El papa llama a huir del “suicidio incipiente” que supone la “miseria moral”


El papa Francisco ha hecho público su mensaje para la próxima Cuaresma, que comenzará el próximo 5 de marzo (Miércoles de Ceniza), inspirado en las palabras de San Pablo “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”. Con él invita a la pobreza “al estilo de Dios”, para huir del “suicidio incipiente” que supone la “miseria moral”.
El mensaje, al que se puede acceder a través de la web del Vaticano y fue escrito el pasado 26 de diciembre, festividad de San Esteban, diácono y protomártir, distingue tres tipos de miserias (material, moral y espiritual). La primera, según Francisco, “es lo que habitualmente llamamos pobreza”. La Iglesia actúa ante ella “para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad”.
Aún así, Francisco pide transformar las conciencias a la justicia, la igualdad, la sobriedad y al compartir “cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas”.
Sobre la miseria moral (“que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado”, afirma), el obispo de Roma se lamenta: “¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud”.
En estos casos, añade, “la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente”. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, “que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor”, agrega el Papa, que llama a los católicos a “abrazar en Cristo a cada persona” aprovechando la Cuaresma.
“La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”, concluye Francisco.

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