En el 112 Consejo Ejecutivo de la OMT

El overbooking de problemas que puede estancar y lastrar al turismo hasta 2025

La toma de decisiones unilaterales por los países entorpece la creación de una acción conjunta para proteger a la industria y que el sector considera indispensable para recuperar el pulso lo antes posible.

La OMT celebra su 112 Consejo Ejecutivo en Tiflis, capital de Georgia.
La OMT celebra su 112 Consejo Ejecutivo en Tiflis, capital de Georgia.
EFE

Entre los 170 delegados que acuden al 112 Consejo Ejecutivo que la Organización Mundial del Turismo celebra esta semana en Tiflis (Georgia) no cunde el desánimo. Hay voluntad de levantarse y de resistirse al pesimismo que las actualizaciones de cifras económicas que van llegando al cierre de este verano de pandemia suenan como bombardeos indiscriminados.  También se esgrime la unidad como receta ubicua (y casi mágica) para todo mal. Incluso se diría que entre los 20 miembros (de un total de 35) del órgano directivo se nota cierto alivio porque, tras seis meses de confinamientos y vuelos cancelados, al menos han podido cruzar medio mundo para verse las caras al Este del Mar Negro, donde la Ruta de la Seda unía el Lejano Oriente y Europa y donde Rusia se resiste a perder influencia sobre esta república, tierra natal de Joseph Stalin.

El turismo jamás volverá a ser el mismo. Es la frase que más se repite en las intervenciones y en los pasillos. De que se parezca en algo al que en 2019 batía récords mundiales y movía a 1.500 millones de visitantes internacionales (y dejaba casi 1,5 billones de divisas en los países receptores en forma de gasto) depende mucho de lo que se haga ahora, en estas semanas incluso. Es también lo que más repiten los dirigentes, desde el secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili, al de la ONU, António Guterres. En juego está tirar por la borda un lustro, con todo lo que eso supone para la tercera industria que más flujo de dinero genera entre naciones (solo superada por los combustibles y la química). 

Sobre la mesa de las discusiones oficiales, las curvas de predicciones y malos augurios sobre cuándo se recuperará el pulso. Las mejores previsiones -que hablaban de un 58% de caída de la actividad entre 2020 y 2019- ya hace mucho que superaron. Ahora, y con las actualizaciones del mes de septiembre, la OMT se sitúa en lo que ellos llaman 'Escenario 2', en el que el tajo se iría hasta el 70% de la capacidad. Este empeoramiento se produce después de que los batacazos en julio y agosto hayan sido del 85% y del 80% en relación a 2019 y que ya casi en otoño, el 43% de los destinos internacionales siguen con sus fronteras completamente cerradas. El tercer escalón del desastre rozaría el 80% de hachazo, es decir, que este ejercicio acabaría con lo que se cosechó allá por aquellos lejanos meses de enero y febrero (y que estaban siendo históricos, una vez más). 

Quedarse en el 2 y no alcanzar la tercera etapa puede significar un año de árnica. Según la OMT, la recuperación de los niveles previos a la Covid en el panorama intermedio se podría esperar para finales de 2023. De irse a la peor de las proyecciones imaginadas, el regreso de la industria se iría hasta finales de 2024 y, por tanto, muy fácilmente se cumpliría el lustro a poco que se retrasen unos meses los indicadores. Lo que es seguro, en todos los supuestos, es que el turismo renuncia al Santo Grial de la recuperación económica tras el coronavirus: la famosa 'V'. Cada semana que pasa la segunda pata de la letra se va hundiendo, cada rebrote un clavo.

Pero si existe un organismo como la OMT que depende de la ONU es para dedicarse a buscar soluciones. En sus propias cuentas presentadas en el Consejo Ejecutivo quedan retratadas las situaciones excepcionales actuales: estiman un superávit cercano a los dos millones de euros sobre un presupuesto anual de 12,6 millones después de que apenas recibieran el 63% de las aportaciones de miembros que se esperaban, la cifra más baja en cinco años. Aunque claro, por otro lado, los gastos en viajes para citas internacionales han sido un 363% inferiores a 2019. 

La tendencia en gastar poco en aviones se mantendrá un tiempo. De hecho, el próximo Consejo Ejecutivo de la organización se celebrará en Madrid, sede fija de la OMT, tal y como se anunció este miércoles también. En dicha reunión debería estar ya en estado de revista el Código Internacional de Protección al Turista que se acaba de activar y en el que trabajan los miembros del organismo. La idea es que se presenten las primeras conclusiones en la Asamblea Anual de 2021. 

La idea, asimismo, es que para ese momento estén solucionados algunos de los múltiples problemas que han embarrado al turismo desde que estallara la crisis del coronavirus y que han complicado, más si cabe, el impacto sobre la industria. La OMT tiene claro qué problemas han agravado la crisis global que sufre el turismo (y que muchos de ellos se han vivido en los grandes destinos con España incluida): el cierre de fronteras sin aviso o con muy poca antelación, el abandono de turistas en destinos lejanos sin conexiones posibles, brotes en hoteles o cruceros, falta de información general, accesos recortados o muy limitados a centros de salud u hospitales, vuelos cancelados (y en los que no queda claro si había devoluciones o se ofrecían cheques para el futuro), seguros que no cubren los efectos de la pandemia...

La lista de puñetazos y patadas al cuerpo turístico se extiende hasta donde se pueda imaginar pero, en opinión de la OMT, hay una razón que domina y resume a todas las anteriores: "La ausencia de un marco legal internacional de asistencia a turistas en situaciones de emergencias". Todo lo contrario, dado que se padece una "fragmentación" de los derechos del consumidor (o del turista) en el nivel internacional.

La incertidumbre. No hay peor imagen turística que las dudas. Así lo reconoce la OMT como el principal obstáculo para los próximos meses, que el mundo no tiene ni idea de la evolución que experimentará la pandemia, así como la culminación de una vacuna que pueda mitigar su imparable expansión. Así no extraña en absoluto que casi la mitad de los países del mundo no hayan abierto sus fronteras a unos días de arrancar el otoño y que las restricciones específicas y discrecionales hayan sido carne de titular a lo largo de todo el verano (España, de nuevo, como ejemplo a cuenta de las reticencias de sus principales emisores de visitantes: Reino Unido, Alemania, Francia...).

A este respecto, el secretario general de la OMT no deja de insistir en que la descoordinación (o mejor, dicho, las decisiones unilaterales de cada Estado) en la aplicación de medidas no hace más que hundir la confianza de los turistas y añadir volatilidad a un sector que se toma como algo muy personal cualquier reparo reputacional. No es de extrañar, en suma, que las aerolíneas tomen los mínimos riesgos imaginables y que se hable de que para marzo de 2021 todavía habrá hasta un 60% menos de plazas en vuelos que en 2019. 

Lo peor es que en ese primer semestre de 2021 también es probable que la recesión, con su peaje en forma de despidos, parados, quiebras y reducciones salariales, haya erosionado todavía más la economía mundial y eso de viajar al extranjero se contemple como un lujo imposible o un sueño del pasado. Como viene advirtiendo Pololikashvili cada vez que habla en su Georgia natal durante este Consejo Ejecutivo de la OMT: "La crisis empieza ahora".  

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