Con Chávez los venezolanos no tienen ni para leche

  • La nueva Ley de Costos y Precios Justos de Venezuela es la última gota que ha colmado el vaso para los venezolanos. Hablamos con Roberto León Parilli, presidente de la asociación de consumidores venezolanos, que asegura que desde hace más de ocho años el Gobierno de Chávez ha controlado la economía cambiando hasta los hábitos alimenticios de sus paisanos.
Roberto León Parilli
Roberto León Parilli
lainformacion.com
María Sorribes Catret
María Sorribes Catret

En España vas a un supermercado en busca de leche y cuando llegas al pasillo de turno, varios estantes te ofrecen una infinidad de posibilidades: sin lactosa, desnatada, entera, semi, con calcio, sin calcio, con omega tres, de una marca u otra, etc.

Para un venezolano esta situación no sería menos que un milagro, según cuenta Roberto León Parilli, abogado y director de Anauco (la asociación de consumidores venezolana equivalente a la OCU o la FACUA) a lainformacion.com.

Cuando Chávez te pone el menú

El control de Chávez ha cambiado hasta los hábitos y costumbres de sus paisanos.

Los venezolanos de hoy comen menos proteínas que hace ocho años, se bañan menos y limitan sus horas de luz acostándose más pronto, tal y como reflejan los estudios de Anauco.

La escasez y desabastecimiento de productos, sumada a la creciente inflación que en Venezuela ya habitúa los dos dígitos,- a finales de 2011 era de un 27%-  golpea con fuerza a unos venezolanos que ni siquiera pueden planificar lo que comerán durante la semana. El menú lo dicta Chávez.

"Si un día hay leche y harina, al siguiente no hay café. Cuando hay café no hay pollo ni carne o falta la leche. Y así, día tras día", manifiesta el abogado.

Pero no sólo se trata de un cambio de hábitos. La afectación para la economía familiar es muy grave. Debido a la escasez de productos, las familias se ven obligadas a peregrinar de un establecimiento a otro para poder completar su cesta de la compra con los gastos de desplazamiento que ello conlleva.

Al final, después de recorrer cinco supermercados de estantes vacíos, terminan por acudir a la economía sumergida para conseguir lo básico. Aterrizan en unos puestos callejeros llamados"buhoneros" donde un cartón de leche, que costaría normalmente unos 20 bolívares, puede ascender hasta los 60 u 80. El precio depende de la escasez de ese mismo día.

Los cálculos teniendo en cuenta este panorama son "alarmantes" según Parilli. "Con el salario medio, que es de unos 1.700 bolívares, una familia no puede permitirse siquiera hacer frente a la alimentación mensual básica: la cesta de la compra promedio no baja de los 3.500 bolívares."

Una Ley que vacía estantes

Durante ocho años el control de los precios ha sido la tónica habitual de una Administración que muchos medios han resumido con la frase de "Chávez lo quiere todo".

Ahora, una nueva norma llamada Ley de Costos y Precios Justos ha formalizado definitivamente esta práctica trasladando el control de unos cuantos productos clave como la luz o la leche a toda la economía.

La regulación comienza desde el inicio de la cadena de producción. En primer lugar el Gobierno controla qué porcentaje que tu industria debes dedicar a cada tipo de alimento. "Si tú eres un productor de arroz y hay un tipo de arroz que está regulado, el Estado te obliga a producir el 95% de esa clase y te deja libre sólo el 5% para que puedas producir otro tipo de arroz, como el integral, que no esté regulado", ejemplifica Parilli. 

Después, en palabras del venezolano, se produce una "fiscalización" de la distribución. El Estado te marca dónde van a ir tus productos y en qué cantidades. Por último, se regula el importe de dichos productos estableciendo un techo o congelando sus precios directamente.

Estos controles se suman además a una serie de "medidas de castigo" a las empresas privadas. La más radical, y también la más común, la expropiación. De modo que o cumples, dice Parilli, o el propio estado interviene quitándote el negocio. 

Ante este escenario de riesgo por expropiaciones, multas o sanciones, además de las condiciones de un mercado controlado que no garantiza la rentabilidad, los empresarios han dejado de invertir. La producción interna es cada vez menor y los venezolanos dependen de las importaciones de otros países para completar las necesidades básicas de los venezolanos. Según los informes de Anauco, el 70 % de los productos básicos son importados.

Cuando estos países no tienen excedentes suficientes o hay problemas de distribución, una situación que se repite diariamente según Parilli, aparecen los dos grandes problemas: desabastecimiento y escasez. Estantes vacíos.

En contra de la Constitución

El trasfondo de todo ello, como desvela Parilli, es una violación de derechos básicos que se incluyen en la propia constitución venezolana.

El primer derecho es el de libertad. En el artículo 117 de la Costitución venezolana, se reconoce la capacidad de cualquier ciudadano para elegir bienes y servicios, una capacidad violada por la restricción a la entrada de marcas.

El segundo es el amparado por el artículo 305, en el que se garantiza la seguridad alimentaria. "¿Cómo vamos a hablar de seguridad si conseguir los productos básicos depende la importación y sus variables exógenas incontrolables?", denuncia Parilli.

Todo este panorama de control de precios, limitaciones de acceso a materias primas, expropiaciones y las amenazas al sector productivo, que el Gobierno justifica como "medidas para combatir la especulación y la inflación" han empeorado día a día la calidad de vida de los venezolanos.

Por ello, tras numerosas denuncias de los consumidores Anauco elevó recientemente una Demanda colectiva ante el Tribunal Supremo de Venezuela para intentar dar volumen a la voz del consumidor venezolano.

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