Decenas de miles de empleos perdidos

Los olvidados de la eterna reconversión que sufre la industria desde los años 60

El cierre de Nissan y Alcoa devuelve a la actualidad a los grandes perjudicados por la terciarización de la economía española.

Fotografía paralización actividad Navantia / CGT
Los olvidados de la eterna reconversión que sufre la industria desde los años 60.
L.I.

El estallido de la crisis de los astilleros españoles, en el 2004, cuando la Unión Europea exigió la devolución de 1.600 millones de euros en ayudas que calificó de ilegales, provocó un ajuste más en los astilleros de El Ferrol y de toda España. Y el final para el pequeño taller de la industria auxiliar en el que trabajaba Pedro (Valladolid, 1960) en la ría ferrolana. Llevaba trabajando en el sector desde los 20 años. Con 44 y dos hijos, de 12 y 10 años, se vio en la calle. "Desde ese día casi todos mis lunes han sido al sol", dice rememorando la película de Fernando León de Aranoa que plasmaba el drama de cuatro parados gallegos, de la ría de Vigo, precisamente por la reconversión del sector naval. 

Bajo las grúas de las antiguas Astano y Bazán trabajaron algún día más de 16.000 personas. Hoy, apenas quedan 2.000 en Navantia Ferrol y 300 en Fene. Además de otras 500 personas en las empresas auxiliares. Tras cuatro años en el paro, sin encontrar trabajo, Pedro dejó El Ferrol y volvió a Valladolid. A la casa de su familia. "Aquí por lo menos no pago casa. Es muy duro salir de tu lugar de trabajo, del sitio en le que han nacido tus hijos, pero..." Pedro asegura que "me siento olvidado. Hubo muchas promesas, que si nos recolocaban, pero de los trabajadores de la industria auxiliar de los astilleros no se acuerda nadie. Nos quedamos en la calle. Con una mano delante y otra detrás. El paro, la prestación, se acabó y como se dice, con el rabo entre las piernas, tuve que volverme a mi tierra".

Durante años vivió de lo que sacó por la venta de su piso en Galicia y "de trabajos esporádicos, muchos. En el campo, en la hostelería, en alguna industria... Pero nada fijo". Para "que te hagas una idea en El Ferrol coticé a la Seguridad Social los 24 años en los que estuve trabajando. Desde entonces, desde el 2004, ahora hace 16 años apenas he cotizado otros ocho, la mitad. Tengo 60 años y 28 de cotización. Ya no me dará tiempo a cotizar lo necesario antes de jubilarme para cobrar el 100%. La reconversión de la industria pesada española ha dejado a mucha gente tirada, como a mí".

El destino de Pedro es el mismo que el de centenares de miles de trabajadores que han sufrido la "reconversión perpetua" que desde mediados de los años 70 sufre la industria pesada española. Siderurgia, automóvil, naval... hasta un trabajo mítico como el de la minería del carbón en España, ya desaparecido, llevan viviendo décadas bajo la espada de Damocles de los Expedientes de Regulación de Empleo, jubilaciones anticipadas, despidos, recolocaciones... El peso de la industria en España apenas alcanza el 11,5% del PIB, mientras que en el conjunto de la UE es del 14,5% y en Alemania llega a alcanzar el 21%, debido a la terciarización de la economía española, que desde la última crisis, la del 2008, cada vez más ha ido hacia una economía de servicios basada en el turismo. La principal ‘industria’ del país.

De hecho, a finales del 2007 había algo más de 3 millones de trabajadores en la industria española y en la actualidad apenas llegan al 2,4 millones. Una industria en la que se suceden terremotos para el empleo como ahora mismo los cierres de las plantas catalanas de Nissan o la de Alcoa en Galicia. Un alto cargo de CCOO en la época en la que el sindicato estaba dirigido por José María Fidalgo, que prefiere mantener su anonimato, explica que "en España, desde la llegada de la democracia, ha faltado un verdadero plan industrial. Lo único que se ha hecho es ir poniendo parches y solucionando los problemas según venían, sin un devenir lógico y planificado. Los últimos planes industriales que ha tenido nuestro país, y para un demócrata de izquierdas es duro decirlo, fueron los planes de desarrollo del franquismo de los años 60. Después de eso, nada. Y así nos va", sentencia.

En el año 2009 la empresa Iveco Pegaso planteó un ERE para 1.000 trabajadores de su planta del madrileño barrio de San Blas en Madrid. Tras la pertinente negociación entre los sindicatos y la empresa el ERE ‘sólo’ afectó a 350 trabajadores. Un centenar de ellos, mayores de 60 años, se fueron a sus casas mediante medidas no traumáticas y jubilaciones anticipadas, pero 250 fueron despedidos con la promesa de ser recolocados cuando a la compañía italiana le cuadraran las cuentas. Lamentablemente no todos ellos pudieron volver a sus puestos de trabajo meses después. Antonio tenía por entonces 39 años. Se quedó en la calle. Tras meses de espera y con tres bocas que alimentar, dos niños y una niña que por entonces tenían 11,9 y 7 años, "me lié la manta a la cabeza y monté un bar con lo que pude sacar de la indemnización por el despido, en el distrito de Hortaleza de la capital". 

Al nuevo negocio, un bar de barrio, le pilló de lleno la crisis financiera en inmobiliaria que azotaba España por aquellos años y "tuve que cerrar el negocio dos años después. Todo eran pérdidas". Ya ‘reconvertido’ al sector de la hostelería, en 2012 Antonio encontró un trabajo estable en un restaurante del extrarradio de Madrid. "De esos de bodas, bautizos y comuniones". "No era lo mismo que en la Pegaso. Más horas de trabajo, menos sueldo, menores condiciones, pero era lo que había. Así pude ir tirando". Hasta que llegó la pandemia de la Covid. "El local cerró, como todos, el 13 de marzo y estamos en ERTE. Por fortuna, yo sí soy de los que he cobrado. Lo que pasa es que con las restricciones que existen ahora no sé si mi jefe, que ya está cercano a los 60, volverá a abrir el restaurante o se jubilará. Me veo otra vez en la calle, buscando trabajo y con tres hijos en la Universidad o a punto de entrar. Menos mal que mi esposa sigue trabajando en una empresa de logística en el corredor del Henares y por lo menos en casa no nos falta para poder comer". 

"¿Volver yo a intentar a trabajar otra vez a la industria? A mis 50 años ya no me contrata nadie para eso. Además no hacen más que cerrar fábricas. Ahí tienes lo de la Nissan... España, si quitas algunas zonas como el País Vasco, no es país para industrias".

Desde que en 2011 cerrara la empresa Santana Motor en Linares y fuera despedido, Julián no ha podido encontrar trabajo. No se pudo prejubilar como 800 de sus compañeros ya que apenas tenía entonces 35 años, y encadena empleos precarios en la aceituna, por ejemplo, con periodos en el paro cobrando el subsidio agrario. Pero "esto no es vida". Santana Motor cerró porque la factoría era obsoleta. Era una industria del siglo XX en el siglo XXI. La Junta nos prometió generar empleo con el Plan Linares y así poder recolocarnos, pero de aquello nunca supimos nada”. Ahora "mi última esperanza es percibir el Ingreso Mínimo Vital y así poder comenzar algo, pero ¿qué voy a hacer yo con 45 años ya y en una ciudad con el 31% de paro?"

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