor de los vehículos cero emisiones y planea prohibir los combustibles fósiles en su territorio en un futuro. En 2016 ya se vendieron en el país asiático más de 350.000 coches eléctricos y la prensa china informa que en Pekín podría ser incluso antes de 2020. Además, Francia y Reino Unido prohibirán los motores de combustión en 2040.

La electrificación es también un tema de debate central en Alemania a unos días de las elecciones. La canciller Angela Merkel insta a la industria automovilística alemana a recuperar credibilidad lo antes posible tras el ‘dieselgate’. Defendió que la mejor estrategia es combinar los motores de combustión con los eléctricos, pero potenciando estos últimos para evitar futuras prohibiciones de circulación de antiguos vehículos.

Este ‘favoritismo’ por el coche eléctrico no ha gustado a los fabricantes alemanes, que abogan por el diésel en el presente. “Las ventas de hoy son las inversiones de mañana”, recordó Müller. Angela Merkel, que está en una encrucijada, cambió el paso y afirmó que “no se puede demonizar al diésel, del que dependen fábricas y empleos”.

Carlos Tavares, presidente de PSA, fue el más crítico con el abandono al diésel. “Se ha impuesto la tecnología eléctrica por parte de los Gobiernos y cualquier otra tecnología que se quiera impulsar esta fuera del mercado. Si la tecnología no logra el respaldo en ventas, entonces todos, la industria, sus trabajadores y los Gobiernos, tenemos un problema”, afirmó.

Incluso, se atrevió a pedir futuras responsabilidades a los gobiernos y no a las marcas si esta electrificación, que considera impuesta, falla en el futuro: “Si dentro de 10 años hay algún problema con la movilidad eléctrica en términos de seguridad, medioambientales o de rentabilidad, la responsabilidad va a ser de los reguladores que lo impusieron”.

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