El 'experimento Finlandia' que acabó en la papelera: sigue el problema del empleo

  • El fracaso de la renta básica para jóvenes del país nórdico despierta las dudas sobre los sistemas tradicionales de ayuda a los desempleados. 
1. FINLANDIA
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Pixabay/Angelo_Giordano

Unos dos mil desempleados fueron escogidos al azar por el estado finlandés para recibir durante dos años una paga mensual de 560 euros. La idea consistía en que este ingreso básico universal proporcionaría un colchón estable de seguridad e impulsaría la innovación, la creatividad y el bienestar personal, además de ayudar a los desempleados a encontrar trabajo temporal.

Todos sabemos los padecimientos de un desempleado: el principal es la depresión psicológica de estar sin empleo, y la ansiedad por encontrar otro que a veces no es de gran calidad. A esa ansiedad se suma el temor permanente de todos de quedarse algún día sin empleo por culpa de los robots y los algoritmos. Los expertos pensaban que con un salario mínimo garantizado, los desempleados saldrían a buscar trabajo con más tranquilidad psicológica, y hasta tendrían mejores ideas para organizar su vida laboral.

Además, la ayuda que recibirían estos finlandeses durante dos años se sumaba a cualquier otra ayuda estatal, e incluso a cualquier salario que obtuviesen si encontraban un puesto de trabajo.

En realidad, no era un experimento económico. Era un experimento social: ¿necesitamos los seres humanos estar ansiosos para estimularnos? El debate que se libró en los medios de comunicación hace dos años fue muy interesante: por un lado, los que pensaban que un salario básico significaba respetar la dignidad del ser humano, y humanizar las cuentas del capitalismo, donde muchos tienen poco, y pocos tienen mucho. En suma, garantizar la felicidad de los nuevos desposeídos.

Pero para otros, significaba dar la sopa boba a la gente, lo cual desembocaría en crear un grupo de vagos sin ganas de salir a buscar empleo. Heikki Hiilamo, un profesor de Política Social de la Universidad de Helsinki, afirmaba hace meses a 'The New York Times': "Se teme que el ingreso básico provoque que [los jóvenes en paro] se queden en casa jugando en la computadora".

Al final, el gobierno finlandés ha decidido cerrar el programa. Hace poco reveló que los resultados no fueron los esperados porque, en efecto, la gente se quedaba en casa jugando en la computadora. Lo que quizá no tomaron en cuenta los investigadores finlandeses es que uno de los principales estímulos del ser humano es precisamente lo que pretendían combatir: la ansiedad.

Estar en una situación desamparada, ese miedo a no encontrar pronto un puesto de trabajo, es precisamente lo que empuja a los desempleados a buscar empleo. Y se ha puesto como ejemplo el sistema norteamericano, donde las escasas ayudas empujan al desempleado a buscarse la vida como sea en cualquier sitio, incluso en cualquier estado del país.

En cambio, el sistema español, con su cascada de coberturas, no logra resolver el problema pues los parados prefieren agotar el seguro de paro, antes de ponerse a buscar trabajo. Por eso, dicen algunos economistas, tenemos un alto índice de paro registrado.

Pero la realidad es que este debate ya está superado. La renta básica universal se plantea para afrontar un peligro mayor. El desempleo universal infinito. La integración de la inteligencia artificial (IA) en el sector laboral está destruyendo oficios y empleos, a mayor velocidad de lo que la gente puede cambiar de profesión. En una entrevista con 'The Guardian', Stephen Hawking advirtió hace años que la Inteligencia Artificial causaría "la destrucción de empleos en las clases medias", y Elon Musk , fundador y presidente de Tesla y SpaceX, afirmó que "habrá cada vez más trabajos que los robots puedan hacer mejor".

En 'El origen de las especies', Darwin afirmaba que "dado que se producen más individuos de los que es posible que sobrevivan, tiene que haber forzosamente en todos los casos lucha por la existencia, ya sea del individuo con otro de la misma especie o con los de especies distintas, o con las condiciones físicas de la vida".

Pero era un proceso lento porque la reproducción en masa de cualquier especie superior es un proceso que demora muchos años. Ahora estamos en 'La adaptación de las especies 4.0': la reproducción de una app de reservas de coches como Cabify o Uber, tarda pocos años para extenderse por un país entero. Incluso por el mundo. Las especies amenazadas, los taxistas, no tienen tiempo de reaccionar tan rápido, lo cual no estaba previsto en las teorías de Darwin. La velocidad de penetración de la tecnología es más rápida que la velocidad de adaptación del ser humano al nuevo entorno.

Por eso, la renta universal básica no es una tontería. Hasta que los seres humanos consigan otra forma de afrontar el aterrizaje violento de las nuevas tecnologías y de la Inteligencia Artificial, habrá que seguir haciendo experimentos como el de Finlandia hasta dar con uno que funcione. Quizá el ser humano sin estímulos prefiera quedarse en casa jugando en el ordenador. Pero a este paso de implantación tecnológica, vamos a ser muchos los que vamos a pasar innumerables horas en casa enganchados al ordenador pero no por vagancia, sino porque las empresas ya no nos querrán como empleados. Ese, como diría el periodista económico Paul Mason, sí es un "motivo racional para el pánico".

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