Cuando los billetes tienen quince ceros, de Zimbabue a la crisis de Venezuela

Una foto del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe , y varios billetes del país. Getty Images
Una foto del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe , y varios billetes del país. Getty Images
Luis Díaz
Luis Díaz

Si un día el gobierno avisa de que los billetes que guarda cada ciudadano en su casa dejan de tener valor se desataría el caos. Si un día fuese necesaria una bolsa llena de billetes con un buen puñado de ceros serigrafiados para comprar el pan la situación sería ridícula e insostenible. Ambos escenarios se han dado en el mundo real. Y, como en el caso de la India y Venezuela, están dándose a día de hoy.

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, anunció el pasado 11 de diciembre que retiraría los billetes de 100 bolívares, los más usados, en 72 horas. Se justificó el cambio como una medida para luchar contra el contrabando y la falsificación. Maduro afirmó que las mafias guardaban 300.000 millones de bolívares. Pero la retirada va innegablemente ligada a la hiperinflación que afecta al país. Los venezolanos necesitan hacer a la compra con carteras llenas de estos billetes.

El anuncio ha desatado una serie de revueltas por todo el país ya que no había cambio para todos. Lo que derivó en una primera ampliación de la vigencia del billete hasta el 2 de enero y otra posterior hasta el 20 de enero. El país latinoamericano vive una crecida de los precios que alcanza las tres cifras. Es difícil conocer el número exacto, debido a la opacidad existente, pero se estima que en los nueve primeros meses del año la crecida inflacionaria fue del 331%.

Una de las causas de esa hiperinflación es la perversa relación entre el gobierno y el Banco Central de Venezuela. Los líderes venezolanos acostumbran a sacar o imprimir dinero del Banco Central, lo que desequilibra la economía. Una de las nociones más simples de la economía parece ser desconocida por Maduro, que imprime dinero para cubrir los pagos. 

Cuando el petróleo superaba los 100 dólares por barril, los ingresos del país podían soportar el gasto. Pero la depreciación hasta los menos de 50 dólares actuales ha hurgado en la herida de la endeble economía venezolana. Maduro ha seguido pidiendo prestado al Banco Central de Venezuela, conduciendo a su país al borde del precipicio.

Algo similar está ocurriendo en la India. Hace poco más de un mes, el primer ministro indio, Narendra Modi, anunció que los billetes de 500 y 1000 rupias -6,7 y 13,5 euros, respectivamente- serían eliminados. Los billetes dejaron de tener valor al día siguiente del anuncio, el martes 8 de noviembre, pero se pudieron cambiar hasta el pasado 31 de diciembre en sucursales. A pesar del límite diario, hasta el 31 de marzo se podrá acudir al banco central del país 

Tras darse a conocer que los billetes más utilizados del país dejaban de tener valor, los ciudadanos se lanzaron a las calles para cambiar sus ahorros, que se había convertido en simple papel. La idea era luchar contra la falsificación, pero la escasez de cajeros derivó en largas colas e indignación ciudadana.El caso francés

La historia está plagada de éstas retiradas fortuitas de los billetes en circulación. Pero no siempre se comenten los mismos errores. En 1960, Francia había sufrido un fuerte período de inflación y la pérdida de valor de la divisa obligó al Gobierno a realizar una reforma monetaria. Para ello introdujo una nueva moneda de un franco cuyo valor era el de cien francos antiguos.

Esos dos ceros que eliminaba no eran nada si se compara con la situación de Zimbabue, como se verá más adelante. Pero la utilidad es indiscutible. Sin embargo, la retirada fue más gradual que en los casos de Venezuela y la India. Bastante más. Fueron 42 años hasta su retirada total. Los francos antiguos fueron válidos hasta la llegada del euro en el año 2002. En esas más de cuatro décadas los ciudadanos franceses calculaban todavía en 'antiguos francos'.

El caso francés es menos habitual de lo que debería. Uno de los sucesos monetarios más esperpénticos fue el vivido en Corea del Norte en 2009. En ese momento era Kim Jong-il, padre de Kim Jong-un, el dictador que mandaba en el país. La reforma norcoreana era similar a la francesa: un won nuevo valía cien wones viejos. O sea que eliminaba dos ceros, al igual que en Francia.

Nace aquí la diferencia radical con el ejecutivo galo. El gobierno puso el límite de cambio en 500.000 wones. No se podía canjear dinero por encima de esa cifra. En ese momento dicha cantidad equivalía a unos 40 dólares. No sólo se eliminaron gran parte de los ahorros de los ciudadanos con ésta medida, sino que se castigó a los que participaban en el mercado negro impidiendo que acumulasen riqueza. Varios ciudadanos murieron en las protestas.Los billetes de 100.000.000.000.000 dólares de Zimbabue

Pero si se quiere hablar de un país cuyo caso es tan paradigmático como ridículo ese es Zimbabue. El país africano ha estado bajo la dictadura de Robert Mugabe desde 1980. Actualmente Mugabe tiene 92 años y ha anunciado que volverá a presentarse a las elecciones

Al igual que en Venezuela, la independencia del banco central es nula. El Gobierno de Mugabe decidió que la mejor idea para salir de endémica crisis económica era imprimir billetes. Si en el año 2002 la inflación era del 20%, un año después era del 140%. La política monetaria era tan disparatada que en 2007 era del 66.000 por ciento. Nada comparado con la de 2008, cuando la crecida de precios era de 230 millones por ciento.

En junio de 2015 el Gobierno de Zimbabue acabó con su moneda y permitió cambiarlos por dólares estadounidenses. En concreto, 5 dólares de Estados Unidos por 175.000 billones de dólares y un dólar por cada 35.000 billones por encima de esa cantidad. Los zimbabuenses eran multimillonarios porque a su presidente se le ocurrió que la mejor idea era imprimir billetes con quince ceros.

Las políticas monetarias derivaron en una inflación desorbitada que se solucionaba añadiendo ceros y más ceros a los billetes en circulación. Los billetes de 100 billones (100.000.000.000.000) no eran buena idea. Las élites que gobiernan el país desde 1980 han conseguido destruir por completo la economía de Zimbabue acaparando toda la riqueza y convirtiéndolo en uno de los más pobres del mundo.¿Por qué se dan estos casos?

Actualmente, en las naciones desarrolladas como Estados Unidos, Reino Unido o las que conforman el conjunto de la eurozona se están sustituyendo los billetes viejos por los nuevos. Se quieren renovar para dificultar su falsificación. O como es el caso de la libra, con nuevo modelo de 'plástico', hacerlo más "limpio, seguro y fuerte".

En estos casos es inimaginable una sustitución en apenas unos días y se van sustituyendo gradualmente. Así, se pueden apreciar dos casos en los que se provoque el cambio de unos billetes por otros. El primero, la lucha contra el fraude y la falsificación. El segundo, la inflación y consecuente pérdida de credibilidad de una divisa.

Muchos de los casos mencionados deben su períodos de inflación a la nula independencia que tienen sus bancos centrales. Cuando las políticas monetarias de cada entidad monetaria se rigen por los designios del gobierno el resultado puede ser catastrófico. Más si están bajo las órdenes de déspotas como Mugabe.

El Banco Central Europeo (BCE), presidido por Mario Draghi, puso en marcha hace tiempo una serie de medidas para aumentar la inflación. Draghi bajó los tipos de interés y optó por comprar deuda por valor de 80.000 millones al mes. Su objetivo es evitar la deflación -la eurozona arrastraba cifras casi negativas- y aumentar el gasto y la inversión, por lo que pone más dinero en el mercado. 

Sin embargo, desde Alemania esas medidas son vistas con malos ojos ya que perjudican a los ahorradores alemanes. Esto no evita que el BCE haya ampliado su programa de compra, a pesar de que el país con más peso en Europa sea contrario.

También hay factores exógenos, como puede ser la subida de una materia prima. España registró una inflación del 15,6% en 1979 cuando el barril de Brent alcanzó los 100 dólares. En esos años el consumo de energía dependía del petróleo casi en su totalidad. Aun así, se puede hallar un denominador común en gran parte de las crisis monetarias: la mala gestión de los gobernantes.

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