Un golpe a las pequeñas librerías

Un Día del Libro en diferido y sin olor a papel: el reto de sobrevivir a la parálisis

  • El sector asume pérdidas millonarias en su mejor época de ventas pero exige medidas concretas: compras masivas de bibliotecas y bonos culturales. 
Un Día del Libro en diferido y sin olor a papel: el reto de sobrevivir a la parálisis
Un Día del Libro en diferido y sin olor a papel: el reto de sobrevivir a la parálisis
Nerea Bilbao

"No hay ni libros ni tampoco calle". Cada 23 de abril, por aquello de recordar la fecha en la que supuestamente murieron Miguel de Cervantes y William Shakespeare, las calles se llenaban de amantes de literatura que iban y venían con bolsas en las manos (una rosa en Cataluña, también) repletas de novelas, poesía, ensayo... Por un día, el libro era el protagonista por encima de cualquiera de las artes y este 23 de abril de 2020, como dice la cita del comienzo, será imposible. No hace falta que señale al culpable, que ya se le menciona suficiente. 

Álvaro Manso es el portavoz de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal) y prefiere no quedarse en la melancolía de lo que ya no podrá ser. Ni siquiera mira mucho a esos datos con los que se había comenzado el año 2020 y apuntaban a repetir las ya mejoradas cifras de ventas de 2019, cuando la facturación del sector había remontado entre un 3% y un 4% después de varios años de capa caída. La crisis que se desató en 2008 todavía supuraba en las casi 4.000 librerías que hay en España. "Ahora está claro que no van a sobrevivir todas, pero el objetivo es que lo haga el mayor número posible", confía, la mirada puesta en otro día 23, el de julio, que es para cuando se ha aplazado el Día del Libro a pie de mostrador.

Pero eso es mirar demasiado en el futuro, con el riesgo de diferir también las soluciones. A día de hoy, desde la patronal de las librerías independientes se recuerda que, como mínimo, los comercios van a estar cerrados dos meses, sin ventas apenas (o sin ninguna, ya que el comercio online apenas supone un 11% de las ventas totales y casi todo se concentra en las grandes firmas) y con la incertidumbre de cómo será el regreso. "Nosotros no despachamos libros. Las librerías son lugares para demorarse, para charlar, para estar", señala Manso, quien también incide en el factor de protección y seguridad para trabajadores y clientes: "Cerramos de un día para otro y no hay nada preparado ni pensado, con lo que deseamos que haya un protocolo lo antes posible por el bien de todos".

Lo antes posible. Para el día que ese deseo sea una realidad, ya habrán pasado fechas claves en el calendario librero nacional. Las más críticas, de hecho. Solo en Cataluña, donde Sant Jordi multiplica la fiesta, Cegal calcula que se vende en un solo día cerca del 10% de todo un ejercicio. En el caso de los establecimientos más pequeños, el porcentaje sube al 15% o al 20%.

Para este jueves tan especial, se ha planteado toda una batalla digital que reivindique el Día del Libro contra viento y marea. La patronal librera impulsó desde la semana pasada la campaña 'Apoya tu librería', por la que se da la posibilidad de comprar en tu comercio de toda la vida y recogerlo tras pasar la cuarentena (si es que no se puede servir antes, algo que no todas pueden garantizar). Prácticamente, cualquier establecimiento con venta online hará descuentos o propone bonos especiales. "Algo se podrá conseguir, pero está claro que estará muy lejos de ser lo mismo", puntualiza Manso.  

Porque, sin llegar a los extremos catalanes de impacto, el Día del Libro (que en Madrid se alargaba incluso a la noche, por ejemplo) es uno de los tres momentos estratégicos en el negocio de un librero. Los otros dos son la compra de libros de texto en septiembre y la Feria del Libro de su ciudad. La Navidad también ayuda, pero hace tiempo que perdió la intensidad de antaño. Aunque depende de cada local (su especialidad) y de cada ciudad (o barrio). Para una librería que tenga un cotizado stand en el Retiro quedarse sin esa cita es un misil destructor. Como la madrileña, prácticamente todas las ferias locales se celebraban en primavera y todas ellas han sido suspendidas.

Con este panorama a corto y medio plazo, los que hacen los libros (los editores), ya dan por perdida la mitad de la facturación anual prevista. Según la Federación de Gremios de Editores de España, la estimación de pérdidas se ha disparado a unos 1.200 millones frente a los 2.400 millones que mueve el sector al año, según recoge Ep. Hace unos días pensaban que el mordisco de la crisis sería de un tercio. Ahora van por el 50%. 

Todo ello, en un sector, como es el de las librerías, que lleva tambaleándose más de un decenio. Tal y como recoge el 'Observatorio de la Librería' que edita cada año Cegal en colaboración con el Ministerio de Cultura, el último ejercicio del que hay datos cerrados (el de 2018) ya confirmaba un terreno resbaladizo para las más pequeñas. En un panorama donde el 1,8% de las librerías (las que facturan más de 1,5 millones al año) venden uno de cada cinco libros, las denominadas pequeñas (por debajo de los 90.000 euros anuales de ventas) son la mitad del total pero no alcanzan ni el 15% de la facturación. 

Esta desproporción se veía plasmada también según el último informe en cuanto al comportamiento de sus negocios. Cuanto más humildes, peor habían marchado las ventas durante 2018. En general, entre 2017 y 2018 se disparó el número de librerías que vendieron menos en tasa interanual: de un 50,7% al 58,3%

Como aseguran Inmaculada González y Antonio Méndez, de la Librería Méndez (en Madrid, a pocos metros de la Puerta del Sol y abierta desde 1977), las librerías sufren ahora "un golpe tremendo para su supervivencia" después de años en la cuerda floja. Ellos también han lanzado su bono especial con motivo del 23 de abril y permiten la compra a plazo, después de comprobar cómo sus clientes "se volcaban queriendo ayudar". En cuanto a lo que pueden hacer las administraciones, lo tienen más que claro: "No queremos subvenciones sino ayudas reales".

Eso se traduce con medidas concretas y que todo el sector cree que servirían para sostener muchas librerías en el día después. La más destacada, como apuntan desde Méndez y también desde Cegal, es promover la compra por parte de las instituciones públicas en librerías independientes. Bibliotecas, organismos públicos... No hace mucho, las compras se realizaban en librerías de proximidad de cada ciudad, pero los tiempos fueron cambiando la dirección del viento. Y no, no se trata de una cuestión de oferta y demanda en la que gana el mejor postor porque la Ley del Libro no permite descuentos más allá de los establecidos para todos. Un libro cuesta igual no importa el tamaño de quien lo sirva. Es algo tan sencillo, señalan los libreros, como establecer una pequeña modificación legal al respecto. O compromiso político, toda vez que la mayoría de grandes compradores pertenecen a instituciones públicas.

Compromiso con la cultura que se da en algunos lugares. En el País Vasco llevan años promoviendo sus Bonos Cultura, que empezaron en el entorno provincial y ya es regional. La pasada Navidad, por ejemplo, se lanzaron 52.000 de estos bonos que consistían en vales que costaban 25 euros pero permitían compras por 40 euros para discos, libros o entradas a cines, teatros o museos. Los 15 euros de diferencia era la subvención pública, de un total de 780.000 euros en esta campaña.   

Ideas no faltan. Ilusión, pese a los tiempos difíciles, tampoco. Manuel Moreno abrió un pequeño local, 'La Ratonera', en el centro de Cádiz (Andalucía tiene la menor densidad librera del país con diferencia) hace menos de dos años. Este iba a ser su segundo Día del Libro y lo afrontaba con la ilusión de la novedad y los buenos resultados del año pasado. Aun así, y porque en toda batalla siempre hay que destacar las ventajas, opta por todo lo bueno que esta crisis le ha traído: "La verdad es que hemos tenido mucha suerte, porque desde el principio nuestros clientes han estado ahí preguntando si estábamos bien, si servíamos online y dispuestos a ayudarnos en lo posible. Gracias a este impulso, nos hemos puesto las pilas y hemos lanzado la web de la librería. Y he de decir que nuestros clientes han respondido estupendamente".

La reacción positiva no solo se ha quedado en los clientes. Desde las editoriales (tanto pequeñas como los grandes colosos) han puesto todo tipo de facilidades (con actos compartidos o aplazamientos en los vencimientos), a las distribuidoras o incluso, en su caso personal, el casero que le arrendaba el local. Para este Día del Libro habrá descuentos especiales y sorteo en lotes de libros.

Un 23 de abril sin olor a papel y con una promesa indefinida de vivirla en diferido. Así podría ponerse punto y final a este reportaje si no fuera por mensajes como el de Moreno, desde su pequeño local en la capital del paro nacional: "Lo vamos a vivir con entusiasmo". 

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