El elevado déficit determina la política económica de Rajoy en su primer año

  • La reducción de un déficit mayor al que esperaba encontrar ha marcado la política económica de Mariano Rajoy en su primer año de Gobierno, caracterizado por la vuelta a la recesión y una cifra récord de desempleo, así como por los esfuerzos para sortear una petición de rescate forzada por los mercados.

Matilde Martínez

Madrid, 18 nov.- La reducción de un déficit mayor al que esperaba encontrar ha marcado la política económica de Mariano Rajoy en su primer año de Gobierno, caracterizado por la vuelta a la recesión y una cifra récord de desempleo, así como por los esfuerzos para sortear una petición de rescate forzada por los mercados.

En este contexto la acción del Gobierno se ha centrado casi en exclusiva en la estrategia económica, asentada sobre tres patas: la consolidación fiscal, las reformas estructurales y la reestructuración del sistema financiero.

Las tres cuestiones estaban claras para Rajoy antes de llegar al poder, lo que no podía imaginar era en qué medida su política fiscal iba a estar determinada por la desviación del objetivo de déficit para 2011, fijado en el 6 %, y el acoso de los mercados por este motivo.

Tras tomar posesión, los populares se dieron cuenta de que el desequilibrio de las finanzas públicas había sobrepasado el 8 % del PIB, una "herencia" a la que han apelado en muchas ocasiones para justificar sus decisiones, si bien la cifra definitiva se ha elevado al 9,4 % al contabilizar las ayudas inyectadas a la banca.

Después de conocer con exactitud la situación, la primera medida de Rajoy fue recortar gastos y aumentar el IRPF, una decisión que el presidente reconoció como dolorosa después de haber insistido durante la campaña electoral en que no iba a subir los impuestos.

En paralelo el Gobierno se puso a trabajar en la reforma laboral, que sacó adelante en febrero con la idea de flexibilizar las condiciones laborales en las empresas para evitar que se siguiera destruyendo empleo.

A pesar de ello, y debido al entorno económico recesivo, la tasa de paro no ha dejado de aumentar y ya se sitúa en el 25 % de la población activa, equivalente a 5,7 millones de personas.

Para entonces el debate sobre el déficit se había trasladado a las autonomías, muchas de ellas incapaces de afrontar sus obligaciones de pago y a las que el Gobierno aseguró que no iba a dejar caer, para lo que puso en marcha el plan de pago a proveedores y el fondo de liquidez autonómica.

Las dudas sobre las cuentas públicas, a las que se sumó la incertidumbre sobre la verdadera situación de los bancos, generaron una ola de desconfianza entre los inversores que elevó al máximo histórico de 638 puntos la prima de riesgo española, que mide el sobrecoste que paga España para financiarse en los mercados respecto a Alemania.

Para recapitalizar el sistema financiero fue necesario pedir ayuda a Europa, mientras que para aliviar la presión sobre la deuda soberana se esperó a la intervención del Banco Central Europeo (BCE), que a comienzos de septiembre anunció un programa de compra de deuda si España solicitaba el rescate.

Sólo este anuncio ha relajado la tensión en los mercados, razón por la que el Gobierno aún reflexiona sobre la necesidad y oportunidad de pedir un rescate.

No obstante, para ayudar a infundir confianza a los mercados el Ejecutivo aprobó durante el verano un nuevo ajuste fiscal hasta 2014 que incluía, entre otras cosas, la subida del IVA desde el 1 de septiembre y la eliminación de la paga extra de los empleados públicos.

La restricción del gasto público y las tiranteces en los mercados han influido negativamente en la evolución de la economía, que ya comenzaba a mostrar síntomas de recaída antes de que Rajoy llegara al poder, después de un año y medio de tímida recuperación que nunca logró consolidarse.

A comienzos de año la economía volvió a entrar en recesión, aunque el ritmo de caída se ha ralentizado entre julio y septiembre, tras retroceder el PIB una décima menos que en el trimestre anterior (0,3 %) gracias al efecto que sobre el gasto de los hogares ha tenido la anticipación de compras por la subida del IVA.

En cualquier caso, el consumo privado está todavía lejos de recuperarse, debido a la desconfianza que genera el deterioro del mercado laboral y a la disminución de la renta disponible de las familias.

La situación de las empresas no es mejor, ya que la menor facturación y la falta de crédito han provocado un retroceso de la inversión, lo que también resta crecimiento a la economía, aunque la inversión en bienes de equipo ha repuntado tímidamente en el tercer trimestre.

Frente a la caída de la demanda nacional y a la falta de confianza interna, el sector exterior ha seguido mostrando una relativa fortaleza, que ha tomado impulso en los meses de verano gracias a los servicios turísticos.

El dinamismo exportador, que también ha favorecido una disminución progresiva del déficit comercial y del saldo negativo de la balanza de pagos, es señalado por el Gobierno como una de las señales positivas que permitirán recuperar el crecimiento en 2014.

Esto le ha valido a Rajoy críticas por querer ver "brotes verdes" cuando la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) están pronosticando que 2013 será tan malo como 2012.

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