El ICAC critica a las grandes auditoras por deficiencias graves en informes del Ibex

  • El supervisor acusa a las auditoras de no desafiar la información contable que se les presenta y de no chequear la fiabilidad de sus valoraciones.
Fotos de recurso del Ibex 35
Fotos de recurso del Ibex 35
Eduardo Parra - Europa Press - Archivo

Dos de cada tres informes de auditoría de la contabilidad de las empresas cotizadas presentan debilidades significativas en su proceso de elaboración. Así lo ha acreditado el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), el supervisor público de las auditoras, que se ha encontrado además con que las deficiencias detectadas son persistentes y con que las firmas controladas no han hecho gran cosas en los últimos años por corregirlas.

El asunto viene agravado por que los controles que efectúa el ICAC se centran sobre todo en el trabajo de las grandes auditoras, la denominadas 'Big 6' - Deloitte, EY, PwC, KPMG, BDO y Grant Thornton - en cuyas manos se concentra la responsabilidad de chequear la contabilidad de lo más selecto del tejido empresarial español, las cuentas anuales de las empresas del Ibex 35, y por tanto sus conclusiones se basan en las deficiencias detectadas en la operativa de estas grandes firmas.

Lo que se  ha encontrado el ICAC en su análisis está lejos de ser irrelevante. La subdirectora general de Control Técnico del supervisor, Eva Castellano, desgranaba hace unos días ante los propios auditores - en una jornada organizada por el Registro de Economistas Auditores (REA) - las principales debilidades detectadas en los trabajos de auditoría de estos grandes operadores. "No se comprueba la fiabilidad de la información presentada por las empresas y las previsiones y valoraciones de activos que realizan éstas se desafían poco... o ni siquiera se desafían. Creemos que los auditores no son lo suficientemente escépticos", lamentaba.

El ICAC insiste en una crítica que ya ha realizado en otras ocasiones a las auditoras: una asunción más o menos generalizada pero sí significativa de las cifras que les presentan las compañías y la restricción de su análisis a que éstas sean consistentes o no, sin cuestionar si las premisas sobre las que se sustentan son o no razonables.

LA CLAVE

El ICAC ha detectado deficiencias relevantes en dos de cada tres informes de grandes auditoras analizados.

Según la Memoria del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas

La contraargumentación de los auditores también se hizo oír en el foro en el que participó la directiva del ICAC. Si los formuladores de las cuentas no hacen bien su trabajo habrá que cuestionar a los administradores de las compañías, a sus comisiones de auditoría o incluso al supervisor de la información financiera que se presenta - la CNMV - no sólo a los auditores, cuyo trabajo es chequear la consistencia de las cifras.

La relación entre el ICAC y la CNMV

La línea de defensa de las auditoras apunta a otro aspecto controvertido: la relación entre la CNMV y el ICAC. Las grandes auditoras no ocultan su incomodidad con el papel del ICAC, entre otras cosas porque no entienden que estados contables que han superado sus dificultades el control inicial de la CNMV se cuestionen desde el supervisor de las auditoras. De hecho, no se han limitado a deslizar sus quejas sino que se han movido para impulsar un cambio en el panorama supervisor y una integración del ICAC en la CNMV.

Desde el ICAC se recuerda la importancia del valor añadido que la función auditora aporta al mercado, aportando a los accionistas la certeza de que lo que ven en las cuentas presentadas por las compañías donde tienen invertidos sus ahorros es consistente con la realidad de las mismas, y que ello exige las mejoras prácticas y el mayor nivel de calidad. Una calidad, insistió Eva Castellanos, que se ve comprometida si "no se valora la razonabilidad de las hipótesis y de las estimaciones de todos los estados financieros que presentan las empresas".

Desatención hacia las obligaciones formales

Las andanadas del ICAC no se quedan en el modo en que se realizan las auditorías, también alcanzan a la falta de atención de las grandes auditoras hacia los mejores estándares de calidad. En este campo, el supervisor entiende que hay una desatención relevante al cumplimiento de los requisitos de independencia, reforzados en 2015 después de que la crisis financiera pusiera de manifiesto situaciones de dependencia que pusieron en cuestión la credibilidad de la función auditora.

Una auditora no puede, por ejemplo, auditar las cuentas de una compañía a la que asesora a la hora de formularlas o aceptar un encargo que llega por la mediación de un profesional de la firma con intereses en esa compañía o por algún vínculo familiar. Ello exige una evaluación previa del encargo antes de aceptarlo. Bien, pues lo que se ha encontrado el supervisor es que el 44% de los encargos analizados se aceptaban antes de la evaluación previa exigible.

Las consecuencias casi son lógicas: encargos aceptados pese a la existencia de causas de incompatibilidad tanto por parte de la compañía como de alguno de los profesionales encargados de la auditoría.

El ICAC también cuestiona la política de recursos humanos de las compañías, no sólo por las carencias de informes de evaluación de calidad de los trabajos sino por la ausencia total de vinculación entre los pluses salariales que reciben los profesionales y el cumplimiento de estos requisitos de calidad o de independencia

Mostrar comentarios