El año del frustrado asalto de Del Rivero a Repsol

  • La tensión entre Repsol y su principal accionista, Sacyr, estalló en el calmado panorama energético de agosto como un nuevo culebrón empresarial que duró apenas dos meses y acabó con la destitución del presidente de la constructora, Luis Del Rivero.

Nuria Cano

Madrid, 13.- La tensión entre Repsol y su principal accionista, Sacyr, estalló en el calmado panorama energético de agosto como un nuevo culebrón empresarial que duró apenas dos meses y acabó con la destitución del presidente de la constructora, Luis Del Rivero.

La trama no era nueva pero sí las formas, los protagonistas y el inesperado desenlace para el primer ejecutivo y uno de los fundadores de Sacyr, que vio como su alianza con Pemex para tomar el control de Repsol supuso su salida de la primera línea empresarial.

Sacyr, con un 20 % de Repsol y en la recta final para la refinanciación del crédito de 4.900 millones que sustenta esta participación, seguía en busca de "una fórmula" que le ayudase a mejorar su posición financiera y reforzase su peso dentro de la petrolera.

En el mercado, los rumores apuntaban a que Del Rivero, presente en el consejo de Repsol desde 2006, ya había tenido algo que ver en los intentos de la petrolera rusa Lukoil o el grupo indio Essar de entrar en la española.

El presidente de la constructora cuestionaba desde hacía años la gestión de Repsol y de su presidente, Antonio Brufau, y su política de reparto de dividendo sin que, al parecer, las decisiones de Repsol fueran suficientes para un primer accionista que reivindicaba su sitio y necesitaba liquidez para sostener una participación que superaba en valor a todo Sacyr.

Y finalmente encontró al aliado que buscaba dentro de la propia petrolera: la mexicana Pemex, socio industrial de Repsol desde hace treinta años, con un 4,81 %, y que vio una oportunidad para crecer con una pequeña inversión.

Las dos empresas unieron sus participaciones en un pacto, aún vigente, y por el que la petrolera estatal se hacía con casi un 5 % adicional rozando así entre ambas el límite legal del 30 % que obliga a lanzar una opa.

El acuerdo se plasmó en un documento que ponía el foco en el presidente de Repsol y su gestión recomendando que se separaran las funciones del presidente del Consejo de Administración y del primer ejecutivo.

Tras meses de tiras y aflojas, de criticas a la gestión de Brufau, Del Rivero plantaba cara al presidente de la petrolera pero no midió bien las fuerzas con las que contaba, fuera y dentro de su propia empresa.

El conato de largo culebrón empresarial al estilo Endesa enseguida saltó al plano político, con una empresa pública con intereses en una energética española. Y el Gobierno reiteró su postura: no se toma partido en las operaciones empresariales.

Pero Repsol no iba a quedarse quieto. Se defendió desde dentro, con el apoyo de La Caixa y el resto de consejeros independientes, con un duro blindaje de su reglamento y pidió a la CNE que analizara la operación.

Un documento interno de Pemex, en el que señalaban que su intención era lograr una mayor influencia en la gestión y acceder a la tecnología punta de la petrolera española con una inversión pequeña, fue la base para parte de la estrategia defensiva de Repsol. Pero finalmente, la CNE evitó pronunciarse.

En paralelo, Del Rivero seguía trabajando para refinanciar su crédito. Con lo que quizá no contaba el murciano es con la presión interna, encabezada por sus accionistas Demetrio Carceller y Juan Abelló y, lo más sorprendente, con la oposición de su mano derecha, el entonces vicepresidente de Sacyr, Manuel Manrique.

Y el 20 de octubre, los acontecimientos se precipitaron en el seno de Sacyr.

Del Rivero llegó a un acuerdo con dos antiguos compañeros de Ferrovial para sindicar su participación en la constructora y lograr un asiento más en el consejo, en detrimento de las cajas de ahorros, con el objetivo de liderar él las negociaciones de la refinanciación.

El golpe de efecto de Del Rivero se encontró con el rechazo de los accionistas más críticos y con el voto en contra de Manrique, determinante para forzar la salida del que durante los últimos siete años había sido su presidente, quien continuará vinculado al grupo desde su asiento de consejero.

Pero tras la caída de Del Rivero la historia no ha terminado. Los protagonistas han cambiado y se ha iniciado una nueva temporada de la serie en la que se busca mayor entendimiento y cooperación con Manrique de presidente de Sacyr y Abelló y Carceller de vicepresidentes.

Sacyr ha descartado vender toda su participación en Repsol, aunque ha dejado la puerta abierta a una salida parcial, hasta un 10 %, y dejar así de ser el primer accionista de la petrolera.

La negociación está todavía abierta, pero en el sector se da por seguro que Sacyr venderá aproximadamente la mitad de su participación. Un porcentaje minoritario lo adquiriría un socio industrial del agrado de Repsol y el resto serviría para reducir en parte el gigantesco préstamo de 4.900 millones de euros con el que compró las acciones de Repsol.

Queda por ver quién se queda con ese porcentaje y cómo se equilibran los poderes en las dos empresas.

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