Pese al avance del coronavirus

Adelson, el magnate que se fue de Madrid y ahora se niega a cerrar en Las Vegas

  • Los grandes casinos de Nevada cierran sus mesas de juego y hoteles y vaticinan el crash en un negocio de 261.000 millones y 2 millones de empleos.
Adelson pide un "marco legal" que permita el desarrollo de Eurovegas y que no cambie con el tiempo
Adelson pide un "marco legal" que permita el desarrollo de Eurovegas y que no cambie con el tiempo

Sheldon Adelson, el magnate mundial de los casinos, resiste en Las Vegas. Mientras que la mayoría de las grandes compañías (MGM, Wynn...) que tienen locales en torno al strip de la ciudad del pecado anuncian cierres temporales de toda su actividad (de juego y hotelera), el propietario de Las Vegas Sands Corp. ha decidido que siga girando la ruleta. Que las medidas de seguridad decretadas entre sus empleados son suficientes para detener el órdago del coronavirus.

La obcecación de Adelson esconde un negocio multimillonario que se ha echado a temblar. En su último informe anual, la Asociación Americana del Juego estimó que la industria mueve un total de 261.000 millones de euros al año (una cuarta parte del PIB en España) con casi dos millones de empleos en todo Estados Unidos. Además, ingresa a las arcas públicas casi 36.000 millones de euros en forma de impuestos. Como todo lo que está paralizando la enfermedad, las cifras dan vértigo.   

Adelson es un viejo conocido dentro y fuera de Estados Unidos. En España, en particular, fue elevado a personaje preferido de la prensa (en el odio o en el elogio) a principios de la década, cuando pareció que Alcorcón, a las afueras de Madrid, podría convertise en una sucursal de la metrópolis del juego con la conocida como Eurovegas. El país sufría lo peor de la crisis tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y muchos vieron al empresario como un Míster Marshall que vendría a salvar el empleo (en sus niveles más bajos en 2012 y 2013). Otros le vieron como el demonio, que forzaba al Gobierno a cambiar todas las leyes estatales a cambio de un puñado de empleos. 

Ya fuera por la contestación social o porque no consiguió todo lo que pidió, Adelson renunció a Eurovegas y volvió a Estados Unidos, donde volvió a ganar protagonismo al situarse del lado de Donald Trump en su campaña a la Casa Blanca y, ante las elecciones de noviembre, volvía a liderar las listas de donantes. Ahora, se ha situado en el centro mediático una vez más por no clausurar su Venetian (el remedo de Venecia, aquel primer gran foco del brote en Europa) en el corazón del desierto mientras que otros gigantes se han rendido a la evidencia y entre el lunes y el martes están diciendo "No va más" a todo su negocio.

Una evidencia que ya ve hasta su amigo en la Casa Blanca. Este mismo lunes, el presidente de Estados Unidos recomendó luchar contra "este enemigo invisible" y pidió evitar reuniones de más de 10 personas, algo impensable incluso en una mesa de póker en Las Vegas. Sobre todo, cuando el gobernador estatal Steve Sisolak dejó en manos de cada uno el cierre total, si bien lo recomendaba encarecidamente. El mismo lunes se reportó el primer fallecido por Covid-19 en Nevada. Y sí, vivía en Las Vegas.

En paralelo, la Asociación Americana del Juego anda pidiendo ya una ayuda, en función del desastre que se les viene encima y al igual que ocurre con las aerolíneas estadounidenses. "En unos pocos días, la industria americana de los casinos ha pasado de ser un sector pujante y próspero de la economía nacional a casi la paralización. Asistimos a un rápido incremento de cierres en nuestros casinos comerciales y tribales, impactando en un 40% de los empleos totales. Todo esto tendrá un efecto nefasto en las comunidades en las que operamos a lo largo de 43 estados", ha explicado en un comunicado lanzado este lunes. Ese 40% de empleos roza el millón de personas afectadas. De momento. 

Tampoco está clara la posición de una pata importante del negocio: los casinos en manos de los nativos, que tienen su propia regulación al margen de los estados federales. Al igual que Adelson, hay quien resiste ante la pandemia. En Florida, la tribu seminola mantiene sus seis casinos abiertos, incluyendo el que le da más dinero, en Tampa. Toman medidas de seguridad, pero ya. En Luisiana, donde el Estado ha cerrado los 20 casinos existentes (con Nueva Orleans a la cabeza), los gobernantes admitían que no tenían potestad para ordenar el cierre de los tres en manos nativas. Dos de ellos, en cambio, sí lo han hecho, según informa Bloomberg. 

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