El déficit y la reforma financiera dividen al G-20

  • La reunión del G-20 que se celebra este fin de semana en Toronto pondrá sobre la mesa las diferentes recetas que quiere aplicar el Viejo y el Nuevo Continente para afrontar la crisis y pondrá en evidencia la capacidad de tomar una acción común de las principales economías del mundo.
Ruth Ugalde

Europa y Estados Unidos tienen dos recetas diametralmente distintas para afrontar la salida de la crisis. Mientras que el Viejo Continente está aplicando de forma generalizada drásticos programas de ajustes de déficit, el país presidido por Barack Obama defiende encender la maquinaria del gasto para recuperar la economía.

Esta diferencia quedó escrita en las páginas del Wall Street Journal, esta misma semana, en un artículo firmado por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, y el asesor económico de la Casa Blanca Lawrence Summers.

"Debemos demostrar un compromiso para reducir los déficits a largo plazo, pero no a costa del crecimiento a corto plazo", escribieron, a modo de advertencia, de cara a la reunión del G-20. En su opinión, "los duros ajustes que está aplicando toda Europa puede terminar socavando el futuro crecimiento".

Esta preocupación es compartida por el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que ha intentado encontrar un aliado en el nuevo primer ministro británico, James Cameron. Ambos mantuvieron esta semana una conversación telefónica en la que acordaron trabajar en favor de la consolidación fiscal durante la cumbre de este fin de semana en Toronto (Canadá).

Hasta George Soros ha entrado en el debate de la manera más dura posible: acusando a Alemania de ser "una amenaza para Europa" con su obsesión por contener el déficit. Para el financiero de origen húngaro, esta política podría terminar destruyendo el proyecto europeo y  pronostica que si el país germano no cambia su política, "su salida de la moneda única sería útil para el resto de Europa".

Estas acusaciones forzaron al ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, a salir en defensa de la política económica de su Gobierno. En un artículo del diario Financial Times, el político dijo que Berlín "sabe que tiene la responsabilidad de fomentar el crecimiento en Europa y en el mundo", pero puntualizó que "no vamos a afrontar esa responsabilidad aumentando la deuda pública sino cumpliendo nuestro papel tradicional de fuente de estabilidad", explica el político.

Pero éste no será el único punto de fricción. La futura tasa bancaria también es motivo de debate, ya que cada bloque entiende de diferente manera esta carga. Europa contempla este gravamen extraordinario como la mejor vía para crear un fondo del que coger el dinero necesario para hacer frente a futuras quiebras financieras, mientras que Estados Unidos aspira a recuperar con esta tasa el dinero que ya ha aportado a las entidades.

En esta misma línea, la reforma de la regulación financiera dentro del marco de Basilea III también promete calentar más de un debate, sobre todo, por las presiones que están ejerciendo los bancos para suavizar las propuestas actuales.

Sin embargo, los líderes del G-20 quieren ver avances, después de tres años de crisis, y todo apunta a que sus decisiones irán en la línea de obligar a las entidades a aumentar sus reservas y tener un mínimo nivel de activos líquidos a partir de finales de 2012.

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