Un hongo y la inseguridad amenazan a pequeños cafetaleros de Guatemala

  • El hongo de la roya y la violencia amenazan con empobrecer aún más a las pequeñas comunidades rurales de Guatemala, en donde la mayoría de sus habitantes depende casi en su totalidad del café, uno de los más importantes productos agrícolas de exportación de este país.

Carlos Arrazola

Alotenango (Guatemala), 19 ene.- El hongo de la roya y la violencia amenazan con empobrecer aún más a las pequeñas comunidades rurales de Guatemala, en donde la mayoría de sus habitantes depende casi en su totalidad del café, uno de los más importantes productos agrícolas de exportación de este país.

"La gente está de manos atadas porque no tiene recursos para hacer frente a la roya", y para empeorar la situación, "la inseguridad ha crecido de forma desproporcionada", dijo a Acan-Efe José Luis Marroquín, alcalde Alotenango, un pueblecito ubicado en las faldas de los volcanes Fuego, Agua y Acatenango, en donde el 80 % de su población vive del café.

Desde hace dos años, cuando la roya "revivió" entre las plantaciones de café de los minifundistas de esta comunidad ubicada a 54 kilómetros al suroeste de la capital guatemalteca, no ha dado tregua a los campesinos que han observado cómo el hongo hemileia vastatrix impide el crecimiento de sus plantaciones y amenaza con empeorar los niveles de pobreza que padecen desde siempre.

Según datos de la Asociación Nacional del Café (Anacafé), el 95 % de las 3.460 manzanas de terreno que los productores de esa población dedican al café han sido infectadas por la roya, lo que en la cosecha pasada (2011-2012) dejó perdidas sensibles en la economía del lugar.

Aunque de los 1.808 productores reconocidos por Anacafé en Alotenango, 1.008 son considerados como "medianos y grandes", lo que implica que cuentan con mayores recursos para hacer frente a la plaga que afecta a las plantaciones, los restantes 800 son "pequeños", que apenas cuentan con reducidas parcelas para cultivar.

"Las fincas pueden hacer frente a la roya, pero los pequeños (productores) no, ellos son los más afectados", señala Marroquín, quien con los magros recursos del Ayuntamiento impulsa un programa de asistencia mínima para que los productores "no se desanimen y siguen luchando".

Víctor Sol, uno de los 800 minifundistas cafetaleros del pueblo, reconoce que parte de la responsabilidad de que sus cultivos se hayan contaminado del hongo es de los mismos campesinos, que, a pesar de conocer el peligro, se confiaron y no hicieron "lo correcto para prevenirlo".

Juan Palencia, uno de los técnicos de Anacafé que asesora a los campesinos de este pintoresco pueblo, dice que 25 dólares por cada manzana de terreno son suficientes para fumigar las plantaciones con fungicidas químicos, lo cual evitaría la contaminación.

Sin embargo, dice Sol, las ganancias son "tan pocas" y la confianza de que la roya no los ataque "tanta", que prefieren destinar los recursos de las cosechas a sobrevivir antes que a prevenir.

Para ajuste de males, señala Marroquín, la inseguridad ha crecido en Alotenango tanto más que la misma roya, hasta el punto de que, debido a ambos factores, "varios productores han empezado a abandonar sus parcelas".

Grupos delictivos se dedican a robar las cosechas, extorsionar a los campesinos exigiéndoles cantidades "imposibles de pagar", asesinar a productores, y hasta violar a mujeres que se dedican a recoger las cosecha.

"La roya provoca pobreza y esta genera desempleo. Como no hay trabajo, los muchachos se dedican a lo más fácil: robar y extorsionar, y ahí viene la inseguridad", explica el alcalde.

Según los estudios de Anacafé, 193.200 de las 276.000 hectáreas destinadas a la producción cafetalera del país, están contaminadas con la roya, lo cual afecta a más de 60.000 productores, en su mayoría pequeños.

En 204 de los 334 municipios en que se divide este país centroamericano, es decir el 65 % del total de su territorio, se cultiva café.

Nils Leporowskim, presidente de Anacafé dice que debido a la "epidemia" de la roya, se prevé que en 2013 la producción tenga una caída del 15 % respecto a la del año pasado, lo cual implicaría una perdida de 700.000 quintales de café, lo que generaría un impacto negativo en la economía del país.

Para paliar esos efectos, los caficultores pretenden que el Gobierno reavive un fideicomiso aprobado en 2001, durante la denominada "crisis del café", del cual aún quedan depositados en el Banco de Guatemala (central) unos 50 millones de dólares.

En la cosecha 2011-2012, los productores guatemaltecos exportaron un total de 4,8 millones de quintales de cafés de primera calidad, lo cual representó un ingreso de divisas para el país de 987 millones de dólares, cerca del 3 % del Producto Interno Bruto (PIB).

El sector también generó 504.079 empleos.

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