El iPad no fue una idea de Steve Jobs

  • El estímulo inicial para crear la tableta no partió de Jobs, sino de Bill Gates, y el impulso definitivo tampoco fue obra del genio de Cupertino, sino de uno de sus colaboradores.
La historia de Apple en 12 diseños.
La historia de Apple en 12 diseños.
lainformacion.com
Marcos Sierra Clemares

El iPad, uno de los productos más revolucionarios de los últimos tiempos, fue obra de Apple, pero no tiene la marcada impronta que Steve Jobs dejó en otros dispositivos de la firma.

La biografía del fundador de la firma de la manzana mordida, obra de Walter Isaacson y publicada en España por la editorial Debate, saca a la luz cómo fue el verdadero proceso de gestación del iPad.

Y Microsoft tuvo mucho que ver en que a Jobs se le pusiera entre ceja y ceja la necesidad de crear un dispositivo del tamaño de un libro y completamente táctil.

En 2002 un ingeniero de la compañía de Bill Gates empleaba todo su aliento en hacer proselitismo sobre un software que él mismo había desarrollado y que permitía introducir información a través de un puntero táctil en algunos ordenadores ya a la venta por entonces.

Jobs quería mejorar el proyecto de Microsoft eliminando cualquier objeto para introducir la información, como teclados o punteros. Quería dotar al objeto de interactividad a través de los dedos, pero la idea no dejaba de ser un proyecto a largo plazo.

En 2007 Apple, espoleada por el éxito de los netbooks o miniordenadores, trabajaba en un prototipo de esta clase cuando Jonathan Ive, vicepresidente del área de diseño de la compañía, preguntó por qué había que incluir un teclado adosado a la pantalla, elemento, en su opinión, muy costoso.

Jobs acelera el desarrollo del iPad

A Steve Jobs se le iluminó la bombilla y decidió entonces acelerar el proceso de desarrollo de su tableta. El objetivo era lograr la sencillez total, para lo cual se centró por completo en que la pantalla fuera el núcleo de todas las cosas.

Las primeras maquetas, muy sencillas en su apariencia, no convencieron a Jobs, que deseaba simplificar más aún el equipo. Para ello se eliminó la extendida conexión USB y otras conexiones, y se dotó al equipo de una parte trasera redondeada, que invitara a ser sujetada con tan sólo una mano.


Este afán minimalista afectó también al corazón -procesador- del equipo. Por entonces todos los ordenadores de Macintosh funcionaban con chips de la marca Intel. Steve quería utilizar uno de los procesadores de la firma para el iPad. El problema es que estaban preparados para equipos conectados a la red y consumían mucha batería, factor de vital importancia para la tableta.

"Si el iPad lleva un procesador Intel, dejo Apple"

Tony Fadell, ejecutivo de Apple y uno de los que más carácter insufló en el desarrollo del iPod, se lo hizo saber al mago de Cupertino. En un principio Jobs no le escuchó, por lo que Fadell llegó a poner encima de una mesa la insignia de Apple y amenazar con la dimisión si el iPad se optaba por el procesador de Intel.


"Te comprendo, no voy a enfrentarme a mis mejores trabajadores". Así zanjó la disputa Steve, que adquirió entonces licencias para fabricar microprocesadores y se hizo con una empresa de diseño de chips. La orden que dio a los 150 trabajadores de esta empresa es que desarrollaran un traje a medida del iPad, procesador al que se bautizaría como A4.


Paul Otellini, presidente de Intel, siempre ha defendido de que no hubo quórum entre Apple y su compañía por el precio de los procesadores.

Sea o no cierto este extremo, es indudable que la jugada le salió redonda a Jobs y a todo su equipo, sin el que el iPad, indudablemente, no sería como es.

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