El Gobierno busca la forma de liquidar los 'temarios infinitos' de las oposiciones

  • Abre una ronda de contactos con expertos para reformar los exámenes de acceso a la Administración y hacerlos más atractivos para los jóvenes talentos
Fotografía de una clase de estudio de oposiciones
Fotografía de una clase de estudio de oposiciones
EFE

El Gobierno ha iniciado el camino para reformar uno de los elementos más tradicionales de nuestro sistema laboral: los exámenes de acceso a la Administración , las populares y muchas veces temidas oposiciones. Según fuentes del sector público, en los últimos meses miembros del Ejecutivo se han puesto en contacto con académicos, representantes de organizaciones representativas de diferentes cuerpos de la Administración y otros expertos para recibir ideas sobre cómo abordar un cambio de modelo en las oposiciones de acceso a la Función Pública.

El objetivo que se les ha trasladado, según fuentes conocedoras del proceso, es configurar un sistema más ágil y moderno, que permita unos plazos de acceso más cortos entre la convocatoria de las pruebas y la final incorporación de los mejores aspirantes a sus nuevos puestos en la Administración y también que termine con los grandes temarios para priorizar más las competencias que la capacidad memorística de los candidatos.

El Gobierno parece haber llegado finalmente a la misma conclusión que muchas organizaciones profesionales de la Administración, que vienen reclamando desde hace tiempo un cambio de modelo. "El sistema actual es disuasorio para los jóvenes. Obliga a los candidatos a realizar un esfuerzo muy prolongado en el tiempo y con un final imprevisto. El acceso a determinados puestos de alto nivel de la Administración se produce de media al tercer, cuarto o quinto intento, lo que expone a los opositores a un periodo largo de dedicación casi exclusiva, sin casi vida personal por la exigencia de las pruebas y sin otros ingresos. El modelo actúa de hecho como barrera de entrada para los aspirantes con menos recursos, que no se pueden permitir esa vida ", expone un dirigente de una organización de altos funcionarios de la Administración.

Las voces consultadas de diferentes organizaciones representativas de cuerpos superiores de la Administración que han sido contactadas por el Gobierno sobre este particular apuntan a los temarios interminables de las oposiciones, el dilatado periodo antes del acceso al puesto de funcionario y a la incertidumbre sobre el éxito futuro del periodo de preparación como grandes elementos disuasorios del modelo. "Hay que buscar otro sistema que, sin modificar los principios de mérito y capacidad que deben presidir toda oposición, resulte más atractivo para los candidatos", señala el presidente de Fedeca, Jordi Solé.

Vértigo respecto al futuro

El futuro de la Administración se juega en ello. Las Administraciones Públicas ya han comenzado a detectar dificultades a la hora de cubrir las últimas convocatorias para determinados perfiles como meteorólogo o matemáticos, según aseguran fuentes de la Administración, y el temor a no poder atraer el cada vez más escaso talento joven -no por falta de formación, sino por motivos puramente demográficos- parece haber empujado la conciencia de abordar una reforma del sistema.

La consejera de Administraciones Públicas de la Representación Permanente de España ante la UE, Teresa Siles, subrayaba hace unos días en una jornada la necesidad de modificar el sistema de acceso a la Función Pública. "Tenemos un sistema anticuado, rígido y lento, y eso no solo ocurre en España sino en toda la UE", aseguraba, para avanzar acto seguido algunas posibles líneas de reforma: un sistema de oposiciones menos memorístico y más basado en competencias, un mayor esfuerzo por parte de la Administración para 'vender' la función pública, sus posibilidades, sus valores y su potencial, y la configuración de una auténtica carrera profesional.

El catedrático de Gestión Pública de la Universidad Pompeu Fabra y autor intelectual del sistema de selección de personal de la Generalitat de Cataluña, Carles Ramió, pone en contexto la magnitud del desafío. "En los próximos 15 años vamos a renovar el 85% de los altos funcionarios públicos. Estamos en puertas de una renovación generacional que exige un nuevo pacto social. O modificamos los sistemas de acceso y el perfil de los profesionales que incorporamos a la Administración en los próximos cinco años o después ya será demasiado tarde", advierte.

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