La Haya exige capacidad de veto

El choque de trenes con Holanda apunta a un retraso del acuerdo a final de mes

El primer día de la primera Cumbre europea presencial en Bruselas desde la pandemia termina con un bloqueo total en las negociaciones por las exigencias de los ‘Frugales’.  

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El choque de trenes con Holanda atrasa el acuerdo sobre el fondo europeo.
EFE

En el primer día de negociaciones directas entre los 27 socios comunitarios, la UE volvió a recordar a la UE de los peores momentos de la pasada crisis. Con todo un continente pendiente de las negociaciones sobre el Fondo de Recuperación, los líderes europeos volvieron a encallar y llevaron al barco comunitario hasta la zozobra. El bloqueo holandés a las pretensiones de adjudicación flexible de los fondos de los países del sur apunta a que este fin de semana será casi imposible llegar a un acuerdo, de forma que fuentes cercanas a la negociación ya cuentan con que habrá que habilitar más fechas para otros encuentros e intentar que todo se arregle a finales de mes. 

Las primeras ocho horas seguidas de reunión reflejaron “las importantes diferencias” en las posiciones de dos bloques de países. Por una lado, el grupo de los ‘4 Frugales’ que conforman Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia y, del otro, el sur del continente liderado por España e Italia y ahora apoyado por Francia y Alemania.

Tras una pausa de las negociaciones, la cena de trabajo mostró las líneas rojas que varias capitales todavía se niegan a cruzar. Holanda tiene las más importantes y “está sola, no la apoyan el resto de los frugales”, reconocen fuentes gubernamentales, en cuanto a la gobernanza del Fondo. Exigen que los 27 tengan que arpobar por unanimidad en el Consejo Europeo los planes de reformas que plantee cada capital para recibir los fondos comunitarios.

Es una capacidad de veto de facto que “España, Italia y muchos otros consideran inaceptable”, explican estas fuentes conocedoras de las negociaciones internas de la reunión entre los jefes de Estado y Gobierno. Públicamente se critica que no sería un sistema ágil para la distribución de miles de millones de europeos.

Pero ese bloqueo, con ecos de las imposiciones de la troika, también implica una cesión de la soberanía nacional que nadie está dispuesto a aceptar. El primer ministro neerlandés, Mark Rutte lo había avisado por la mañana. “No soy optimista, sólo voy a aceptar las transferencias si estoy seguro de que se aprueban las reformas”, amenazó.

El eterno problema de los subsidios

Si el tema de la gobernanza, o supervisión, ha explotado de lleno en la primera cumbre presencial en Bruselas desde el estallido de la pandemia, la distribución entre transferencias y préstamos de los 750.000 millones de euros del Fondo de Recuperación es un culebrón todavía por resolver.

“Las posiciones de los distintos países no han variado”, reconocen las fuentes consultadas, como ya habían señalado también antes desde el propio Consejo Europeo, sobre el rechazo del grupo de países aglutinados en torno a Holanda y Austria sobre las transferencias o subsidios a fondo perdido que alcanzarían los 500.000 millones de euros.

Desde que la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, presentó su ‘Next Generation EU’ los frugales criticaron que Bruselas saliese a los mercados para emitir miles de millones en nueva deuda paneuropea con la que financiar ese fondo, y también el enorme importe de subvenciones que beneficiarían principalmente al sur del continente. En este segundo tema clave tampoco ha habido movimiento por parte de las posiciones más duras del norte.

Varios momentos del primer día de negociaciones ya apuntaron al importante bloqueo que se iba a vivir. “Creo que tenemos unas negociaciones bastante difíciles”, vaticinó la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, a primera hora del viernes y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, señaló que se trata de “un Consejo excepcional” y que estábamos “ante el momento de la verdad”.

La Cumbre empezó varias horas antes de lo normal, a las diez de la mañana, porque el equipo del presidente del Consejo, Charles Michel, quería dar más tiempo para las negociaciones. Los 27 jefes de Estado y Gobierno y las autoridades comunitarias ni siquiera pararon para comer, se les sirvió en sus amplias mesas de trabajo, sin asesores, un plato frío de salmón, bacalao y arenques. No fue suficiente.

Tampoco hubo pausa para consultar a los asesores presentes en las dependencias que cada Estado Miembro tiene en la sede del Consejo. Fue un atracón de ocho horas de discusiones entre los líderes con dos grandes rondas de intervenciones sin éxito. Hubo que parar a las 6 de tarde, cuando Charles Michel marcó un receso de dos horas, para contactos bilaterales con varios líderes y consultas también entre ellos.

“Las diferencias son muy, muy grandes y no puedo decir si encontraremos una solución esta vez”, reconoció la canciller Ángela Merkel, de cumpleaños y pilotando las negociaciones, pero incapaz de mover las posiciones de sus antiguos socios del norte y centro europeo.

Se vio a Michel y a Rutte analizando papeles y echando cálculos en una terraza en la azota de la propia sede del Consejo. Hubo más encuentros bilaterales o a varias bandas con Merkel, Macron, Sánchez, von der Leyen… y se volvió a una cena de trabajo. Pero no fue suficiente, Europa se bloqueó en una de sus interminables cumbres y esta vez los griegos no fueron los problemáticos sino la intransigencia y austeridad calvinista, como presumía su ex ministro de Finanzas Jeroen Dijsselbloem, de los Países Bajos.

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