Una recuperación cogida con pinzas

Desescaladas europeas: la incertidumbre "extrema" compromete la recuperación

Dinamarca
Dinamarca

Europa vive ya en la desescalada del coronavirus. Mientras en España todavía saltan chispas entre las Comunidades Autónomas y el Gobierno central por las diversas fases del desconfinamiento, en Dinamarca las escuelas hace semanas que abrieron y los pequeños comercios operan ya en Alemania, Austria o Bélgica. Los daneses abren este camino y son como el ‘canario’ en la mina de carbón: el socio comunitario al que observar sobre la evolución de sus resultados sanitarios y la recuperación en la reapertura de la economía.

Con la excepción sueca, Dinamarca fue el primer país de la UE en retomar las clases de sus estudiantes, desde las escuelas a los institutos a mediados de abril, y una semana después abrían peluquerías, autoescuelas, juzgados o centros de investigación. Sin embargo, la reapertura progresiva de la actividad es un camino desconocido, lleno de dificultades, con Bruselas recelosa de un segundo rebrote para otoño, donde al recorrerlo las restricciones pueden durar más semanas de lo previsto porque la pandemia no se frene lo suficientemente rápido y en el que el comportamiento de los consumidores supone un misterio. “Tenemos que estar preparados para una extrema incertidumbre”, alerta un funcionario europeo con acceso a las discusiones del Eurogrupo.

En juego están los miles de millones de euros que cada día se escapan por la contracción económica, por las prestaciones públicas y ayudas a trabajadores, familias, autónomos y empresas. Y también el sentar las bases del rebote de la economía previsto para 2021. El tercer trimestre y el cuarto serán claves para evitar que el PIB de la eurozona se desplome más allá del 8,5% pronosticado por la Comisión Europea en sus Previsiones de Primavera. Pero “la incertidumbre sobre las previsiones de primavera es enorme”, reconoce la propia Comisión, todavía a ciegas ante “la escala de la pandemia” y su duración “impredecible”.

Fotografía de la desescalada europea

En Alemania, los comercios abrieron hace tres semanas en una primera fase centrada en las tiendas de menos de 800 metros cuadrados. Sin embargo, las alarmas vuelven a sonar tras el anuncio del Instituto Robert Koch de que la tasa de reproducción del virus ha tocado el 1,1, superando de nuevo la barrera de 1 considerada como el límite para evitar la propagación exponencial de la enfermedad.

Este sábado, la Bundesliga retomará la competición y los últimos positivos en varios jugadores ponen en jaque el millonario negocio del fútbol, en un país con 7.500 muertos y más de 170.000 infectados por la Covid-19 y donde el freno en la reapertura de la actividad podría empeorar la contracción de su economía, del 6,5% este 2020 según Bruselas. “Estas son unas previsiones de una incertidumbre excepcional”, señala la fuente del Eurogrupo, “no sabemos cómo evolucionará la pandemia y es muy probable que haya periodos en los que se reinstauren severas restricciones en el futuro”

Austria quizá sea junto a Dinamarca el otro faro al que mirar en esta desescalada llena de dudas. Está ya en su segunda fase, en la que las grandes superficies de hasta 400 metros cuadrados se unen al pequeño comercio abierto hace tres semanas. En los primeros días, el nivel de actividad no llegaba al 30% de lo normal pero los negocios han ido lentamente remontando.

“Dada la relativamente rápida caída de nuevos contagios, Austria fue uno de los primeros países europeos en anunciar una progresiva relajación de las medidas de confinamiento, empezando a mediados de abril”, destaca la Comisión Europea. Su economía agradecerá esta prematura desescalada, al ser la que menos se contraiga de toda la eurozona, 'apenas' un 5,5% este año.

Pese a tener frontera precisamente con el norte de Italia, Austria ha mantenido a raya al coronavirus con poco más de 600 muertos y sólo 16.00 contagiado. "La contracción en la primera mitad del año se espera que, por lo tanto, sea ligeramente menos severa que en otros países de la zona euro", concluye Bruselas. En Francia, este mismo lunes abrieron sus puertas los colegios y los comercios bajo estrictas medidas de separación. Sin embargo, restaurantes y bares permanecerán cerrados hasta verano y cualquier tipo de gran concentración de personas, como los festivales de música, conciertos o grandes eventos culturales están prohibidos hasta mediados del próximo mes de julio.

En Bélgica, como en Francia, la educación fue uno de los primeros sectores en reabrir, pero los viajes de un día o a la segunda residencia tendrán que aguardar hasta la fase tres, a mediados de junio. Desde este lunes todo el comercio belga puede abrir, sin restricciones por regiones o ciudades, manteniendo una estricta separación entre clientes, sólo uno cada 10 metros cuadrados y durante 30 minutos.

La otra cara de la moneda en este proceso de desescalada europea la ofrecen países como España o Italia, con un retraso de cuatro a seis semanas respecto a sus socios comunitarios del centro o norte del continente. Junto con Grecia, serán los países con una mayor contracción económica este año, los tres por encima del 9%. Unas previsiones que en el caso español son compartidas por el Gobierno.

Nuestro escenario central está en línea con el que tiene la Comisión”, afirman desde el Ministerio de Economía, “con todas las incertidumbres que hay para este año y no digamos ya para el que viene”

Recuperación sujeta por pinzas

“Los puntos de partida, las situaciones sanitarias eran diferentes y los países que hemos tenido situaciones parecidas, como Francia e Italia, estamos avanzado en una línea más parecida”, justifican desde el Ministerio de Economía. El escenario base con el que Bruselas trabaja para todo el continente es una duración de 6 semanas para las medidas de confinamiento, un plazo ya agotado.  Esto implica menor actividad económica, menos gasto de los hogares y menos ingresos de las empresas, en paralelo al mantenimiento de las ayudas públicas, agravando el problema del déficit presupuestario (-10%) y del endeudamiento sobre PIB (que alcanzará el 115% o 120%).

Bruselas contempla dos escenarios todavía más negativos para los próximos meses.  Si las restricciones se mantienen más de lo esperado o su levantamiento no es tan rápido, la caída del PIB europeo podría llegar hasta el 15%. Una “segunda oleada” de los contagios en el tercer trimestre supondría una contracción del 10%. En cualquiera de los tres escenarios, la caída de la demanda doméstica será el principal motor de la recesión de la eurozona en 2020.

La falta de oportunidades para consumir debido a los confinamientos junto a la elevada incertidumbre ha conducido al recorte de gasto de los hogares. Este aumento del ahorro es suficientemente fuerte como para contabilizar casi la mitad de la caída prevista del PIB real de la eurozona este año, según la Comisión. El comienzo del desconfinamiento en este segundo trimestre será un alivio para que el consumo “recupere gradualmente sus patrones de gasto”.

Las previsiones no son tan optimistas para las empresas, por los problemas financieros que se irán acumulando y pueden convertir las tensiones de liquidez en bancarrotas. Bruselas habla de interrupciones más persistentes por el lado de la oferta y arroja un jarro de agua fría para la temporada veraniega de España, Francia o Italia: la actividad del turismo se verá reducida como mínimo al 50% en la segunda mitad del año como consecuencia de la pandemia.

Y todo en economías muy golpeadas ya desde marzo y que fían a la reapertura primaveral su salvación. Según la Banque de France y el instituto estadístico de ese país, la economía gala operaba al 65% de su capacidad normal en la última semana de marzo. Y por esas fechas, la agencia estadística italiana pronosticaba que las medidas de contención habían interrumpido la actividad del 49% de las empresas del país y del 44% de los trabajadores.

En una prosa elaborada pero que suena a resignación ante el incierto futuro en tiempos de desescalada, Bruselas reconoce que “aunque las severas consecuencias de las pandemias han sido tratadas por la literatura económica, no hay ejemplos recientes comparables al Covid-19 que puedan guiar el análisis del impacto en una economía global y diversificada”. Solo el cierre de este ejercicio mostrará el verdadero impacto de la Gran Reclusión en el continente y cuánto fueron capaces las desescaladas de recuperar una economía en cuidados intensivos.

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