El Gobierno iraquí trata de encauzar la crisis kurda sin descuidar a suníes

  • El Gobierno central iraquí se reunió hoy con representantes de la región autónoma del Kurdistán para intentar encauzar la crisis entre las dos partes, sin perder de vista el otro frente que ha abierto la minoría suní con sus últimas protestas.

Amer Hamid

Bagdad, 2 ene.- El Gobierno central iraquí se reunió hoy con representantes de la región autónoma del Kurdistán para intentar encauzar la crisis entre las dos partes, sin perder de vista el otro frente que ha abierto la minoría suní con sus últimas protestas.

Aunque estaba previsto que las autoridades de Bagdad y Erbil (capital del Kurdistán) firmasen hoy un acuerdo para poner fin a la tensión desatada en las zonas en conflicto, finamente se dieron de plazo hasta el próximo 13 de enero para ultimar los detalles del pacto.

El Ejecutivo autónomo kurdo señaló en un comunicado que miembros de su departamento de Defensa se reunieron "en un ambiente positivo" con responsables militares iraquíes, quienes les presentaron una propuesta de solución a la crisis, de la que no ha trascendido el contenido.

Las autoridades del Kurdistán precisaron que responderán a esa iniciativa en la cita del día 13 en Bagdad, si bien no cerraron la puerta a posibles nuevas reuniones si no se logra entonces un acuerdo final.

En juego está la administración de la seguridad en zonas en disputa como Kirkuk, ciudad con un estatus especial y centro de una rica zona petrolera con una variopinta población de origen árabe, kurdo, turcomano y cristiano que coexiste con dificultad.

Las discrepancias entre el Gobierno central y la región autónoma kurda han aumentado desde la creación de una fuerza militar para esas áreas, algo rechazado firmemente por Erbil, que en respuesta envió refuerzos de sus milicias kurdas o "peshmerga".

Una persona murió y ocho soldados resultaron heridos el pasado 16 de noviembre cuando estallaron choques entre fuerzas de ambas partes cerca de una sede de la Unión Patriótica del Kurdistán.

En medio de esa escalada de tensión, los esfuerzos conciliadores del presidente iraquí, Yalal Talabani, sirvieron para que el primer ministro del país, el chií Nuri al Maliki, invitase a una delegación kurda a reanudar las conversaciones, aún en proceso.

A la crisis con el Kurdistán se ha sumado una ola de protestas masivas en distintas provincias de Irak, sobre todo de mayoría suní como la de Al Anbar, a raíz de la detención de los guardaespaldas del ministro de Finanzas, Rafia al Isaui.

Los manifestantes exigen desde hace doce días la liberación de los detenidos, reformas políticas y mejoras en sus condiciones de vida.

Al Maliki aseguró hoy en un comunicado dirigido al pueblo que ha empezado a atender algunas peticiones "legítimas" de los manifestantes, si bien hay otras que "se contradicen con el sistema político" y constitucional del país.

Además, llamó a que no se politicen las protestas ni se dé "la oportunidad a las organizaciones terroristas, enemigas del proceso político, ni a los miembros del antiguo régimen de infiltrarse en ellas para causar el caos y llevar al país a un conflicto sectario".

El Primer Ministro negó tener competencia para anular leyes, en alusión a la polémica norma antiterrorista aprobada por el Parlamento, y dijo que ha solicitado al Consejo Supremo de Justicia que acelere los juicios para permitir la liberación de presos.

Además, se ha formado un comité de ulemas religiosos y expertos judiciales para seguir los casos de mujeres detenidas, precisó.

En declaraciones a Efe, el analista político Nazim al Ubaidi advirtió de que Al Maliki debe abstenerse de utilizar la violencia para reprimir las protestas, porque de lo contrario podría estallar un conflicto sectario.

Las otras opciones que maneja el jefe de Gobierno iraquí son atender a las demandas de los manifestantes o presentar su dimisión, esta última bastante improbable por los apoyos que todavía tiene, según Al Ubaidi.

Anoche, el presidente del Parlamento iraquí, Osama al Nuyeifi, pidió que se celebre una sesión excepcional para tratar la crisis política por la que atraviesa el país.

Entre las voces críticas con Al Maliki surgió ayer la del clérigo radical chií Moqtada al Sadr, quien acusó al Primer Ministro de "intentar establecer una dictadura y de excluir a los demás", al tiempo que expresó su apoyo a las manifestaciones pacíficas suníes.

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