El peruano Yushimito pone en duda la realidad en su nuevo libro de cuentos

  • ¿Y si la realidad no fuera como esperamos que sea? ¿Y si lo cotidiano fuera sorprendente, inesperado, algo aún por descubrir? Entonces, estaríamos hablando del universo que presentan los cuentos que Carlos Yushimito recoge en su nuevo libro, "Los bosques tienen sus propias puertas".

Isabel Reviejo García

Madrid, 14 mar.- ¿Y si la realidad no fuera como esperamos que sea? ¿Y si lo cotidiano fuera sorprendente, inesperado, algo aún por descubrir? Entonces, estaríamos hablando del universo que presentan los cuentos que Carlos Yushimito recoge en su nuevo libro, "Los bosques tienen sus propias puertas".

"Quería llegar con estos cuentos a una orilla en la que el lector viera la realidad dudando de sí misma", confiesa a Efe el autor (Lima, 1977) sobre su obra, editada por Demipage, con la que ha decidido "cuestionar la lógica y los códigos de verosimilitud".

El libro es un conjunto de seis cuentos, seis propuestas diferentes para enfrentarse a la trampa de lo cotidiano, que se quiebra, se retuerce, y que en verdad no es sino un reflejo desprendido de un "espejo deformante" o de las brumas de los sueños, en lo que el autor ha bautizado como "realismo onírico".

"Cada cuento es una puerta de entrada a la realidad; pero son entradas autónomas o paralelas, puertas por las que nadie espera que se entre", afirma Yushimito, quien quiere ofrecer al lector un acercamiento distinto a la narración, o una nueva "experiencia", empleando una palabra que reitera durante la entrevista.

Porque estos textos, que nacen de "pequeños detalles de la vida cotidiana" que se cruzan en el camino del autor, se convierten en experiencias a través de la lectura, ya que no solo muestran y ofrecen, sino que también exigen una respuesta activa por parte de quien los lee.

Como él mismo explica, su objetivo es huir de los lectores "dóciles o pasivos" : "Me interesa que la lectura sea un diálogo provocador y si es posible, hasta cierto punto incómodo, es decir, que también sea un desafío mutuo; es necesario complicarle la vida al lector, y quiero que, en retribución, él me la complique a mí".

Por eso, Yushimito, quien reconoce estar influido desde los últimos años por el cineasta David Lynch y el escritor uruguayo Felisberto Hernández, evoca siempre con sutileza, tejiendo la ficción mediante un lenguaje que no emplea como un "instrumento anexo o una herramienta funcional", sino como algo intrínseco a la forma de ver el mundo.

"Para mí, el lenguaje literario es tan solo un reflejo de la mirada; en todo hay una inclinación natural, y el lenguaje la revela", opina el autor, que continúa diciendo que, a su entender, "en eso el lenguaje no engaña nunca".

El dominio de este lenguaje y la renovación que implican sus propuestas han hecho que el escritor, de ascendencia japonesa, se presente como una de las más brillantes "promesas" de su generación en las letras hispanoamericanas, como han destacado publicaciones entre las que se encuentra la revista literaria británica Granta.

"Renovación" en un género en el que este concepto es cuestionado por Yushimito, quien marca las diferencias entre la situación actual del cuento en el mundo hispano con la que se vive en los Estados Unidos, país en el que reside en la actualidad y donde compagina la vida académica con la escritura.

"Si uno compara el cuento norteamericano con el cuento en lengua castellana de al menos los últimos treinta años, se dará cuenta de que las condiciones del mercado repercuten directamente sobre la calidad", sostiene, así como que el cuento en español se ha ido transformando "poco o nada".

Para el escritor, "parece haber un consenso en señalar que las características del cuento deben de ser conservadoras e inamovibles", lo que hace que este quede "aislado" y en cambio, la novela contemporánea sea mucho más "atrevida y experimental".

"Es una pena, porque el cuento no posee la militancia de la poesía; muchos cuentistas terminan viéndolo como un género menor o anexo al de la novela", defiende Yushimito, quien lamenta que "los que tienen talento para él, muchas veces se convierten en malos novelistas".

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