La gestión del coronavirus

Plan de contigencia aéreo: dos grupos de controladores para que no falle el servicio

Controladores
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Europa Press

Nuevo escenario para el tráfico aéreo por el grave avance de la pandemia de coronavirus. La situación ya se está analizando dentro del Ministerio de Transportes, que tiene listo un plan de contingencia que se aplicará a través del gestor de la navegación estatal, Enaire. Una estrategia que tiene como punto central mantener alejados del posible contagio al equipo de controladores, sin el que es imposible que los aviones puedan despegar, aterrizar o simplemente permanecer en el aire. Por eso, el programa que se está preparando contempla que la plantilla se divida en dos grupos. Lo que garantizaría que, de haber un contagio en uno de ellos, solo los que formen parte del mismo y que hayan estado en contacto con el afectado tuvieran que pasar la cuarentena. 

Este plan, que ya estaba en estudio antes de conocerse los dos positivos de controladores en el centro de Barcelona, implica alterar por completo la actividad de la supervisión de la navegación aérea. Los sindicatos de controladores propusieron varias iniciativas para salvaguardar el servicio de sus afiliados. A la vez, en Enaire ya estaban preparando esa acción de contingencia en previsión de que pudieran producirse restricciones al tráfico de aviones o hubiera posibles contagios que implicasen una cuarentena obligatoria para un número considerable del cuerpo, que ronda los 2.000 efectivos.

Lo primero que se ha hecho es dividir a esa plantilla en dos grupos. Uno de ellos será el que siga acudiendo a su puesto con normalidad, mientras que el otro esperará en sus casas como retén del resto. A la vez, dentro de cada grupo habrá subequipos de varias personas, que son las que trabajan juntas en cada turno. Los miembros de estos desarrollarán su labor de manera normal. Todo cambiará cuando se produzca un positivo de uno de los miembros. Desde ese momento, sus integrantes pasarán a estar en cuarentena, siguiendo así el protocolo de prevención establecido por el Covid-19. Por tanto, ninguno de ellos estará disponible durante, al menos, los siguientes 14 días.

Pero el sistema planteado facilitará que no haya problemas para coordinar los despegues y aterrizajes en los aeropuertos españoles. Ese subequipo será sustituido por otro, que desde ese momento se encargará de gestionar el tráfico aéreo que le corresponda. Y así, sucesivamente. Por tanto, y salvo una crisis masiva que acabe afectando a todos los controladores del país, no habrá problemas para que estén en sus puestos. Podrán trabajar, aunque lo harán en una situación de 'normalidad excepcional' derivada de la grave crisis sanitaria. Aunque sí habrá cambios en el servicio, que se traducirán en menos despegues y aterrizajes en un periodo determinado. 

Habrá menos tráfico aéreo... y demoras

Este descongestionamiento forzoso responde a que, al haber menos controladores, Enaire está obligada a regular el tráfico aéreo aplicando una reducción al mismo. Algo que se hace para garantizar la seguridad de cada vuelo. Esto se concreta con una reducción de los sectores de cada uno de los cinco centros de control aéreo de toda España, unas áreas en las que siempre hay un controlador disponible. Es decir, se modifica el área que cada controlador gestionará, ya que tendrá que encargarse de más terreno. Cada centro de control está formado por varios de ellos, que son por los que circulan los aviones. Y en cada trayecto, una sola operación puede implicar a más o menos sectores. Como ocurre con el puente aéreo Madrid-Barcelona, donde pueden participar hasta 16 controladores. 

Este plan se traducirá en una reducción del volumen de aviones que se gestionen, que a la vez provocará que haya retrasos. De otra manera no sería posible, ya que el número de controladores disponibles por el sistema de dos grupos provoca que los que queden no puedan encargarse del mismo número de operaciones que se producirían en un día normal. La importancia y delicadeza de cada movimiento obliga a que haya aviones que vayan a verse obligados a retrasar su salida hasta que se lo indiquen. Pero será un mal menor, ya que los controladores seguirán disponibles en todo momento. Y lo harán gracias a estas medidas tomadas por Enaire como respuesta al nerviosismo y a los rumores sobre un posible cierre del espacio aéreo.

Espacio aéreo garantizado por ahora

Que se suspenda el tráfico aéreo es algo que no está sobre la mesa en estos momentos, según señalan fuentes de Enaire y de los controladores consultadas por esta redacción. Incluso con el estado de alarma activo, esto no supone que se tome una medida de un calado tan inmenso. Un extremo que ni se contempló durante la crisis de controladores de 2010, donde se mantuvo abierto el espacio aéreo tras la intervención del Gobierno con el estado de alarma. Aunque sí hubo cientos de cancelaciones por la huelga encubierta de estos profesionales. Sobre todo, porque prohibir la navegación no es algo que afecte solo a los aviones que salgan de un aeropuerto español o tengan como destino uno de ellos.

Si no hay espacio aéreo abierto, la prohibición impediría que cualquier avión que tuviera que pasar por España tendría que desviarse para no moverse por toda la superficie del país. Por ejemplo, un avión que salga de París y tuviera como destino Marrakech tendría que dar un rodeo. Ni siquiera estaría permitido que se moviera por el espacio aéreo que ocupa el archipiélago de las Islas Baleares. Por tanto, estarían afectados entre 2.000 y 5.000 aparatos, que es la cifra que se maneja en una época de temporada baja como la actual. Un número bajo en comparación con si hubiera una suspensión del tráfico en verano, donde puede haber hasta 7.000 vuelos que despegan, aterrizan y vuelan por territorio español. 

También hay que recordar que el sistema actual no permite que haya un trasvase de controladores de una torre a otra. El motivo es que cada profesional está formado para encargarse de un espacio aéreo en concreto dentro de su lugar de trabajo. Y es que cada torre de control tiene sus particularidades, que pueden no tener nada que ver con las otras. Esto impide que, en un situación límite, un experto que esté en Palma pueda trasladarse a Madrid para desempeñar la misma labor. Lo que explica que se tomen estas medidas preventivas de reservar al 50% de la plantilla. 

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