Como alternativa al gas ruso

La crisis energética pone en 'stand by' el cierre de las centrales térmicas del norte

La térmica de Soto de Ribera (Asturias) sigue operando pese a que se anunció su cierre para 2022. El Gobierno ha dejado en manos de Redeia el cierre de centrales para garantizar el suministro eléctrico.

Central térmica de Soto de Ribera (Asturias).
La crisis energética pone en 'stand by' el cierre de las centrales térmicas del norte
EFE

La crisis energética y la posibilidad de un invierno sin gas están complicando la transición ecológica que pretende llevar a cabo el Gobierno. Fue Alemania quien primero anunció la reapertura de sus centrales de carbón como forma de paliar su dependencia energética de Rusia. Le siguieron Italia, Austria o Francia, quien también recurre a la nuclear en su plan de emergencia; y ahora España, de forma indirecta, se replantea si el cierre de las centrales térmicas es tan urgente como parecía, no sea que puedan ser útiles en momentos clave de la época más fría del año. 

La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, anunció hace dos semanas que podría paralizar el cierre de la central térmica de As Pontes (Lugo) -que dejó de quemar carbón el 22 de junio- en caso de que fuera necesario tenerla lista para garantizar el suministro eléctrico. Sin embargo, la decisión está en manos de Redeia (antigua Red Eléctrica), que será la responsable de evaluar si el cierre compromete el futuro abastecimiento con una resolución que todavía no ha sido emitida. Ni el Gobierno, que ha hecho una apuesta decidida por las renovables, ni Endesa, propietaria de la fábrica, han mostrado interés en mantenerla abierta por el coste que supondría. 

Esta noticia tuvo especial relevancia en Asturias, región minera que acoge dos de las cuatro centrales térmicas todavía en funcionamiento en España: Aboño, que da servicio a la industria asturiana, y Soto de Ribera, en las proximidades de Oviedo, ambas gestionadas por EDP. A ellas se suma una tercera en Los Barrios (Cádiz) y otra en Mallorca, gestionada por Endesa. Todas ellas tienen fecha de cierre, que como muy tarde será en 2026. Un alto cargo del Principado explica que el caso de la térmica de Soto de Ribera no es el mismo que el de As Pontes, ya que "al no haber formalizado el cierre no hay nada que frenar, por lo que sigue abierta". 

El caso de Soto de Ribera es, precisamente, el ejemplo de cómo el nuevo contexto energético ha cambiado los planes del sector. Cerrada durante una larga temporada en 2019, y tras anunciar y solicitar su cierre en 2020, la nueva coyuntura energética ha permitido que el carbón vuelva a ser competitivo, motivo que supuso la reapertura de la central en 2021. A día de hoy sigue operando, pese a que la clausura estaba prevista para este año. Como en el caso de As Pontes, Redeia autorizó su desconexión del sistema eléctrico al ser "compatible con la seguridad del sistema". 

Esta misma fuente del gobierno asturiano asegura que la empresa todavía no ha completado el trámite administrativo necesario para el desmantelamiento parcial del grupo 3, capaz de generar 341 MW de potencia neta mediante carbón: "La mantendrán abierta mientras les compense". La central de Aboño se mantendrá abierta para continuar convirtiendo los gases siderúrgicos de ArcelorMittal en electricidad, garantizando el suministro energético a la industria asturiana. 

EDP presentó hace unas semanas un plan de reindustrialización para Soto de Ribera que pasa por la creación de un hub de baterías y almacenamiento energético, además de instalar un parque solar y un electrolizador que impulse el uso del hidrógeno como fuente de energía. Esta reforma se sitúa en línea con el acuerdo al que llegaron los gobiernos, sindicatos y empresas gestoras con el fin de promover nuevas industrias tractoras que permitan el desarrollo económico y creen empleo en línea con el criterio de la transición justa. Ni EDP ni los ministerios implicados (Industria y Transición Ecológica) han respondido a las consultas formuladas por La Información. 

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